Cambios en el consumo de café reflejan la crisis
Los europeos toman menos o eligen granos más baratos
MADRID—La profundización de los problemas económicos ha llegado al alma del sur de Europa: el café del barrio.
Por toda la región, los consumidores están abandonando las visitas diarias a las cafeterías —consideradas por muchos como la piedra angular de la vida social—, conforme el desempleo, el recorte de salarios y mayores impuestos reducen los presupuestos de los hogares.
Aunque el consumo de café per cápita de Europa se mantiene como el más alto del mundo, la demanda de opciones más económicas es cada vez mayor. La tendencia ha puesto patas para arriba los mercados del café, donde el codiciado grano arábica se ha comerciado en los últimos dos años a un precio considerablemente más alto que su homólogo amargo, el robusta.
Los precios de los granos arábica han caído 30% en lo que va del año, mientras que el costo del robusta ha subido 18%, variaciones que los corredores atribuyen en gran medida a la cambiante demanda en Europa. Entretanto, la brecha entre los precios de los dos tipos de café se había reducido recientemente a su menor nivel desde julio de 2009, cuando empezaron a surgir los problemas de deuda del viejo continente.
El grano robusta, menos costoso y más fácil de cultivar que su primo arábica, se usa generalmente en el café instantáneo y se mezcla en el café molido para reducir el costo. La variedad arábica se utiliza en las mezclas gourmet que normalmente se sirven en las cafeterías.
Es poco probable que los europeos vuelvan a consumir cafés más caros en el corto plazo, dice James Hearn, director de agricultura de la firma de corretaje Marex Spectron.
"Las mezclas con mayor presencia de robusta son más baratas y el consumidor parece satisfecho con el sabor", señala Hearn.
Nelson Sánchez, de 43 años y con tres hijos, fue despedido de una empresa constructora hace 18 meses y se considera afortunado de haber encontrado empleo como portero de un edificio de apartamentos en el centro de Madrid. Sin embargo, cuando su sueldo mensual se redujo de 1.500 euros a 910 euros, sus visitas diarias a la cafetería tenían que terminarse, afirma.
"Antes iba todos los días. Ahora voy dos días a la semana, máximo", explica. "Tienes que pensar en el futuro porque esto es el comienzo, qué vendrá. Ahora cada euro que se paga hay que pensarlo bien".
Como era de esperarse, algunos aficionados al café son reacios a renunciar a su dosis de cafeína. Ángel López Castillo, un agente de viajes de 67 años, dice que todavía puede destinar unos cuantos euros a su ritual diario.
"Nosotros podemos tomar café", dice López de sus compatriotas. "Sólo que no podemos comprar coches".
No se espera que el té, típicamente más barato aunque una alternativa menos potente, gane terreno debido a los problemas económicos de Europa, opina Joe Simrany, presidente de la Asociación del Té de EE.UU., una agrupación del sector. Fuera de países como Irlanda y el Reino Unido, "el té no es un gran actor" en Europa, indica.
Aunque las importaciones de café de la Unión Europea en su conjunto se mantuvieron estables en los seis meses que terminaron en abril de 2012, en comparación con el mismo período del año anterior, según los últimos datos disponibles de la Organización Internacional del Café (ICO, por sus siglas en inglés), las cifras de las economías con mayores problemas cuentan otra historia.
Las importaciones de café de España cayeron 6,6%, mientras que Italia compró 2,9% menos. En las más estables Alemania y Francia, cayeron 0,4% y 1,3%, respectivamente, de acuerdo con la ICO.
Europa importa más de la mitad del café que se produce en el mundo cada año, señala la ICO.
España tiene la tasa de desempleo más alta de la UE, con casi una cuarta parte de la población activa sin trabajo. Pero los hábitos de consumo de café más austeros también son evidentes en otras naciones económicamente atribuladas, como Italia.
"Desde comienzos de este año, la mayoría de nuestros clientes regulares redujeron sus cafés de casi cuatro a dos por día", cuenta Luigi Cinquini, propietario de una cafetería en el centro de Milán. "A veces, en lugar de pedir un capuchino u otro tipo de café más caro, se inclinan por un expreso. Ese es el efecto de la crisis", resume.
—Manuela Mesco contribuyó a este artículo.
Leslie Josephs y Neena Rai