¿Boleto de colectivo a 45 pesos? Forzados al acuerdo para evitar otra brecha
El gobierno de Rodríguez Larreta aceptó la invitación de la Nación para discutir la semana próxima el traspaso del servicio de transporte
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La semana próxima, cuando se encuentren para discutir quién termina pagando finalmente el subsidio al boleto de colectivo para las líneas que circulan sólo dentro de la Capital Federal, los funcionarios de la Nación y la ciudad de Buenos Aires estarán forzados a ponerse de acuerdo. Si no lo consiguen, el sistema de transporte urbano podría quedar expuesto a un desequilibrio que redundará en perjuicio de ambas administraciones: la posibilidad de que una línea de colectivo más que duplique en precio a otra que haga el recorrido exacto. Ómnibus vacíos versus otros abarrotados de gente.
Son distorsiones típicas de mercados intervenidos sin un criterio racional. Pasa siempre. El dólar oficial se agota antes que el blue. Jorge Macri, nueva incorporación del gobierno porteño, fue el encargado de anticipar hoy en Twitter algo que seguramente estará en la discusión: la pretensión de Rodríguez Larreta es no absorber la eventual quita de subsidios. Si la ciudad debe asumir entonces esos $14.600 millones anuales para las 32 líneas que circulan sólo dentro de la Capital Federal, agregó a Radio Rivadavia, el boleto mínimo podría subir de $18 a “$40 o $45”.
¿Qué hará, por ejemplo, en ese caso, un estudiante de Arquitectura que toma todos los días desde Gana y Juan B. Justo, Liniers, hasta Ciudad Universitaria cualquiera de las dos líneas que hacen el mismo recorrido, la 166 o la 34? Es evidente que no tomará más el 34, que sólo circula en Capital Federal y pasará a costarle más del doble, sino el 166, que vendrá desde Libertad, partido de Merlo, probablemente repleto.
Esta es la razón por la que históricamente, cada vez que necesita subir la tarifa del subterráneo, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se ve obligado a consultar y coordinar con el de la Nación: para evitar la migración de un servicio a otro. Luego de la sorpresa inicial del domingo, cuando se enteraron por los medios de que Alexis Guerrera, ministro de Transporte, analizaba traspasarles el área, los funcionarios porteños parecían ayer algo más dispuestos a sentarse a discutirlo.
La invitación, a cargo de Diego Giuliano, secretario de Gestión de Transporte de la Nación, y dirigida al jefe de Gobierno porteño, decía así: “Tengo sumo agrado en dirigirme a usted a efectos de extenderle una invitación con el fin de coordinar una reunión de trabajo para el análisis de las competencias en materia de regulación, fiscalización, recorridos, frecuencias y tarifas, respecto de los servicios de transporte público de pasajeros por automotor que se realizan íntegramente en el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la participación de los equipos técnicos de ambas jurisdicciones”.
Los funcionarios porteños aceptaron y estarán ahí. Aunque llegaba 48 horas más tarde de lo que habrían querido, el texto, que no precisaba el día del encuentro, tenía al menos un tono más protocolar que político. Habrá que ver cuál de estos dos criterios se impone en la reunión, todavía sin fecha, en la que no queda más que ponerse de acuerdo, porque el área metropolitana representa para el transporte, como repetían Alberto Fernández y Kicillof con el Covid, también una sola región.