Avance legal de la marihuana en EE.UU.replantea la narcoguerra en México
CIUDAD DE MÉXICO—A medida que el uso legal de la marihuana se extiende rápidamente por Estados Unidos, los legisladores mexicanos están dando pequeños pasos para despenalizar su consumo en un país donde la guerra contra las drogas ha cobrado más de 100.000 vidas durante la última década.
La creciente disparidad en la legislación sobre estupefacientes está alimentando un debate en México sobre la eficacia de la prolongada batalla del gobierno contra los poderosos carteles del narcotráfico en momentos en que más y más regiones estadounidenses renuncian a la pelea.
En los comicios del 8 de noviembre, los votantes de los estados de California, Massachusetts, Nevada y Maine aprobaron el uso de la marihuana con fines recreativos. El uso medicinal del cannabis fue también aprobado en Arkansas, Florida y Dakota del Norte. En total, alrededor de 21% de la población de EE.UU. puede tener acceso legal a la marihuana recreativa.
El Senado de México legalizó el 13 de diciembre el cultivo de marihuana con fines farmacéuticos y científicos, pero no abordó los llamados para permitir el uso recreativo.
“Estamos retrocediendo en comparación con California y otros lugares”, dice Armando Santacruz, un empresario de Ciudad de México que fue uno de los cuatro demandantes favorecidos en un fallo de la Suprema Corte de Justicia de México el año pasado que les permitió cultivar marihuana para uso personal.
La decisión del tribunal se limitó sólo a Santacruz y los otros tres demandantes. Desde entonces, más de 350 personas han presentado peticiones para consumir o cultivar marihuana para uso personal ante el organismo nacional que regula las sustancias controladas. La entidad indicó el 16 de diciembre que no aprobará ninguna solicitud para uso recreativo.
Un problema, dicen los expertos, es la capacidad de resistencia de los grupos de delincuencia organizada de México. Pese a que el cultivo de la marihuana está en auge en California y en otras partes de EE.UU., las bandas de narcotráfico de México siguen siendo los principales proveedores extranjeros de la droga para los consumidores estadounidenses.
Aunque menos potente que la variedad estadounidense, la marihuana mexicana se vende a precios mucho más bajos. Si bien las pandillas se han diversificado desde hace mucho tiempo a la más lucrativa cocaína de América del Sur y la heroína y las anfetaminas producidas en México, el comercio de la marihuana continúa proporcionando un flujo estable de ingresos, de acuerdo con autoridades mexicanas y estadounidenses.
En lugar de expulsar a las pandillas del negocio, la legalización del cultivo y el consumo de marihuana podrían darles las llaves a un mercado de drogas lucrativo y lícito.
“Tendrán los cultivadores y la red de transporte”, dice Mike Vigil, ex director de operaciones internacionales de la Administración para el Control de Drogas de EE.UU. (DEA, por si siglas en inglés).
Se prevé que las bandas mexicanas de narcotraficantes mantengan en el corto plazo una influencia dominante sobre la importación y la distribución al por mayor de la marihuana y otros estupefacientes en EE.UU., señaló en noviembre la DEA en su evaluación anual sobre la amenaza de las drogas.
No obstante, el creciente cultivo legal en EE.UU. junto con la despenalización del uso podrían a la larga acabar con las exportaciones de la hierba de México. A medida que los precios bajan, “no vale la pena el riesgo por lo que ganan por kilo”, afirma Alejandro Hope, un experto en seguridad pública que era analista sénior de Cisen, la agencia de inteligencia civil de México. “En el momento en que deja de ser rentable, habrá un colapso. No estamos lejos de eso”.
Bajo este escenario, México podría sufrir daños colaterales, dice Roberto Gil Zuarth, senador del conservador Partido Acción Nacional que dirigió los debates legislativos sobre las regulaciones de la marihuana.
“La legalización de la marihuana crea un muro invisible para los exportadores de drogas de México”, manifiesta. “Frente a un aumento de sus existencias, podrían deshacerse del producto en los mercados internos o diversificarse a otras actividades delictivas”.
Una legalización paulatina en México seguiría el ejemplo de otros lugares, añade, y daría tiempo para que las instituciones se adapten y los impactos sean evaluados.
El cultivo de marihuana, junto con campos de amapolas y laboratorios para producir metanfetamina, sostiene a comunidades a lo largo de franjas enteras de México. Las principales áreas productoras incluyen el llamado Triángulo Dorado del noroeste de México, montañas accidentadas que albergan al poderoso Cartel de Sinaloa, encabezado por Joaquín “El Chapo” Guzmán hasta su arresto más reciente este año.
El ejército y la policía de México incautaron más de 450 toneladas de marihuana en el último año y erradicaron unas 2.400 hectáreas de cultivos, según el gobierno. La Patrulla Fronteriza de EE.UU. confiscó más de 750 toneladas de cannabis mexicano en la frontera en el año fiscal 2015, según estadísticas oficiales.
Ahora que más estadounidenses están dispuestos a aceptar la legalización de la marihuana, destacadas figuras públicas, como el ex secretario de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda, dicen que las fuerzas de seguridad mexicanas deberían hacer la vista gorda a la droga. Eso podría proporcionar a México un arma de presión contra un gobierno de Donald Trump que tiene el propósito de renegociar el tratado de libre comercio y edificar un muro a lo largo de la frontera.
La oficina del presidente Enrique Peña Nieto dice que México, “como un país con responsabilidad global”, debe cumplir los tratados internacionales mientras que las discusiones sobre la política de drogas continúan a nivel hemisférico.
Aunque el uso médico de la marihuana ha recabado apoyo entre la mayoría de los mexicanos, las encuestas de opinión muestran que la despenalización del uso recreativo sigue siendo muy impopular. Es poco probable que propuestas de legalización más amplias avancen pronto en el Congreso mexicano, dice Raúl Benítez Manaut, experto en seguridad nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Podrías ver que el debate tenga lugar en dos o tres años, pero es probable que se dé estado por estado y en áreas con un electorado liberal, como Ciudad de México”, agrega Benítez Manaut.
Dudley Althaus y Santiago Pérez
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