Buenas ideas: el planteo original y la dinámica posterior
La “lógica de la ayuda”, por ejemplo, transformó pocos miles de beneficiarios en millones, comprometiendo toda restricción presupuestaria
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La ley 23.056, dictada el 15 de marzo de 1984, creó el Programa Alimentario Nacional (PAN), “para enfrentar la crítica situación de deficiencia alimentaria aguda de la población más vulnerable y de pobreza extrema”. El decreto 908, del 23 de marzo, la reglamentó, disponiendo que serían beneficiarios del programa las familias, los grupos convivientes o personas físicas que se encontraran en estado de necesidad extrema por carencia alimentaria que significara un grave riesgo de enfermar o morir por desnutrición, especialmente para los menores de seis meses y las mujeres embarazadas. ¿Cuántas personas cumplían requisitos tan exigentes? Pues bien, se terminaron distribuyendo mensualmente “millones” de cajas PAN. No es el único ejemplo de una buena idea que, con el tiempo, adquirió “vida propia”. ¿Por qué ocurre esto?
Sobre el particular conversé con el australiano Richard Ivan Downing (1915-1975), quien estudió en las universidades de Melbourne y Cambridge. Cuando William Brian Reddaway llegó de Inglaterra, con las pruebas de página de La teoría general, de John Maynard Keynes, Downing lo indujo a que pronunciara la conferencia que desató “la revolución keynesiana” en Australia. Como hizo notar Geoffrey Colin Harcourt en el obituario que publicó en el Times, para Downing el análisis económico era primero y principalmente una ciencia moral. Enseñó en Melbourne y trabajó en la Organización Internacional del Trabajo. Economista no matemático, fue consciente de que desde comienzos de la década de 1970 su influencia decayó, en el marco de una profesión más informada desde el punto de vista teórico, y un ambiente gubernamental más politizado.
–Según Heinz Wolfgang Arndt y Nicholas Brown, usted es considerado uno de los fundadores del Estado de bienestar en Australia.
–Mi preocupación principal fue la promoción del bienestar social a través de políticas públicas, como la impositiva, la de las pensiones, medicina estatal, transporte y educación. Era muy consciente de los conflictivos reclamos sectoriales y regionales y, por ende, de la necesidad de mediar a través de las políticas públicas.
–En la Argentina, el caso de las cajas PAN, distribuidas durante la presidencia de Raúl Ricardo Alfonsín no parece ser el único caso de una buena idea que con el tiempo creció sin límites.
–Efectivamente. Otro caso relevante es el de la ayuda a familias en dificultades. El denominado “plan jefes y jefas de familia”, implementado durante el primer semestre de 2002 por Hilda Beatriz González (“Chiche”) Duhalde, durante la presidencia de su marido, tuvo sentido. Porque aspectos elementales de la crisis económica, que se acrecentó luego del abandono de la Convertibilidad, tuvieron que ser atendidos de inmediato, otorgándoles $150 mensuales a responsables de familias que habían perdido sus trabajos y por ende sus ingresos.
–¿Qué ocurrió?
–Que el programa inicial, que debe haber arrancado, a lo sumo, con algún centenar de miles de beneficiarios, en 2024 se transformó en más de 20 millones de planes sociales de todo tipo. Más allá del plano politizado, desde el punto de vista profesional debería ser motivo de análisis y reflexión la coexistencia de enorme cantidad de ayuda social, cohabitando con muy elevados índices de pobreza e indigencia.
–Podríamos seguir buscando ejemplos, pero mejor pensemos en la “lógica” o explicación de estas dinámicas.
–Inventemos un ejemplo: de San José, provincia de Entre Ríos, sale un camión cargado de pollos, con destino a Salta. El propietario de la empresa le da la siguiente instrucción al camionero: “Entregá estos pollos en la empresa X, te los va a pagar y me traés la plata”. Sale el camionero, carga combustible, el encargado de la estación de servicio le pregunta a dónde va. Responde: “A Salta, a vender estos pollos”. En cada frontera provincial lo para la policía, y se repite el diálogo. Finalmente el camión llega a Salta.
–No entiendo la moraleja.
–Calma, De Pablo. A la semana siguiente sale otro camión cargado de pollos con el mismo chofer. Pero con la siguiente instrucción: “Entrega estos pollos en la iglesia Z, para los pobres de Salta”. ¿Esto es para los pobres?, pregunta el camionero, y se señala a sí mismo. “Bueno - dice el dueño de la empresa-, tomá un par de pollos para vos, y llevá el resto”. Cuando carga combustible en la estación de servicio, el empleado hace el mismo punto, y entonces el camionero le da otro par de pollos; y lo mismo ocurre con cada uno de los policías que lo paran en el camino. ¿Cuántos pollos llegan a Salta para darles de comer a los pobres de la iglesia Z?
–Creo entender, pero por favor explicítelo.
–El mismo camionero, el mismo vendedor de nafta, el mismo policía, etcétera, se comportan de manera muy diferente. Porque existe la lógica comercial y lo que podríamos denominar la lógica de la ayuda.
–Terminemos con la ayuda, entonces.
–Esta es la mala lectura, ideal como tema de conversación cuando uno se junta a tomar café con amigos. La buena lectura es que, en la práctica, muchas buenas ideas se transforman en barbaridades por la propia dinámica de ciertas organizaciones. No soy un experto en esto, pero seguramente que los analistas de las burocracias lo pueden explicar muy bien.
–Lo cual debe ocurrir tanto en el plano nacional como en el internacional...
–En efecto, piense en el funcionamiento del FMI, el Banco Mundial, la FAO, el Vaticano y las Naciones Unidas (ONU).
–A propósito. El otro día Javier Gerardo Milei, en la asamblea anual de la ONU, pronunció un discurso presidencial. Digo, porque muchos estaban esperando que hablara del cepo cambiario.
–El mensaje fue claro, más allá de la crítica concreta a la Agenda 2030. La ONU nació buscando preservar la paz y, al comienzo, debe haber hecho cosas útiles, pero parece haber llegado la hora de “zamarrear” a la institución para volver a las fuentes. A propósito: muchísimos ingleses se siguen agarrando la cabeza cuando votaron abandonar la Unión Europea, pero el voto a favor del Brexit fue planteado por británicos cansados de que sus problemas fueran “resueltos” por burócratas que vivían en Bruselas.
–A Milei no parece haberle ido muy bien en la ONU.
–Por ahora, pero estamos en un mundo cuya crisis política y bélica brinda la oportunidad para revisar cosas. La historia enseña que rara vez, por no decir nunca, se producen modificaciones de manera unilateral, porque a un dirigente le duele la cabeza o fue abuelo. Dejémosles a los futuros historiadores que documenten si el exorbitante crecimiento de ciertos programas, tanto nacionales como internacionales, puede ser revisado para volver a ponerlos al servicio de la población.
–Don Richard, muchas gracias.
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