Cambios que pueden hacernos más humanos
Comienzo de una noche fría en Buenos Aires. En la pantalla de la computadora van apareciendo, con novedosa puntualidad, personas de los confines del planeta: San Pablo, Singapur, México, Tokio, Nueva York. Caras conocidas, caras recién salidas de la cama y caras cansadas. Sobre los escritorios aparecen tazas de café de desayuno, una ensalada de almuerzo y restos de una cena. Todo al mismo tiempo.
Las cámaras invaden las casas y nos dan una perspectiva más humana de gente con la que venimos trabajando hace mucho, pero hasta ahora, siempre con traje o con vestido formal. Ahora irrumpen a la sala de reunión de escala global chicos y chicas con tareas a medio terminar, perros ansiosos por un paseo y gatos pasando enfrente de las cámaras. Y vemos decoraciones exóticas, arte novedoso y mis imágenes preferidas: bibliotecas llenas de conocimiento y aventuras.
El trabajo también fue infectado por el Covid-19 pero, en contraste con la tragedia global, la infección ha traído una mutación acelerada y positiva de la forma y el contenido laboral. Cambios que se esperaban en quinquenios o décadas comenzaron en apenas semanas. Lo imposible mutó en cotidiano. El trabajo remoto es una obviedad, pero bajo la superficie de lo virtual aparecen grandes cambios insospechados.
Vemos personas en sus casas y, a diferencia de lo que se pensaba (que la distancia hace que la interacción sea fría), resulta que meternos en el contexto de otros hace que el contacto sea más cálido y humano y que el trabajo sea más colaborativo.
Así es: uno de los grandes ganadores de la pandemia es la colaboración. Estamos siendo testigos de resultados nunca vistos en proyectos complejos, más rápidos, más creativos. En la crisis los egos toman distancia y las ideas se revalorizan. Así como hace pocos meses el trabajo remoto era imposible en muchas actividades, estamos viendo hoy cómo ideas y plazos imposibles toman forma de realidades. Hay grandes cambios en curso.
La transformación del comercio recién comienza. El comercio conecta a productores y consumidores. El distanciamiento social actual nos impone preguntas. ¿Esa conexión requiere un lugar físico siempre?, ¿hace falta que vaya?, ¿no hay maneras mas fáciles de comparar precios y calidades? El comercio virtual da sus primeros pasos en el país. Hay espacio para que pymes y empresas grandes compitan y para que los consumidores elijan con mucha más amplitud. La revolución tecnológica no es lo importante, el cambio real está en una mayor capacidad del ciudadano para elegir.
En forma simultánea a la revolución del comercio se produce la revolución de la moneda. Las billeteras virtuales están en todas las noticias, pero avanzaron lentamente. El dinero físico es un obstáculo para el comercio y complica la tarea de financiar al fisco. Una política de Estado potenciando el dinero virtual podría usar a la pandemia como catalizador de cambios permanentes.
Y los cambios siguen, con más velocidad que nunca. Esperemos que cuando el virus sea controlado queden algunos de ellos y que nos hagan mejores, con trabajos más satisfactorios, con una sociedad más ágil y colaborativa. Sobre todo, que queden los cambios que nos hacen más humanos, solidarios y empáticos.
Presidente de Accenture Argentina y de la región Sudamérica Hispana
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