“Autopsia”: los errores que el FMI no quiere repetir podrían condicionar las negociaciones por la deuda
El Gobierno festejó el análisis que hizo el organismo sobre el acuerdo stand-by, pero en ese documento también se advierten varias lecciones que no se quieren volver a cometer
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Con el hashtag #DeudaIrresponsable, varios funcionarios del Gobierno festejaron el informe que dio a conocer ayer el FMI acerca del préstamo que se le hizo a la Argentina durante la administración de Mauricio Macri. En un video de 30 segundos que los funcionarios publicaron en sus redes sociales, señalaron que el FMI reconoció que el anterior programa “fracasó” y ahora “todo el pueblo argentino debe hacerse cargo de una deuda irresponsable”. Esta euforia, sin embargo, puede volverse un boomerang para el Gobierno de cara a las negociaciones con el Fondo, ya que el análisis del organismo concluyó varios errores que no quiere volver a repetir.
En la sección de conclusiones del informe se lee que “los directores [del FMI] destacaron varias lecciones para los programas respaldados por el Fondo: primero, es esencial que incorporen supuestos realistas”. Si bien se trata de un análisis técnico de revisar el anterior programa, la primera reflexión parece tener como destinatario al ministro de Economía, Martín Guzmán. En el fallido proyecto de presupuesto que presentó al Congreso, el economista estimaba para el año próximo una inflación del 33% y un crecimiento de la economía del 4% del PBI, cuando el promedio de los analistas proyectan una inflación del 52% y un crecimiento del 2% del producto.
En la revisión que hizo el economista noruego Odd Per Brekk también se concluye que el gobierno anterior pospuso la implementación de reformas estructurales y que ese fue uno de los causantes de por qué no se cumplieron con los objetivos del programa. La administración anterior creía que hacía falta más validación política para avanzar en reformas profundas y por eso le propuso al FMI implementarlas luego de las elecciones de 2019, si se lograba la reelección.
En este sentido, el Fondo también reconoce que, al momento de firmar el acuerdo, no había seguridad de que el programa iba a tener continuidad política. Es decir, ocurrió uno de los riesgos que se habían planteado: la gestión que le siguió a Macri dio por terminado lo acordado anteriormente. Por eso, antes de firmar un nuevo acuerdo, el FMI le pide a Guzmán que sea aprobado en el Congreso con alto respaldo, donde están representados todos los partidos políticos, para que ninguno pueda desconocer el programa si llega al Poder Ejecutivo.
El informe del FMI critica también que en el primer acuerdo con la administración de Macri no se solicitó un ritmo de consolidación fiscal más acelerado. Este punto después se modificó en el segundo acuerdo, cuando el Fondo amplió el préstamo de US$50.000 millones a US$57.000 millones, tras nuevas negociaciones. De hecho, se redujo el déficit en 4% del producto.
“Más importante que el pasado, de cara al presente hay dos ‘lecciones’ que el Fondo dice haber aprendido del programa anterior: 1) Sin supuestos realistas, no tiene sentido. 2) Sin voluntad de reformas profundas, difícil resolver problemas estructurales”, tuiteó esta mañana Hernán Lacunza, el último ministro de Hacienda que negoció con el FMI antes de Guzmán.
La visión de los analistas
Claudio Loser, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI entre 1994 y 2002, señala que, a raíz de las conclusiones del informe, el organismo “le va a pedir más definiciones” al Gobierno. “El Fondo solicitará más acciones por parte de la Argentina y que haya consensos. No quiere decir que, dado el lenguaje que veo, pida un programa durísimo. Pero la Argentina tiene que definir cosas, poner objetivos razonables y que sean sustentables de alguna manera. Le va a pedir más precisión y no vaguedades”, indicó.
En el informe, el FMI se refiere al ownership [propiedad] del programa, que significa que el gobierno anterior tuvo margen de acción para diseñar su propio plan. “Desde hace 30 años está la discusión dentro del organismo sobre cuánto margen de maniobra tienen los gobiernos para definir sus programas. Cada vez se les da más libertad de acción, que sean ellos los dueños del programa. Seguramente suceda lo mismo con la actual gestión, pero tiene que ser un programa creíble y razonable”, dice Loser.
Héctor Torres, representante argentino ante el FMI en dos oportunidades, indica que el organismo “saca algunas lecciones de errores cometidos, que en el próximo programa intentará evitar”. En particular, se refiere a la reflexión que hace el Fondo sobre el “demasiado optimismo” que había en la gestión anterior y en el “respeto que se le tuvo al ownership”. También dice que “no se puede ignorar” que el FMI haya hecho hincapié en que ”no se logró restaurar la confianza [de los inversores] porque no se hicieron reformas estructurales para atacar los problemas estructurales”.
“El FMI será flexible en algunas cosas. No quiere repetir algunos errores, como fue el de aplicar políticas que no estaban bien adaptadas a la situación del país. Por ejemplo, la medida de pensar que la inflación se podía combatir con altísimas tasas de interés en una economía bimonetaria. También consideró un error no haber pedido un avance más rápido de la consolidación fiscal. El informe es bastante objetivo, aunque le falta algo elemental: no explica cómo el FMI aceptó esas ‘líneas rojas’ del gobierno anterior. Seguramente porque no puede decir que tuvo ayuda del gobierno norteamericano. En estas negociaciones, habrá más peso de las condiciones técnicas que de las políticas, exactamente al revés de lo que ocurrió anteriormente”, comentó.
Para Diego Ferro, director del fondo M2M Capital, “usar de manera política el informe no puede traer ninguna buena consecuencia, tal vez ayude desde el punto de vista electoral”. El economista dice que el problema principal es que “la Argentina sigue sin tener un plan” y que “nadie puede sentarse a tener una discusión de una renegociación sin un programa”.
“El FMI debe estar desesperado de que le presenten un plan medianamente creíble. El documento en sí mismo se refiere al pasado. Que el Gobierno lo intente utilizar refuerza la falta de seriedad de la Argentina de tomar un documento técnico como una herramienta política. La plata del FMI va a los países, no a los gobiernos”, indicó Ferro.
“La Argentina necesita un plan medianamente creíble para empezar a tratar los desequilibrios. Guzmán lo reconoce, pero dice que hay una restricción política de usar la palabra ajuste. Por eso hay que hacer todo de manera que la gente no lo note y se pronostica una inflación del 20%. Mientras se le guiña el ojo al FMI al decirle que espera una inflación más alta y que de ahí tendrá los mayores ingresos. No demuestra una actitud seria del país”, concluyó Ferro.
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