Balance de la gestión de Kirchner
En esta época del año resulta oportuno repasar las premisas centrales de la estrategia económica implementada por el gobierno de Néstor Kirchner y los resultados económicos de los últimos cuatro años.
El Presidente Kirchner trata de evitar la alta volatilidad macro producto de las crisis recurrentes de origen fiscal y externo que condujeron al país a 30 años de decadencia. ¿Cómo? Muy simple. Por un lado, sostiene un alto tipo de cambio real, que le permite apuntalar el superávit de cuenta corriente y acumular reservas, de manera tal de contar con un "colchón" ante eventuales shocks externos (por supuesto que con un peso depreciado el Gobierno logra simultáneamente proteger a la industria nacional). Por otro, mantiene un superávit fiscal, después de décadas de grandes desequilibrios. De hecho, se pasó de un déficit financiero del sector público consolidado de -2,0% del PBI en 2002 a un superávit de +1,9% en 2006. Esta mejora de casi 4 puntos se debió a que el pago de intereses se redujo en 0,8 punto, en tanto el resultado primario mejoró en 3,1 puntos (de 0,7% del PBI en 2002 a 3,8% en 2006) por la fuerte suba de los ingresos (+8,8 p.p.) y el aumento del gasto primario (+5,6 p.p.).
El cuadro financiero del Gobierno también mejoró debido a la reestructuración de deuda, que dio lugar a una fuerte reducción de las obligaciones financieras. Gracias al canje, en los próximos años, es baja la necesidad de salir a colocar deuda para cubrir el faltante financiero (del orden de 2,2% del PBI).
Otro pilar central de la estrategia económica vigente es el mantenimiento de una política monetaria expansiva con el propósito de estimular la demanda agregada, mediante bajas tasas de interés y fuerte aumento de los agregados monetarios. Para darse una idea, el M3 nominal en pesos, por ejemplo, hace cuatro años que crece en torno a 21% cada año. Pero aún reconociendo que en 2006 las tasas reales ya se ubican en un terreno más neutral y que hay menor expansión de algunos agregados monetarios, lo cierto es que la menor expansividad por ese lado es en buena parte compensada por la fuerte aceleración del crédito al sector privado (44% en 2006 versus 36% en 2005). En suma, considerando tasas, agregados monetarios y crédito, la política monetaria de 2006 luce tan expansiva como la de años anteriores. Más aún, la política fiscal también es expansiva en el margen, ya que todo aumento de ingresos se destina a financiar un mayor gasto primario.
Por último, el esquema económico incluye una activa política de ingresos. El creciente rol del Estado interviniendo en los mercados tiene como objetivo central afectar precios y salarios, procurando estimular el consumo y mejorar el poder de compra de los asalariados. Recuérdese que por medio de controles de precios; fijación de máximos; retenciones; restricciones a las exportaciones; y subsidios, el Gobierno mantiene los precios internos deprimidos (por debajo de su costo de oportunidad), incrementando el poder adquisitivo de los salarios.
Con un contexto externo inmejorable y esta estrategia económica (TCR alto; superávit fiscal y bajas necesidades de financiamiento; política monetaria acomodaticia; política fiscal expansiva en el margen y activa política de ingresos, que estimulan la demanda agregada), los resultados de la "era K" son sobresalientes. La economía muestra una de las tasas de crecimiento más sorprendentes del mundo: en efecto, el PBI acumula un aumento de 40,5% en los últimos cuatro años, gracias al notable incremento de la demanda doméstica (52,7%). Así, se ubica 14,7% por encima del PBI de 1998, aunque cabe recordar que resulta 8,3% más bajo que aquel que surgiría de haberse mantenido a partir de 1998 el ritmo de crecimiento histórico (se recuerda que el crecimiento promedio anual del PBI en el periodo 1960-1998 fue de 2,84%).
Aquí vale la pena hacer una digresión para señalar algunas particularidades del año 2006: I) la contribución del consumo total (privado + público) al aumento del PBI será en 2006 la más importante de los últimos cuatro años: aportará 77,7% de la reactivación total del año versus 70% promedio en el trienio previo; II) el aporte al PBI de la inversión en equipamiento será el más amarrete: contribuirá con 17% al incremento del Producto versus 21% promedio en los tres años anteriores; III) el aporte del gasto público será récord en 2006, cuadruplicándose desde 2003; y, por último, IV) este año caerá a la mitad el aporte de las exportaciones con relación a 2005.
De todos modos, las exportaciones se perfilan para superar holgadamente los US$ 46.000 millones, registrando un aumento acumulado de 76% desde 2002 (mitad por mejora de precios, mitad por aumento de las cantidades exportadas). Con un saldo comercial, que rondará US$ 11.750 millones en 2006, la cuenta corriente de la balanza de pagos será superavitaria este año en alrededor de 3,3% del PBI, mostrando una reversión de más de 6 puntos con respecto a 1998 (-4,8% del PBI ). Así, por primera vez, la Argentina mostrará superávit en cuenta corriente por 4 años consecutivos, hazaña que se repetiría también en 2007 (2,0% del PBI).
Sin embargo, el aumento de los volúmenes exportados no es algo excepcional (+38% entre 2002 y 2006). De hecho, apenas iguala el desempeño mundial (37%) y regional (34%). Otro dato interesante es que las cantidades importadas superan en sólo 3% las de 1998. O sea, el volumen importado es hoy prácticamente el mismo que hace siete años, en gran parte debido a la política de dólar alto, y al uso y abuso de medidas proteccionistas (antidumping) tendientes a proteger a la industria nacional sustitutiva de importaciones.
Por último, el fuerte crecimiento trajo aparejadas mejoras sociales. En 2006, el desempleo desciende a menos de la mitad del existente en 2002 (9,5% versus 22,5%) y la masa salarial (empleo + salarios) se expande al 25% anual.
Dos puntos negativos
Pero hay dos factores negativos: I) la elasticidad empleo/PBI viene cayendo (por cada punto de aumento del PBI, en 2003 el empleo crecía 0,74, y ahora sólo 0,26); y II) la reducción del desempleo de ahora en más se hará cuesta arriba y no podrá basarse exclusivamente en el "sobrecrecimiento".
A pesar de estos extraordinarios resultados, los problemas que presenta el horizonte de la política económica abren interrogantes para la etapa post-2007. Uno de los más importantes es el desequilibrio interno existente (alta inflación) que genera el excesivo estímulo a la demanda agregada, a lo que hay que sumarle la creciente inflación reprimida. Pero la lista es más extensa. Está también el problema del sector energético, donde no hay certeza de costos y abastecimiento; la baja calidad de la inversión; la falta de competitividad; y las ineficiencias en las políticas educativa y de seguridad. Todos importantes desafíos para la Argentina poselecciones.