Bangladesh: el país fanatizado con la Argentina crece a tasas chinas, tiene inflación de un dígito, el tamaño de Córdoba y una población de 170 millones de habitantes
Bangladesh es el segundo mayor exportador de productos textiles del mundo
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Las imágenes y videos que llegan de Bangladesh de miles de personas que festejan los goles y las victorias de la selección argentina fueron un boom en redes sociales y hasta generaron la reacción del Gobierno, que anunció en pleno mundial de fútbol la reapertura de la embajada en ese país asiático, con el cual hay existe relación comercial que va más allá de lo deportivo.
Bangladesh es un país de alrededor de 170 millones de habitantes, más del triple de la población argentina, lo cual lo convierte en un mercado muy atractivo para invertir o buscar mercados. Tiene el tamaño geográfico similar a la provincia de Córdoba (148,460 km²) y está situado al este de la India. Su inflación anual está en torno al 5,5%.
En los últimos 20 años, creció a tasas promedio de 7% anual, siguiendo el modelo chino: apostó fuerte a la fabricación de productos textiles y hoy es el segundo mayor exportador del mundo (después de China), con ventas por un total de US$40.000 millones anuales. Es una cifra similar a lo que generará este año la Argentina por exportaciones de productos agrícolas. Todas las principales marcas de indumentaria en el mundo tiene su taller textil en Bangladesh.
“El segundo recurso con el que cuenta el gobierno de Bangladesh son las remesas de los emigrantes que trabajan en el exterior y aportan anualmente alrededor de US$13.000 millones. Bangladesh es un gran exportador de mano de obra. Hay muchos en Qatar, en países de Europa y algunos en Brasil y en Bolivia. En la Argentina hay pocos, alrededor de 150”, cuenta Leandro Gabardi, director de Amerasia UBG y cónsul honorario de Bangladesh, desde marzo de 2019.
“El idioma oficial es el bengalí, pero también se habla en inglés, tanto en los organismos del gobierno como en el sector privado. La religión dominante es el Islam (un 90% de la población la profesa), pero hay que destacar que la religión no tiene incidencia en el gobierno, pues se trata de un Estado laico y, al contrario de otras sociedades de raigambre islámica, la mujer tiene un rol activo en la sociedad”, agrega Gabardi. De hecho, Bangladesh es gobernado por una primera ministra (Sheikh Hasina) desde 2009.
Bangladesh se independizó de Pakistán en 1971 y creó un sistema de democracia parlamentaria, que tuvo varios vaivenes. “Cuando se independizó, Bangladesh era el país menos desarrollado del mundo, según las Naciones Unidas, con inestabilidad política, corrupción, hambruna y pobreza. Su situación geográfica tampoco ayudaba, con un territorio propenso a ciclones y tornados. El primer gran cambio sucedió en 1991 con el restablecimiento de la democracia, lo cual permitió la igualdad de condiciones para los inversionistas”, dice Gabardi, en una publicación de la Cámara de Comercio Argentina para el Asia y el Pacífico.
Según señala, otro momento clave en la historia de Bangladesh fue la llegada al poder de Hasina, en 2009, que gestionó una gran inversión en el tendido eléctrico. Así, el país pasó a dar electricidad al 95% de su población, cuando antes sólo lo hacía al 46% de ella. A su vez, favoreció el ingreso de capitales extranjeros al país para construir puentes, carreteras, vías férreas, invertir en proyectos de fuentes de energías, industrias para la producción de alimentos y artículos de consumo.
La estructura del PBI de Bangladesh está compuesta hoy por un 51% de servicios, un 35% de industria y un 14% de agricultura. La pobreza, sin embargo, se mantiene alta, y alcanza al 20% de la población.
El PBI per cápita en Bangladesh es de US$2503, muy inferior a los US$10.7000 que tiene la Argentina.
La relación comercial entre ambos países muestra una balanza superavitaria para la Argentina. En los primeros nueve meses de 2022 (información disponible hasta la fecha), la Argentina exportó a Bangladesh US$638 millones e importó US$16 millones, según datos Marcelo Elizondo, analista y consultor en negocios internacionales. En 2021, las exportaciones argentinas a Bangladesh habían sido de US$876 millones y los principales productos exportados fueron aceite de soja, harina y pellets de la extracción de aceite de soja, maíz y trigo.
El cariño de los bengalíes con la selección Argentina nació en el mundial de fútbol de 1986, cuando el equipo liderado por Diego Maradona salió campeón luego de derrotar a Inglaterra en cuartos de final, el país que había colonizado Bangladesh durante décadas. “La sensación de revancha fue compartida. Como suelen decir: ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’. Desde ese momento, Maradona se convirtió en un ídolo en Bangladesh. Para tener dimensión de este fanatismo, cuando a Maradona lo echaron del Mundial 94, al día siguiente se realizó una huelga general en Bangladesh. La Argentina tiene una imagen de marca país muy fuerte”, dice Gabardi, director también del capítulo Binacional Argentina-Bangladesh de la Cámara del Asia.
Durante los últimos tres años, los principales productos exportados por la Argentina a Bangladesh fueron commodities: aceite de soja, trigo y maíz. También exportó fueloil, algodón, cueros, aceite de petróleo, instrumentos y aparatos de análisis físicos o químicos y harina de pescado, detalla Gabardi.
Además de la industria textil, Bangladesh está desarrollando la industria farmacéutica, la cementera y todo lo que tiene que ver con la industria del conocimiento, siguiendo los pasos de la India. ”Son fuertes en la industria farmacéutica. Producen ingredientes activos y medicamentos genéricos, y están muy avanzados en la industria del software”, dice Gabardi, que describe allí una oportunidad comercial para la Argentina.
“Bangladesh es un país que al tener un territorio pequeño y necesidades de alimentos va a tener que aumentar su productividad y para eso es necesario utilizar mayor tecnología. La Argentina tiene puede exportarle tecnología, maquinaria y fertilizantes. Hay una gran posibilidad de hacer negocios a través de la venta de commodities también. Son dos países que se complementan y hay una gran oportunidad para desarrollar”, concluye el cónsul honorario.
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