Brasil se prepara para una medicina amarga
Después de las reñidas elecciones, la presidenta Dilma Rousseff alista medidas poco populares entre los pobres que la reeligieron
BRASÍLIA—Funcionarios brasileños están impulsando políticas conservadoras que la presidenta Dilma Rousseff alguna vez criticó como una amenaza para los pobres, en un intento por rescatar la credibilidad de su gobierno y evitar una rebaja de la calificación crediticia de Brasil.
Miembros del recién renovado equipo económico de la presidenta han dado señales de que alistan medidas no populares, como aumentos de impuestos y recortes en el gasto, algo a lo que Rousseff se opuso rotundamente durante su campaña de reelección. Su gobierno también ha reducido de 3% a 0,8% el pronóstico de crecimiento de Brasil en 2015.
Al mismo tiempo, el banco central ha reanudado el incremento en los costos de endeudamiento después de dejarlos intactos desde abril, cuando la campaña electoral se intensificó. Los miembros de la junta del banco ahora están proclamando el mensaje de que la restricción de crédito se realizará en la medida necesaria para enfriar la inflación.
"Aunque las medidas del banco central están diseñadas para debilitar la inflación en un período de dos años, los beneficios de reducirla a su meta para finales de 2016 podrían ser duraderos, o incluso permanentes", dijo el martes Alexandre Tombini, presidente del banco central de Brasil, a legisladores durante un testimonio en la Cámara de Diputados.
El banco central brasileño forma parte del gobierno y Tombini es subordinado directo de Rousseff. Aun así, la entidad es considerada independiente y en su mayoría libre de interferencia política.
Las declaraciones de Tombini se producen antes de que Rousseff dé inicio a su segundo mandato en enero y mientras la presidenta se concentra en enderezar una economía que se salió de cauce en medio de un débil crecimiento global y la caída de los precios de commodities. Las agencias de calificación de crédito han amenazado con quitarle el estatus de grado de inversión a Brasil si sus cuentas públicas no mejoran y el crecimiento económico sigue débil.
Rousseff ganó un segundo mandato en octubre con un ligero margen apoyada por brasileños de bajos ingresos que favorecie-ron sus programas de distribución de ingresos y combate a la pobreza.
La economía de Brasil cayó en recesión durante el primer semestre y crecerá apenas 0,18% este año, según la media de los pronósticos de una encuesta semanal del banco central a economistas. El declive se produce después de un período de auge que marcó una expansión de 7,5% del Producto Interno Bruto en 2010, justo antes de que Rousseff llegara al poder. El PIB creció 2,5% en 2014.
Al mismo tiempo, los precios elevados están devorando las billeteras de los consumidores. La inflación de 12 meses se encuentra en 6,6%; la meta del banco central es de 4,5% con un rango de tolerancia de dos puntos porcentuales.
En una serie de aumentos, el banco central elevó en abril su tasa de referencia Selic de 7,25% a 11%. El 29 de octubre, después de las elecciones, el banco elevó las tasas a 11,75%. La encuesta semanal de la entidad muestra un pronóstico medio de una tasa de interés de 12,5% para fines de 2015.
Tombini indicó el martes que la inflación de Brasil podría empeorar, y que el objetivo no se cumplirá antes de 2016.
"Una vez que concluyó la campaña, (Rousseff) enfrentó la realidad", señala Flavia Cattan-Naslausky, directora de estrategia de divisas de América Latina en RBS Americas. "No necesitaba a los mercados para ganar las elecciones, necesitaba votantes. Ahora se dio cuenta de que necesita a los mercados".
Rousseff no ha hecho pública su nueva posición en cuanto a política económica, pero ha defendido sus antecedentes diciendo que Brasil ha sufrido los efectos de una desaceleración global mientras mantiene niveles de empleo récord.
Pero un fuerte gasto del gobierno ha alimentado la inflación e inflado el endeudamiento del país. El déficit presupuestario de Brasil alcanzó 5,01% del PIB en octubre, frente a 3,45% un año antes.
Después de ganar, la presidenta nombró a Joaqim Levy, un banquero con reputación de saber apretar el cinturón, como ministro de Hacienda. Levy ha prometido restaurar el balance fiscal.
El nuevo ministro ya ha reducido el objetivo de superávit primario de 2% a 1,2% del PIB, indicando que prefiere apuntar a una meta alcanzable en lugar de incumplir una más alta.
"Brasil necesita ahorra más. El gobierno federal dará el ejemplo con un aumento de sus ahorros", apuntó Levy en su discurso de posesión.
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