Así se interpreta en el Ministerio de Economía la crisis financiera mundial
En el Gobierno creen que el cepo cambiario sirvió de amortiguador; pero aceptan que habrá un impacto por la reevaluación del balance de riesgos a nivel global; alivio al cierre del mercado
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El conservador camino que el Gobierno eligió para salir del cepo podría hacerse más largo. ¿Cuánto más? Dependerá de la duración y profundidad de la tormenta a nivel global que estalló en Japón y que se extendió al mundo. Además, sin poder atraer más dólares por la aversión global al riesgo, un país con prontuario -como la Argentina- encontrará piedras en el proceso de recuperación económica.
En el Gobierno siguen siendo optimistas a pesar del abrupto cambio de clima financiero. En el quinto piso del Palacio de Hacienda creen que las empresas privadas están logrando financiamiento a buenas tasas y que la Secretaría de Finanzas, gracias al brutal ajuste fiscal que lleva adelante el oficialismo, no lo requiere. El foco seguirá puesto en bajar la inflación y en recuperar -a través de la estabilización- la actividad.
Al cierre del mercado destacaban que, comparado con el mundo, había sido un “buen día” para el país. Los dólares y acciones se mantuvieron estables, y los bonos se recuperaron de sus caídas iniciales. “En días como este, la Argentina solía exponenciar las bajas”, dijeron en el Ministerio de Economía a LA NACION.
En el equipo de Luis Caputo describen que lo que se está registrando es una reevaluación del balance de riesgos a nivel mundial. Saben que ese movimiento tendrá un impacto. Japón fue solo el disparador. La imprevista suba de tasas de interés de su banco central, que cortó el chorro del carry trade global con el yen, maridó en las últimas semanas con malos datos de la industria y el empleo en EE.UU. que anticipan una recesión. Y falta para la próxima reunión de la Reserva Federal: será recién en un mes y medio. Se suma el polvorín en Medio Oriente, luego de la muerte del número uno de Hamas en suelo iraní.
En el Gobierno afirman que la Argentina -por la frágil situación que heredó el gobierno de Javier Milei- tiene insólitamente dos ventajas. Primero, no había logrado levantar las restricciones cambiarias, lo que podría amortiguar el golpe del cimbronazo financiero. El consenso entre los especialistas es que lo ideal -ante estas crisis- es que el tipo de cambio absorba el golpe y no la actividad (gracias al cepo). Muchos observan con recelo el mantenimiento del crawling peg al 2% en estos días de turbulencia. Pero la apuesta oficial es que la tasa de inflación -en plena desaceleración- se acurruque a ese ritmo.
Segundo, el “saneamiento” que se realizó del Banco Central (BCRA) que lidera Santiago Bausili en los últimos meses incluyó ir quitando del medio -a través de mecanismos de mercado- la participación de grandes inversores financieros de corto plazo en el mercado de capitales doméstico.
La decisión obedecía entonces a la preparación para una salida del cepo sin tener que avalar un brusco salto del tipo de cambio. A este camino, se agregó en las últimas semanas la “emisión cero”, que tiene como contrapartida la intervención en el CCL para controlar la brecha, que se movía por encima de lo esperado.
De persistir el malhumor financiero, en el equipo saben que el impacto será inevitable. Si el apetito por el riesgo global disminuye, la peligrosa Argentina -un país fuera del mercado voluntario de crédito hace años- tendrá más dificultades para atraer capitales. Y se necesitan dólares, no solo para levantar el cepo cambiario y comenzar un ciclo virtuoso basado en la inversión, sino también para pagar importaciones y sostener una recuperación. Este golpe se sumaría al que propina ya la fuerte baja del precio de la soja.
El Gobierno trabajaba en un puente: ganar tiempo sumando nuevas inversiones -dólares- vía RIGI y divisas, a través del blanqueo. Este era el camino elegido para esperar hasta que el Fondo Monetario Internacional (FMI) tomara en consideración los cambios que se registran en la política norteamericana, donde Donald Trump puede volver al poder a comienzos de 2025. Hasta ese momento, era difícil que existieran “fondos frescos”, más allá de las garantías por el oro del BCRA o el repo que el Presidente admitió que se negocia.
Cambian las decisiones
La actual patinada global no tiene, por ahora, profundidad demarcada ni fecha de clausura. Pocos pudieron anticiparla. Lo que todos saben es que el impacto es generalizado. Un ejemplo que ya comienzan a poner algunos en el propio Gobierno sobre una operación que se considera clave: “El blanqueo puede traer dólares. Este contexto, ¿puede cambiar la decisión de alguien que iba a blanquear? Es poco probable, pero cambiaron los parámetros de inversiones y eso puede modificar todas las decisiones financieras”.
“Nos afecta, pero mucho menos que usualmente, dado el orden macroeconómico y que no tomamos medidas apresuradas como haber salido del cepo”, afirman en Economía. “Este mismo escenario con el sobrante de pesos que había y sin cepo hubiera sido una calamidad”, advirtieron cerca de Caputo.
Allí creen puede subir más el riesgo país, pero descuentan que no será incapacitante. “El Gobierno no necesita financiamiento y las empresas privadas lo están consiguiendo a tasas muy favorables. Lo importante es seguir bajando la inflación y que se recupere la economía. Eso no debiera verse afectado”, indicaron.
El combo perfecto
Los disparadores de las crisis globales nunca son uno solo y se sostienen en un marco, en un clima. La semana pasada, el Banco de Japón subió su tasa de interés a 0,25%. La decisión, la segunda alza en el año, sorprendió a los inversores. Muchos se apalancaban en el yen -lo tomaban casi a costo 0%- para invertir en otros activos a nivel global. El cambio implicó un rebalanceo financiero de las operaciones a nivel global. Sufrieron todos los activos, pero sufrirían más -dicen los que saben- aquellas más riesgosas.
“Japón [Nikkei] había subido mucho más que el Dow últimamente y que Europa. Había llegado a récords históricos, que no se veían desde los 80, y es una economía que por un tema poblacional no crece mucho. Tiene menos potencial que Estados Unidos o Europa y los emergentes. Eso quizás disparó el cambio de expectativas. A eso se suma el cambio de humor en EE.UU., que por ahí pegó más fuerte en Japón que en otras economías, pero es muy difícil explicar por qué cayó tanto”, dijo un exsecretario de Finanzas.
Lo claro es que no fue solo por una corrección técnica. La expectativa de recesión crece en EE.UU. luego de que la semana pasada se conociera que las tasas de desempleo pasaron de 4,1% a 4,3%, el nivel más alto desde octubre, y de que se difundiera, unos días antes, un dato decepcionante sobre la industria. La Reserva Federal de ese país (Fed) mantiene tasas de interés altas para luchar contra la reaparición de la inflación luego de que 40 años de estabilidad de precios se trastocaran por la pandemia. En el mercado algunos creen que se sobregiraron.
En la Fed dicen que tienen todo estudiado y dicen estar tranquilos. El presidente del Banco de la Reserva Federal de Chicago, Austan Goolsbee, buscó espantar fantasmas y dijo que la economía de su país no parece estar en recesión aún. Sin embargo, afirmó que las autoridades deben ser conscientes de la posibilidad de que el movimiento de los mercados esté indicando un cambio de rumbo de la economía.
“Si los movimientos del mercado nos dan una indicación a largo plazo de que estamos ante una desaceleración del crecimiento, entonces deberíamos reaccionar ante ello”, estimó.
Pero para la próxima reunión de la Fed todavía falta mucho, y el fly to quality de los inversores en el mundo complica a todos los países, pero impacta más en aquellos más riesgosos. La Argentina sigue estando, por su extenso historial de incumplimientos, en ese fatídico club. “Ese vuelo hacia la calidad también hace más costosa la salida del cepo”, coincidió un exministro de Economía.
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