Producen en el país un cultivo del Mediterráneo y buscan avanzar en América Latina
Elaboran alcaparras en Santiago del Estero y se preparan para exportar a todo el continente
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Eugenio Bonelli no sabía cuál sería el cultivo que iba a plantar cuando ya había decidido que quería invertir en la producción de alimentos exportables. No serían los arándanos, ni los pistachos o pasas de uva, como imaginaba al principio, sino que su emprendimiento llegaría por el lado de las alcaparras, los capullos comestibles de la planta arbustiva proveniente del Mediterráneo.
Según Bonelli, con un grupo de amigos y socios -tres en total- decidieron invertir en el cultivo de algún alimento aprovechando la calidad del territorio argentino, pero no querían algo tradicional: maíz, trigo o soja. “Empezamos a evaluar distintos productos y esto nos llevó a recorrer varias provincias del norte, como La Rioja, Catamarca y Tucumán”, cuenta.
En Catamarca, un amigo les recomendaría la producción de alcaparras y les presentaría a una familia que las producía hacía 20 años. “La familia de Pablo y Ángel Rico nos contó sobre las cualidades de las alcaparras y quedamos fascinados. Íbamos a empezar en Catamarca, pero finalmente compramos tierras en Santiago del Estero”, explicó el productor.
La inversión inicial fue de US$200.000 entre el campo y los costos de plantación. Decidieron organizar el trabajo en etapas: en cada una de ellas plantaron 15 hectáreas del predio. “Ya tenemos 40.000 plantas de alcaparras en filas. Lo que plantamos es una variedad única en el mundo, la R1, una especialidad desarrollada por la familia Rico, que es más arbustiva y no tiene espinas. Esto facilita su recolección”, dijo Bonelli.
La plantación que comenzó en 2018 ya dio su tercera cosecha. Su producción se vende en bidones de 180 o 50 kilos a razón de US$3 por kilo. Según los números provistos por uno de los socios, con una cosecha de 15.000 kilos, este año su facturación rondaría los US$45.000. El objetivo es alcanzar, a los siete años, un rendimiento máximo de 400.000 kg.
Competencia
La alcaparra es un producto típico del mediterráneo que se utiliza en la cocina desde hace 400 años. Los consumidores y productores originarios eran España e Italia, pero al requerir la cosecha un trabajo manual muy arduo estas naciones fueron migrando la producción hacia el sur y el este del mediterráneo: Túnez, Marruecos, Turquía, y otros países del Magreb.
Según Bonelli, la cercanía a sus clientes de Latinoamérica es una gran ventaja contra sus competidores. “Estos años de pandemia en los que se complicó la circulación de bienes, nos dejó abastecer internamente dejando de lado la importación del Mediterráneo”, explicó.
La producción
La alcaparra se recoge en los meses de calor, por eso en Santiago del Estero, a diferencia de otras provincias argentinas, posibilita cosechas seis meses al año. “Es importante recolectar las alcaparras antes de que florezcan para que no se conviertan en alcaparrones”, explicó Bonelli. Para los socios, Santiago del Estero fue una gran oportunidad: los campos eran relativamente baratos, hay altas temperaturas casi todo el año y buen acceso al agua. “Plantamos en septiembre de 2018, tuvimos la primera cosecha a fines 2019, la segunda en 2020 y ahora estamos terminando la campaña de 2021. Nuestra temporada arranca en septiembre y termina en marzo” detalló Bonelli. Y agregó: “Este año cosechamos 15.000 kilos y deberíamos alcanzar a los siete años un rendimiento máximo de 400.000 kg. La planta comienza a duplicar la cantidad de kilos cada año”, sintetizó.
El mercado
“Mis clientes me las sacan de las manos, tengo que pedir disculpas porque no tengo para todos”, explica uno de los fundadores del desarrollo. El mercado de las alcaparras se enfrenta a una demanda extraordinaria. “Si bien ya somos los productores más grandes del continente, el mercado argentino recién se abastece con 50 toneladas (aproximadamente), entonces todavía hay mucho por producir”, dijo Bonelli.
Según su esquema de desarrollo, el año próximo dedicarán parte de producción para la exportación y la primera meta sería Brasil, por cercanía y por el interés que despierta el producto en ese país. “En la región, Brasil es el principal consumidor por el tamaño y por tradiciones gastronómicas. Chile también consume mucho, pero todavía es un mercado chico. Los consumos regionales, por importancia, son Brasil, Chile, Perú y Colombia, y queremos llegar a todos ellos”, añadió el emprendedor.
Las perspectivas de crecimiento
Si bien el emprendimiento hoy se basa en el mercado interno a granel, la perspectiva próxima será lanzarse al mercado internacional por kilo. Mientras tanto el equipo de Bonelli ya está trabajando en su marca propia que se llamará “Mediterra” y se comercializará en el mercado minorista primero y luego en el exterior.
“Si bien no tenemos la certificación de orgánicos, si somos agroecológicos, para el cuidado de la salud y del medioambiente”, explica. Otro de los motivos que le permitiría llegar a mercados como el estadounidense.
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