Asamblea: la “maravillosa economía” que relató hoy el Presidente sin hacer ningún anuncio
Alberto Fernández dedicó una parte de su discurso a repasar cifras fuera de contexto y caprichosas; no hubo ningún anuncio para la economía que viene
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Los ciudadanos argentinos deberían quedarse tranquilos después de escuchar al presidente Alberto Fernández. La economía crece, el empleo es récord, la inflación es un tema de décadas, no un problema actual, la obra pública empuja como nunca, el turismo y el mercado interno no frenan y las reservas del Banco Central se cuidan como tesoro. Con semejante buenaventura, ¿para qué sería necesaria alguna medida en materia económica?
Así fue el eje del discurso de dos horas y media del Presidente ante la Asamblea Legislativa. Se trató de un compendio de cifras caprichosas –muchas de ellas inexactas– y ningún anuncio. O mejor dicho, sí hubo uno: el llamado a licitación para dragar el canal Magdalena, una obra menor que daría, en caso de que avance, mejor ingreso a los puertos cercanos a La Plata.
De ahí que, si realmente el Jefe de Estado está convencido de los números fueron compilados en la primera parte del discurso, para qué cambiar el rumbo. Según su teoría, los logros de su administración no han podido conocerse debido a que los medios no le han trasmitido a la sociedad el esplendor de su gestión. “Hemos soportado una sistemática acción de desinformación de las políticas que se llevaron adelante desde el Gobierno Nacional”, dijo a poco de empezar.
Como “esa suerte de cerco informativo fue muy difícil de eludir dados los niveles de concentración que existen en el sistema”, sus logros quedaron sin publicidad. “Todos y todas tienen derecho a opinar sobre los hechos o proponer interpretaciones sobre los mismos. El problema es que hemos visto la tergiversación de la realidad de manera intencional y, lo que es peor, hemos visto mentir con total impudicia”, argumentó.
Dicho esto, y ya sin la interlocución de los medios, verdaderos culpables, empezó a referirse a sus méritos y a enumerar sus logros: “Puedo hablar con ustedes francamente de la pobreza, de la inflación, de la inseguridad y de los bajos ingresos. Entiendo el malestar y la queja de los más débiles. Pero también veo lo que está bien, y cómo se oculta, y cómo se intenta generar desánimo y malestar”.
De acuerdo con su repaso, la economía volvió a crecer durante 2022 y registró un aumento de 5,4%. De este modo, sumamos más crecimiento al 10,3% que se registró durante 2021. Somos uno de los países que más creció en estos dos últimos años”, dijo. Bien podría detenerse en estos números.
El dato de 2021, de 10,3%, no es más que recuperar el anómalo 2020, año en el que la pandemia afectó toda la producción, la actividad y el consumo. Ese rebote, después de apagar el país por el Covid y para luego prenderlo cuando se aflojó la cuarentena, dejó alguna aceleración para el siguiente 2022.
No hay datos de PBI de 2022 aún –el Presidente dijo que se creció 5,4%–, pero sí hay datos del EMAE, un indicador que mide la actualidad y que suele adelantar el PBI. Según este documento oficial, efectivamente hay una expansión de ese tipo, pero en los últimos cuatro meses la caída es fuerte. Solo para exponer un dato: “En diciembre de 2022, el estimador mensual de actividad económica (EMAE) decreció 1,2% respecto al mismo mes de 2021″, dice el informe oficial del Indec. Pues esa es la tendencia que arrastra para 2023.
Pero se podría ahondar más en ese número. El EMAE, que es un indicador cuya base 100 es de 2004, registró en diciembre 144,3 puntos. En 2017, el año con mejores números de Mauricio Macri, ese número llegó a 168, y en julio de 2019, cuando se celebraron las PASO que consagraron a Fernández como presidente virtual, estaba en 146. En diciembre de aquel año, terminó en 132,3.
Así, con esta metodología se podría ir por varios de los números que repasó el Presidente. De hecho, todas las comparaciones se hicieron contra 2019. En aquel año hubo dos hemisferios: antes y después de las PASO. Si la comparación es contra julio, las cifras que presentó el Presidente cambian, y lo hacen mucho; si la comparación es contra diciembre, tienen algo más de asidero.
El lector podrá definir si aquella caída fue producto de Macri y sus medidas de ajuste o si fueron consecuencia del regreso del kirchnerismo al poder.
Un ejemplo concreto de estas “pseudo verdades” a las que acudió el jefe de Estado es el momento en que se refirió a YPF. “La cotización de YPF, tanto en el ámbito local como en el internacional se multiplicó por cuatro en este último tiempo, reflejando la marcha de la empresa y la confianza de los inversores”, se entusiasmó. Sin embargo, lo que no dijo es que ese multiplicador es en pesos, no en dólares.
Pero si se quisieran revisar los números concretos, pues habría que medirla en dólares. Si se hace ese simple ejercicio que el Presidente no hizo, podría apreciar que el viernes 9 de agosto de 2019, cuando el mercado no preveía un triunfo tan determinante del Frente para la Victoria en las internas abiertas, la acción valía 16,68 dólares. El 11, Alberto Fernández se impuso y el 12 de agosto la acción se desplomó. En diciembre, cuando asumió, el papel estaba en 11 dólares. Mientras hablaba en la Asamblea su empresa modelo cotizaba 11,88 dólares. Nada se cuatriplicó, salvo el precio en pesos, como casi todo en la economía luego de 300% de inflación acumulada en su gestión.
También se podría hablar de la inversión que, según dijo, creció a niveles de primer mundo. “La inversión pública ejecutada por la Administración Nacional durante el ejercicio 2022 disminuyó en términos reales del 38,3% año contra año”, dice el último informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso. Si se mira la funcionalidad del gasto, tres sectores concentraron más de la mitad de las erogaciones (59%): transporte, vivienda y urbanismo y agua potable. “Todas disminuyeron en términos reales con relación a la ejecución de un año atrás, 23,6%, 54,5% y 54,7%, respectivamente”, dice la oficina del Poder Legislativo que mira los números de la Administración Pública. Pese a estos números oficiales, Alberto Fernández habló de una enorme expansión.
Podrá el lector sentir que solo se habla del pasado y que más allá de estas diferencias, lo que importa es lo que viene. Pues el juego del espejo que retrocede, y distorsiona, que propuso el Presidente en su último discurso en la Asamblea. No hay nada más que lo que ya existe para este año si se analiza cada una de las palabras presidenciales. Demasiado poco para un país que ya no soporta un 100% de inflación, una presión impositiva agobiante, un gasto público que volvió a crecer, un mercado laboral que no crea empleos de calidad desde hace 10 años y una pobreza que de a poco se acerca a 40%.
Pero eso poco importa. El país de las maravillas económicas que Alberto Fernández ve en su espejo, no necesita ningún retoque. Apenas algo cosmético: dragar el canal Magdalena. Luego siguió con su agenda, hasta que en esa Argentina que sólo ve el Presidente y algunos pocos más, se cortó la luz.
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