Argentinos en España: aprovechan la baja de precios para abrir su negocio propio
La pandemia bajó los valores de los inmuebles; buscan seguridad y estabilidad económica
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Hace tiempo que Jorge Moliné y Paola Montaldo estaban procesando la idea de irse a vivir a Europa, un plan que tenían de más jóvenes, pero que, con 43 años y dos hijos en edad escolar, todavía seguía vigente. En la Argentina no sufrían grandes problemas económicos, pero les asustaba la creciente inseguridad que sentían. Finalmente, el 26 febrero de 2020, pocos días antes de que comience la cuarentena estricta en España, armaron ocho valijas y, con muchas ganas, se instalaron en Málaga. El mes pasado pudieron inaugurar su restaurante, Terraza de Las Flores, en el centro turístico de la ciudad.
“Uno planifica, pero nunca sabe lo que pasará al segundo siguiente”, dice Moliné con relación al confinamiento estricto que aplicó España a los 15 días de llegar. Igualmente, llegaron a tiempo para realizar los trámites para tener la residencia. Toda la familia tiene la ciudadanía europea, lo cual facilita los papeles para cualquier argentino que quiera radicarse allá.
En la Argentina, Moliné había sido empleado bancario durante 25 años, al igual que su mujer, y se desempeñaba como gerente de sucursal. “En España sabíamos que no íbamos a poder hacer nada con eso. Entre un argentino con un título y un máster y un español, eligen al último. Teníamos que ver qué hacer”, cuenta, hasta que surgió la idea gastronómica.
Como la familia Moliné-Montaldo, son varios los argentinos que en los últimos meses decidieron abrir comercios en España e instalarse definitivamente. En algunos casos, los proyectos nacieron previo a la pandemia, pero la mayoría fueron gracias a que la crisis derrumbó los precios de alquiler de los locales y eso les permitió ingresar al negocio con una inversión inicial menor.
Algunos son argentinos que vivían en el país y decidieron emigrar en busca de mayor seguridad y estabilidad económica. Otros ya vivían en Europa realizando otras profesiones, y prefirieron invertir sus ahorros en abrir un negocio en España antes que volver a la Argentina.
Este es el caso de Martina Ocampo (33), quien vivió en Francia y Bélgica los últimos nueve años, jugando al hockey profesional, y tras el reciente retiro, optó por instalarse en Madrid con su novia, Mey Paniza, para abrir el café OSOM.
“Siempre está la ilusión de volver a la Argentina, pero preferimos invertir en España porque hay más previsibilidad. La Argentina es muy inestable, todo cambia de un día para el otro, y eso hace muy difícil emprender. También en España las regulaciones y las condiciones son más claras y transparentes. En la Argentina, hay mucha burocracia innecesaria. España además te da ventajas impositivas, sobre todo en la fase inicial de un negocio. En la Argentina, apenas arrancas, ya te están cobrando impuestos. Por último, en España, la economía está más bancarizada y eso hace que haya menos informalidad”, compara.
Maximiliano Marangós (45) se mudó a España en 2018: vendió sus siete restaurantes, entre los cuales estaba el emblemático Jackie O de Las Cañitas (Palermo), y se instaló en Málaga. Hace dos meses creó la cuenta de Instagram “Emprender en la costa del sol”, por la cual asesora a argentinos que quieren emigrar para allá, y ya cuenta con 13.700 seguidores. “Málaga es la tercera capital de España, después de Madrid y Barcelona. Y es muy amigable con el idioma, a diferencia de otras ciudades. Por día, tengo cuatro videollamadas con interesados que quieren venir”, dice. Con él, se fueron su mujer y sus mellizos, quienes ahora tienen 14 años.
En primer lugar, Marangós señala que tener la ciudadanía europea es “la llave del paraíso”. “Hay otras visas de emprendedor, inversor, las no lucrativas, pero tener la ciudadanía facilita todos los trámites”, cuenta. Y explica que los precios de todos los locales bajaron mucho durante la pandemia, lo que posibilitó que sea más económico invertir.
“Por la pandemia, un comercio que valía 200.000 euros pasó a 60.000 euros. En los últimos meses, los valores se fueron incrementando, pero igualmente hay oportunidades. Para abrir un buen restaurante, se necesitan entre 100.000 y 150.000 euros, pero también existe el que viene a remarla con 40.000 euros”, explica.
Jimena Gudiño (40), nació en Córdoba, pero la mitad de su vida vivió en Buenos Aires, donde tenía una inmobiliaria. En diciembre pasado decidieron con su marido, Augusto Panichelli (45), quien tenía un estudio jurídico contable, y sus dos hijos de 14 y 11 años, mudarse a Málaga. Allá abrieron la inmobiliaria Detres.
“Pensábamos irnos a Barcelona, pero el catalán nos frenó bastante. El año pasado, en plena pandemia, decidimos venirnos. Después de tanto tiempo encerrados, sentíamos que el sistema nos agobiaba. Amamos la Argentina y fue muy difícil la decisión. Para la familia fue un shock cuando les contamos. Fue una decisión nuestra familiar, por eso le pusimos aventura familiar, para buscar más tranquilidad. Nos daba miedo Buenos Aires, veíamos que la gente estaba muy enojada. Se lo planteamos a los chicos y estaban superentusiasmados por la idea. No nos fuimos por temas económicos, vinimos a buscar calidad de vida”, cuenta.
Lucrecia Matteri (33) estudió ingeniería en alimentos y vivía hace siete años en Londres junto con su pareja, cada uno trabajando para grandes empresas corporativas (Danone y Asahi), cuando decidieron renunciar a sus empleos y abrir el local Rincón Amapola, de delicatessen en Madrid, en la zona de Salamanca. Venden desde legumbres, frutos secos y conservas hasta mantequilla de frutos secos, alfajores argentinos y yerba.
“Volver a la Argentina en este momento, con la crisis que hay, no es una posibilidad. Me parece que no vamos a volver en el futuro cercano. En esta época está duro”, admite.
Francisco Rotta (29) trabajaba hace tres años como disc-jockey en Ibiza cuando la pandemia dejó desierta la ciudad y se mudó a Barcelona, anticipando que el mundo de la música iba a estar frenado por mucho tiempo.
“Por suerte, armamos este proyecto, Frambons, con Agustón Barich (24), en septiembre pasado. Abrimos un local con una fábrica adentro para hacer chocolates con frambuesas. Los precios de alquiler de los comercios bajaron muchísimo, y estamos pagando el mismo valor del local de enfrente, que es un tercio de los metros cuadrados que tenemos nosotros”, cuenta. Desde su apertura, ya vendieron más de 25.000 potes y hay 50 tiendas en todo España que los ofrecen.
La moda de los bares speakeasy (ocultos) en Buenos Aires también se trasladó a Madrid. Los argentinos Bernardo Bongiovanni y Mariano Amor decidieron abrir La Santoría, en noviembre de 2019. El objetivo era buscar estabilidad económica después de los duros años de crisis en la Argentina.
Bongiovanni tenía la experiencia de haber trabajo en la Argentina en los bares Nicky Harrison y Uptown, mientras que Amor había sido gerente comercial de la marca de ropa Ona Saez durante 17 años. Eligieron España por la comodidad de la cercanía cultural y del idioma.
“La idea era abrir un bar clásico, pero nos dimos cuenta de que hacer un bar español no nos iba a salir bien, no somos españoles. Por eso abrimos este bar que tiene mucho de identidad latina, con música bossa nova, y a la vez es una experiencia por su ambientación y la oferta de cócteles. Durante el confinamiento usamos el ingenio argentino y creamos una página take away, con cócteles para llevar, y creamos una línea de remeras para vender”, cuentan.
En promedio, todos los argentinos coinciden en que facilita los trámites tener la ciudadanía europea y que abrir un comercio en España cuesta desde 30.000 euros (si es una heladería, por ejemplo) a 150.000, si es un buen restaurante.
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