Aumenta la confianza en Europa pese a la debilidad de sus economías
Aunque se acumulan los indicios de que los mercados financieros sienten que la crisis de la zona euro se está disipando (el euro casi llegó a su máximo nivel de los últimos 10 meses la semana pasada), la fragilidad de la economía real sugiere que sólo se trata de una remisión.
Hay señales positivas. Los bonos soberanos de España e Italia se han fortalecido durante seis meses y las agudas tensiones en el sistema financiero de Europa se han aliviado.
Los apremiantes temores de una catastrófica disolución del euro han desaparecido y se ha instalado una cierta confianza de que si se coloca dinero en los países de la periferia de la zona euro, "lo recibirá de vuelta en la moneda con la que empezó", dijo Christine Johnson, inversionista de bonos en Old Mutual Asset Managers, en Londres. La estratega atribuye el cambio a la promesa que Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, realizó en julio de hacer lo que fuera necesario para salvar el euro.
Pero el optimismo en los mercados financieros aún no se ha visto correspondido con una recuperación en las economías del bloque. Alemania, la mayor economía de la Unión Europea, anunció una caída anualizada de 2% del Producto Interno Bruto en el cuarto trimestre, según una estimación oficial divulgada la semana pasada. Los economistas prevén que el país reanude un crecimiento moderado en el primer trimestre, pero la zona euro sigue inmersa en la recesión.
Los motivos subyacentes de la crisis europea tampoco han desaparecido, advirtió Jürgen Michels, economista de Citigroup, en Londres. Si regresan las dudas sobre la solidez de los gobiernos y el sistema bancario, añade, "creo que este entorno optimista que tenemos ahora cambiará rápidamente".
Aún así, detrás del vigor de los mercados hay algunos cambios reales, tanto en el flujo del dinero que causó la crisis, como en la disposición de las instituciones para combatirla.
Los países más atribulados, como España, Portugal e Italia, están reduciendo su dependencia del financiamiento externo para apuntalar sus economías, una tendencia que los hizo vulnerables cuando ese capital huyó de sus mercados. La promesa de Draghi también convenció a los inversionistas de que la crisis no terminará en catástrofe.
Los inversionistas de los países con mayores ahorros en el norte de Europa han dejado de retirar su dinero del endeudado sur y algunos están volviendo al mercado. Esta demanda ha ayudado a los bancos y gobiernos del sur de Europa a disfrutar de un costo de endeudamiento menor que el año pasado. Los bonos españoles a 10 años cerraron el viernes con un rendimiento de 5,05% y los de Italia con uno de 4,1%. Hace apenas seis meses, el porcentaje era dos puntos más alto en ambos casos. Las acciones de los bancos y otros activos también han experimentado una fuerte alza durante ese lapso.
El repunte de los mercados, no obstante, guarda poca relación con la economía real. Las empresas del sur de Europa siguen desesperadas por conseguir fondos, lo que impide que realicen las inversiones y contrataciones necesarias para impulsar una recuperación.
La producción industrial en la zona euro cayó 3,7% en noviembre comparado con el mismo mes de 2011, informó la Unión Europea. Italia, España, Portugal y Grecia reportaron caídas frente a octubre.
No se espera que el PIB recupere los niveles previos a la crisis en varios años. Eso es importante porque la capacidad de los consumidores, empresas y gobiernos para pagar la totalidad de sus deudas depende de sus futuros ingresos. La probabilidad de que la zona euro sufra una década perdida sugiere que, a largo plazo, la carga de la deuda externa podría ser demasiado onerosa para algunos países.
Y aunque la recesión abarata la mano de obra en España y Grecia, lo que podría estimular las exportaciones y, a la larga, el empleo, muchas de las severas reformas necesarias para aumentar la productividad necesitarán tiempo y paciencia, opinó Nick Kounis, director de investigación macroeconómica de ABN Amro. "Todavía queda un largo camino por recorrer", manifestó.
—Fiona Law contribuyó a este artículo.
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