Bots, nanosatélites y algoritmos: el diccionario necesario para entender lo que viene
El futuro cercano tiene su propio diccionario. Bots, nanosatélites y algoritmos son algunas de las palabras que ya se conocen y se aplican, pero cuya importancia crecerá en los próximos años. En el evento Negocios del futuro, organizado por LA NACION, Santiago Bilinkis (emprendedor y tecnólogo), Sonia Jalfin (directora de Sociopúblico) y Emiliano Kargieman (fundador y CEO de Satellogic) hablaron sobre los términos que ya moldean a la sociedad y a los negocios.
Santiago Bilinkis es autor de Guía para sobrevivir al presente, un libro en el que explora el impacto de los aparatos tecnológicos y el tiempo que cada usuario pasa en las redes sociales. El tecnólogo contó que hace 15 años conoció Silicon Valley por primera vez y quedó fascinado: no podía creer que existieran empresas que tuvieran una nueva manera de entender el capitalismo y con un enfoque distinto en la construcción de valores, personas con un propósito más allá del lucro.
Sin embargo, con los años se dio cuenta de que esa visión estaba equivocada: "En los últimos años surgieron corporaciones que están yendo mucho más lejos en abusar de los usuarios y de los consumidores con una enorme asimetría de información", resaltó. En esa premisa del "vale todo", explicó que hay muchas firmas que usan a la inteligencia artificial "para que todo el mundo pase tiempo pegado a su pantalla".
Detalló que su intención es que, a medida que los usuarios vayan entendiendo cómo funcionan las apps y las nuevas tecnologías, haya cambios. Por ejemplo, mencionó el caso de Match.com, el grupo empresario que es dueño de Tinder y OkCupid, entre otras plataformas para citas. "Las plataformas están llenas de cuentas falsas, de bots que están diseñados para que cada usuario los encuentre atractivos. Algunas de esas cuentas te hacían un mínimo chat y otras ni te contestaban. Es un mecanismo para que sigas usando las apps. Pero hay uno todavía más perverso: contactarte con una persona 'diseñada' muy atractiva con la que solo podías entablar una conversación si pagabas la modalidad premium", describió.
"Por primera vez estamos entrando en una era de compañías en escala sobrehumana. Facebook o YouTube tienen miles de millones de usuarios interactuando, por lo que tuvieron que empezar a utilizar algoritmos. Son empresas que sin inteligencia artificial no son viables. Por lo tanto, tienen una capa intermedia algorítmica entre los usuarios y quienes dirigen las firmas", detalló.
No sos bot, soy yo
Sonia Jalfin se hizo cargo de los bots conversacionales, aquellos que chatean "como un humano", pero en realidad son programas que simulan mantener una conversación con las personas. Es una herramienta que utilizan muchos servicios de atención al cliente y al ciudadano.
"Los bots ya saben un montón sobre cómo conversamos nosotros, pero hoy les quiero proponer que pensemos qué podemos aprender nosotros de ellos", detalló. Añadió que la conversación "es una de las experiencias humanas más relevantes" y que lograr reproducirla puede ser "sumamente redituable", porque también es un aprendizaje para los humanos.
Por ejemplo, ¿por qué un bot conversacional tarda en responder a pesar de que su respuesta ya está prediseñada? Para que parezca un chat más natural, explicó Jalfin. El suspenso está presente en la conversación entre las personas: son esos famosos tres puntos o el "...está escribiendo" que se ven en las pantallas mientras el interlocutor tipea su respuesta.
"Muy pocas marcas se están preguntando cómo lograr ese reaseguro de que hay alguien del otro lado", apuntó. Luego, contó sobre algunos casos que realiza su estudio de comunicación de ideas complejas, Sociopúblico: un bot para ayudar a los usuarios a decidir si una noticia es falsa o no y otro que permite entender cómo cada uno cree que será la política en 2050.
Cuando Jalfin probó esas herramientas con usuarios, encontró que las personas se quedaban entre tres y cinco minutos en cada chat, cuando ella creía que sería una interacción corta y simple. "Cuando recibimos feedback, nos pedían que hubiera más desarrollo o complejidad", resaltó.
Finalmente, señaló la importancia de que haya complicidad en estas conversaciones con bots. Un pequeño comentario predeterminado como "qué hermosa es tu ciudad en verano" puede resultar un guiño atractivo para conectar con el interlocutor.
Nanosatélites para todos
Si un satélite tarda un año en mapear la tierra, ¿cuánto tardan 365 satélites? Un día. La respuesta a ese problema matemático era fácil para Emiliano Kargieman, fundador de Satellogic. El problema era cómo llegar a ese resultado. Para eso, el emprendedor entendió que había que bajar el costo de producción de cada uno de los aparatos, que puede llegar hasta los US$400 millones.
Y como en la computación, el mundo de los satélites se masificó cuando se achicó: nacieron los nanosatélites y se multiplicaron. "Tienen menos confiabilidad de manera individual, pero como son más económicos, se forman redes que hacen que sean más fiables de manera conjunta", explicó.
Hasta el momento, ya puso en órbita ocho satélites con nombres como Milanesat, Fresco y Batata. "Fuimos eligiendo los nombres para desacralizalos, porque uno los ve como algo que producen las agencias militares de cada país con mucho presupuesto, pero en realidad se pueden hacer en un garage", explicó. La compañía lanzará 16 más en los próximos ocho meses.
Los grandes temas que lo preocupan a Kargieman son la producción y la distribución de alimentos para 10.000 millones de personas, un número de población global al que la Tierra llegará pronto, y la catástrofe climática que elevará la temperatura del planeta y aniquilará especies y desplazará personas.
"La Tierra no da más. Los seres humanos somos como una máquina de consumir recursos que exceden nuestra capacidad de producción, porque el planeta es un ecosistema cerrado. Cada vez que encontramos una tecnología para hacer algo más eficiente, lo consumimos más. El mundo necesita seguir creciendo para poder sostener el gran volumen de deuda, si no, el sistema va a colapsar. Y la única manera que tenemos de seguir creciendo es salir de la Tierra", propuso Kargieman.
En los próximos 40 años, dijo el empresario, el principal problema de la humanidad será el cambio climático. "Para evitar una catástrofe tenemos que pensar en soluciones difíciles. Una es mover la industria pesada fuera del planeta. Y mover productos fuera del planeta es necesario por el sistema económico que creamos. No me cabe duda de que el espacio es una de las claves para resolver este problema", concluyó.
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