Avanza la concentración en el mercado de los colectivos
El grupo Dota adquirió la línea 150 y controla un cuarto de un negocio con cada vez menos jugadores
Los pasajeros que habitualmente toman el 150 en los últimos días descubrieron con sorpresa que el colectivo cambió sus tradicionales colores rojo y amarillo por un blanco con líneas celestes y verdes, igualito al que tienen el 6 y el 50. Detrás del cambio no hay una razón estética, sino el avance del grupo Dota sobre el negocio del transporte urbano en la ciudad de Buenos Aires.
La 150 tiene dos ramales que unen Retiro con Villa Madero y Lugano. Hasta ahora pertenecía a la empresa Transportes Automotores Riachuelo (Tarsa), que continúa operando otras dos líneas: la 100 y 115, que conservan los tradicionales colores rojo y amarillo.
Su nuevo dueño es la empresa Nudo, que en realidad es un joint-venture entre el grupo Dota y la firma Nuevos Rumbos (que a su vez controla a la línea 132). Nudo opera las líneas 6, 50 y 107, y sus colectivos se distinguen por su color blanco.
En forma directa, Dota controla a más de treinta líneas de colectivos, incluida la emblemática empresa Monsa, concesionaria de la línea 60. Esta última pasó hace unos meses a manos de un consorcio liderado por Dota y en el que también participan en forma minoritaria la compañía rosarina Bus Rosario -que en Buenos Aires ya opera la línea 41- y a la bonaerense Micro Omnibus Tigre, que explota varios ramales en la zona norte del Gran Buenos Aires.
Dota nació a partir de la operación de la línea 28, con la razón social Doscientos Ocho Transporte Automotor y, en la actualidad, está controlada por un grupo empresario liderado por José Faija y Luis González. La mayoría de sus colectivos se pueden identificar por contar con el dibujo de una abeja gigante en el costado de sus unidades, como ocurre en los casos de las líneas 28, 5, 117 o 101.
Dota también tiene un pie en el negocio de las terminales de colectivos, ya que controla a la firma Megacar, que es el representante oficial en la Argentina de la compañía brasileña Industria Agrale.
Poder de negociación
El interés de Dota por crecer en el negocio de los colectivos no se explica por los números que ofrece la mayoría de las empresas de transporte en la Argentina -de hecho, Monsa cambió de dueño como consecuencia de que arrastraba un pasivo de más de 250 millones de pesos-, sino por los millonarios subsidios que reciben las compañías de parte de la Secretaría de Transporte.
En el sector admiten que la única forma de que una línea de colectivos sea rentable es gracias a los fondos que reciben de parte del Estado.
"Lo que hace es Dota es ganar volumen para sentarse en mejores condiciones a negociar con las autoridades el pago de los subsidios", explicaron en una empresa competidora.
En promedio, cada uno de los 9516 colectivos que circulan por la ciudad -según datos a diciembre último de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT)- recibe 3410 litros de gasoil a precio diferencial, lo que da un total anual de 40.870 litros. Si el transportista tuviera que pagar ese combustible, necesitaría desembolsar $ 147.118. Sin embargo, gracias al precio subsidiado paga $ 39.640; del resto, $ 107.478, se hace cargo el Estado.
A esa cifra habrá que sumarle una transferencia en efectivo que desde 2002 reciben los dueños de las líneas para hacer frente a los mayores costos -mucho mayores- con una tarifa prácticamente congelada. En promedio, cada colectivo que circula por la Capital Federal -numerados del 1 al 200- cobra para andar 23.367 por mes, lo que da un total anual de 280.410.
Concentración
La concentración del negocio del transporte urbano de pasajeros es un fenómeno de la última década y no casualmente se trata de un proceso que fue paralelo a la institucionalización de los subsidios. Hasta mediados de la década del 90, en la Capital Federal operaban 140 líneas de colectivos que pertenecían a más de 130 empresas. En su gran mayoría, estas empresas eran sociedades de componentes, en las que los choferes de los colectivos eran los propios dueños de las unidades.
Junto con Dota, el otro jugador relevante en el negocio del transporte urbano porteño es el grupo Plaza, que controla una línea de decenas, que en la mayoría de los casos tienen sus colectivos pintados de rojo.
Un escalón más abajo se encuentra la empresa La Nueva Metropol -de capitales misioneros- que opera los colectivos 65, 195 y 228, y hace unas semanas presentó la línea Plus 194, que une Once y Puente Saavedra, con un servicio premium.
Frente al avance de los grandes grupos, en el mercado igual sobreviven algunas sociedades de componentes, como SurNor (línea 15), Transporte Colegiales (42) o Empresa Tandilense (152).
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