Asoman señales de pragmatismo
Para fines de esta semana o comienzos de la próxima, los equipos técnicos de Alberto Fernández tienen previsto levantar el perfil con algunas reuniones externas. Después del estratégico silencio de los últimos días, la idea es dar a conocer algunos detalles de las medidas que piensan aplicar no bien se hagan cargo de la gestión, el 10 de diciembre. Sin estar saldada la interna dentro de la coalición peronista, en algunos temas empieza a asomar el pragmatismo.
Más allá de los nombres -cada vez hay más confirmaciones-, hay grandes lineamientos definidos. No necesariamente van en línea con algunas de las ideas que podrían estar circulando en el Instituto Patria, algunas de las cuales trascendieron en una charla privada con empresarios la semana pasada y se viralizaron entre signos de exclamación. En todo caso, lo que está claro es que no habrá grandes decisiones económicas o políticas que puedan quedar fuera del tamiz del propio Fernández. Y no son pocos los frentes que deberán atacarse en el corto plazo.
En materia económica, uno que preocupa sobremanera a propios y ajenos es cómo hará el gobierno del Frente de Todos para cubrir los vencimientos de deuda en pesos pendientes en el último tramo del año. No importa quién haga los números. Entre los economistas existe el convencimiento de que el próximo gobierno deberá emitir unos $300.000 millones en diciembre para poder cubrir gastos. La cifra no sería un problema si no fuera porque la millonaria emisión de billetes deberá hacerse en un momento en el que la gente desconfía del peso. La realidad es que, con más o menos probabilidad, la idea de que una hiperinflación pueda desencadenarse en el país no suena entre los economistas como algo completamente descabellado.
En el grupo de técnicos que acompañan al presidente electo no son ajenos a este debate. "Nadie va a poner los pesos para que eso ocurra", afirma uno de los referentes de Fernández. "La demanda estacional de pesos en diciembre es importante. Sabemos que hasta cerca del 20 de enero se mantiene y que después esa liquidez se va devolviendo en febrero. Y ahí usaremos instrumentos de esterilización", aclara, no sin antes quejarse por la ingenuidad con que se los juzga en materia monetaria.
Entre algunos de los economistas que acompañan a Fernández no se descarta, sin embargo, que haya que buscar una nueva solución -un "re-reperfilamiento"- para las letras que el Tesoro tiene emitidas tanto en pesos como en dólares. Hasta fin de año, quedan pendientes vencimientos por unos US$2000 millones. Tras el reperfilamiento anunciado por Mauricio Macri, se generó además una concentración de vencimientos en 2020, que es todo un desafío de cubrir en un escenario en el que no hay crédito local ni externo. Los vencimientos de letras suman el año próximo US$14.200 millones, de los cuales el 55% se pagan en los primeros cuatro meses del año. Quienes frecuentan las oficinas de la calle México admiten que el "re-reperfilamiento" sería una medida que les gustaría ver en cabeza de la gestión Macri. Pero no se formalizaron pedidos ni hay mucha intención en el gobierno actual de ir en esa dirección.
Con el supercepo que se instauró tras las elecciones presidenciales, las reservas servirían para cubrir otras obligaciones privadas en moneda extranjera, al menos hasta que se negocie un canje con los tenedores de deuda privada, y para seguir atendiendo la salida de depósitos en moneda extranjera. Si hay algo que tanto Macri como Fernández tienen en claro es que políticamente un "corralito" es inviable.
La idea de un desdoblamiento cambiario no goza de demasiada aceptación tampoco entre los economistas del gobierno electo. Descuentan que el cepo seguirá vigente por un tiempo; al menos, estiman que hasta que las exportaciones de la Argentina no trepen a unos US$80.000 millones o US$90.000 millones anuales (hasta ahora se espera que este año terminen en torno a los US$70.000 millones).
En el Frente de Todos no descartan sentarse con las grandes compañías cerealeras para que anticipen en diciembre y enero los dólares de la liquidación de la cosecha gruesa. Algo similar a lo que hizo en su momento Alfonso Prat-Gay cuando levantó el cepo cambiario, en 2015, y consiguió que las cerealeras le adelantaran US$2000 millones. Las compañías ya tendrían en carpeta una contrapropuesta en caso de que en algún momento el nuevo gobierno las convoque. Saben que la idea de retenciones fijas de $4 por dólar ya tiene fecha de defunción.
Aunque al calor de la campaña hubo amenazas dirigidas al Fondo Monetario Internacional ("si no aflojan, buscaremos préstamos en China", dijo el ahora presidente electo), ninguno de los que participan de las discusiones económicas en el Frente de Todos toma demasiado en serio la posibilidad de romper con Washington para asociarse a Pekín. Admiten que será un desafío mantener buenas migas con ambas potencias -así como empezaba a serlo para Macri-, pero no piensan reemplazar el financiamiento de los organismos o romper con uno para caer en las redes de la potencia asiática. A China le podrán sobrar dólares, pero no tiene fama de acreedor fácil.
La llamada el viernes del presidente Donald Trump a Fernández -que llegó después de las gestiones de Jorge Argüello con la embajada norteamericana- le resta fuerza a la idea que había comenzado a calar dentro de la coalición de apuntar a una negociación dura con el FMI. Lo que sí parece claro en los equipos técnicos que rodean al presidente electo es que las conversaciones no serán bilaterales con los burócratas del Fondo, sino que más bien la estrategia es colocar el tema en la agenda bilateral de los países miembros.
Gustavo Beliz fue el elegido por Fernández para encarar el diálogo de transición con otros organismos, como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, aunque a fin de cuentas ambos suelen alinearse con el FMI, pero la figura de Beliz, quien de hecho trabajó en el BID los últimos años, es bien recibida.
Para tranquilidad de Estados Unidos, Fernández dejó trascender que no piensa abandonar el Grupo de Lima, aunque sí modificará la postura de la Argentina con respecto a Venezuela. Pero en la relación con Estados Unidos (y con el FMI) no solo pesa Venezuela, sino que algunos roces con la diplomacia norteamericana podrían surgir en caso de que se dé marcha atrás con lo que consideran fueron avances en materia de lavado de dinero y financiamiento del terrorismo (como la designación de Hezbollah como organización terrorista).
El nombre que Fernández elija para conducir la Unidad de Información Financiera (UIF) es, para Estados Unidos, un dato no menor. Aun a pesar de que no parece muy realista pensar que la Argentina seguirá pidiéndole ayuda al gobierno de Trump para la identificación de bienes de la corrupción, como lo hizo en la causa Cuadernos, con Daniel Muñoz.
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