El año pasado dejaron la actividad 370 establecimientos medianos a chicos continuando un proceso de deterioro que tiene larga data, cómo la sequía agrava el panorama
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Según las estadísticas oficiales, durante el año pasado se cerraron 370 tambos medianos a chicos continuando un proceso de deterioro que tiene larga data, caracterizado por bajos precios y mucho sacrificio diario, que desemboca en nula rentabilidad y desmotivación. Esas empresas tenían trabajando en forma directa un promedio de dos familias por tambo, lo que determinó que se quedaron sin trabajo unas 700 familias. ¿A donde va a trabajar esa gente? ¿Qué otra capacitación tiene para ganarse el pan de cada día? Esa es la gente que pierde su trabajo en forma directa, pero también hay que considerar los ingenieros agrónomos, veterinarios, proveedores de insumos, etc. que también pierden parte de sus clientes.
El tema fue tratado por el consultor Juan José Pastra, administrador de tambos del norte de Buenos Aires, quien, además de las causas mencionadas, agregó las siguientes como responsables de éxodo tambero: “malos accesos a los tambos; mala conectividad tanto de teléfonos como de internet; frecuentes cortes de energía y malos servicios de transporte. Si a esto se le añade el trabajo a pérdida, solo queda cerrar el tambo e irse a otro lado, tal vez a engrosar el Gran Rosario, el Gran Córdoba o el Gran Buenos Aires sin perspectivas de un trabajo fijo”, observa el profesional.
La pregunta que cabe hacerse frente a esta situación es ¿a quién le importa que se cierren los tambos? Aparentemente, al Gobierno no, según las decisiones que toma. “Hace pocos días anunció una ayuda para las empresas más pequeñas llamado ´Impulso Tambero´, para tratar de paliar el impacto de la sequía que azota a varias regiones del país”, apuntó el analista.
Esta ayuda, que es insuficiente, es para los tambos que hayan producido hasta 5000 litros promedio entre el 1° de agosto 2021 y el 30 de septiembre 2022, según indicó el Ministerio de Economía. Pero hace pocos días el director de Lechería de la Secretaria de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación dijo que el impacto fuerte de la sequía fue a partir de septiembre de 2022. Ahora bien, ¿son del mismo gobierno o son de distintos gobiernos?
Si el tope para recibir esa ayuda son 5000 litros, ¿quiere decir que el que produjo 5010 litros está bien y que no necesita esa ayuda? “Es una medida mal tomada por gente que no conoce la realidad de un tambo o porque son es inepta. O la idea fue que, tomando el periodo mencionado por el Ministerio de Economía, serían menos los productores que serían beneficiarios de ese aporte estatal”, criticó Pastra.
Si se va a los hechos concretos, se ve que tambos de la zona norte de Buenos Aires que producían 6000 litros por día en julio de 2022 hoy están sacando 4500 litros por día pero no pueden recibir ese aporte. En síntesis: un programa con muchos puntos oscuros.
Precios deteriorados
Un dato por considerar de la actividad lechera es que los productores venden la leche en pesos pero compran insumos cotizados en dólares pero, además, la leche que se produjo en todo el mes de enero se termina de cobrar el 28 de febrero.
El segundo dato por tener en cuenta es que a las usinas no les dejaron aumentar el precio al productor más de un 3,5% en enero, para evitar que se encarecieran los productos lácteos en las góndolas. “Pero ¿les dijeron a los proveedores alimentos balanceados, de productos veterinarios, de combustibles y a los que cobran impuestos nacionales, provinciales y municipales que actuaran de la misma forma? En mi zona no fue así”, afirmó el profesional.
Lo peor de todo lo descripto es que el futuro inmediato es muy incierto porque se están haciendo pocas reservas, muchas de baja calidad nutricional; se perdieron pasturas por la sequía y está en duda la siembra de los verdeos de invierno y las nuevas praderas si no cambia el clima. Además, el estrés calórico afectó la reproducción y se verán sus resultados malos el año próximo.
Ante esta situación desfavorable para los tambos, algunos dicen: “Hay que bajar los gastos reduciendo la fertilización a menos kilos por hectárea”. Otros están considerando bajar la calidad de la ración o no hacer control lechero todos los meses. Serían decisiones equivocadas, según Pastra, porque tendrán impacto negativo en el corto y mediano plazos.
Lo que debería primar en estos momentos sería “privilegiar la eficiencia en el uso de los recursos: es decir, poner los pesos que se tengan dónde produzcan el mayor impacto positivo en la empresa”, aconsejó.
La búsqueda de la eficiencia obliga a revisar todos los procesos del tambo y ver qué se puede mejorar. Tal vez haya achicar el rodeo pero produciendo la misma cantidad de leche. En esa decisión hay que combinar una muy buena producción de forraje, completo aprovechamiento, manejo, genética de calidad y ordeño correcto. “En los tambos que administro buscamos que la mayor parte de la alimentación provenga de pasturas y verdeos, aprovechados en pequeñas parcelas”, resumió el técnico.
Más allá de estos ejemplos, habrá que determinar cuáles son todos los puntos flojos del empresa, para atacarlos según prioridades. También es importante involucrar al equipo de trabajo en esta tarea de determinar problemas, para que entiendan los cambios que se van a hacer. Asimismo, es muy importante escuchar cómo harían ellos esas modificaciones.
“No hay que tenerle miedo a revisar lo que estamos haciendo; es probable que se encuentren algunas cosas que están haciendo mal y se pueden mejorar”, recomendó. Y hay que ver el impacto de cada decisión de cambio: “No es lo mismo ser eficiente en un rubro que impacta 30% en la facturación, que preocuparse por otro que influye en un 5% en el resultado; muchas veces se pierde de vista esta diferencia y no se alcanza a ver el árbol más importante dentro del bosque”, concluyó.
Otro mundo
Si se observa a Uruguay, se ve que industrias y gobierno se aunaron para ver cómo mantener la lechería con un eslogan que dice: “Si no hay tambos no hay leche; si no hay leche no hay usinas; si no hay usinas no hay productos y si no hay productos no podemos exportar para que entren divisas”.
“Uruguay exporta el 50% de la leche que produce y en la Argentina se embarca el 10 o el 20% si sobra; si no, no exportamos. Muchos dirán: ´Uruguay produce poca leche´, pero el 50% siempre es el 50%. Cuando se pierde un mercado en el exterior es muy difícil después volver a conquistarlo”, comparó el experto. Hoy el gobierno uruguayo está construyendo 22 instalaciones de tambo para pequeños productores para que sigan con la actividad y se queden en el interior del territorio.
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