Ángeles Gavilán: “Nunca es demasiado tarde para repensarse”
La directora del Centro D’Alfonso ayuda a adultos que están buscando un cambio profesional a encontrar la esencia de su verdadera vocación
No hay edad para animarse a cambiar de profesión o trabajo. Tampoco para elegir una vida en plenitud. Eso concluye la psicóloga María de los Ángeles Gavilán cada vez que un adulto se anima a iniciar el proceso de reorientación vocacional del Centro D’Alfonso, que dirige hace 30 años.
"Nadie debe convertirse en otra persona. Tienen que descubrir la vía de retorno a lo más original de sí mismos", asegura la creadora de la institución. Y explica que ella misma encontró el significado de su vida ayudando a los demás a encontrarle un sentido a sus vidas, parafraseando al neurólogo Viktor Frankl.
En su oficina tiene las primeras entrevistas con los adultos que desean hacer la reorientación vocacional. Más tarde, los consultados circulan por otras salas para completar su proceso junto a un equipo de profesionales. El ambiente del lugar es inspirador: hay mesas blancas con lápices de colores y ventanales que dan a una terraza con plantas. El silencio es absoluto.
–¿Cuál es el perfil de quienes hacen la reorientación vocacional?
–Nos consultan mujeres y hombres por igual, de los 26 años en adelante. No hay un límite de edad para profundizar sobre el sentido de nuestras vidas, mucho menos hoy que vivimos 37 años más que nuestros bisabuelos. Nunca es demasiado tarde para repensarse. El camino vocacional, de la búsqueda de la creatividad y de lo auténtico no envejece. Es un proceso que tiene los matices propios de cada ciclo vital, siempre con la misma intencionalidad: el encuentro con nuestro ser.
–¿Cuáles son los motivos de consulta?
–Algunos se acercan porque se están replanteando su carrera profesional. Otros buscan un mejor desarrollo laboral. Hay quienes nunca estudiaron y sienten que es el momento indicado para iniciar una formación académica. Otra posibilidad es que estén atravesando una situación personal afectiva que los lleve a una revisión profunda de su hacer en la vida. Están aquellos que fueron desvinculados o invitados a retirarse de la organización en la cual trabajaban. Y también los que perciben que tienen asignaturas pendientes en su realización personal.
–¿Con qué dudas llegan al Centro D’Alfonso?
–Las expresiones que traen los consultantes se repiten: "No le encuentro sentido a lo que hago. Todo me aburre. Nada me entusiasma. Siento cansancio. A veces no me entiendo. Hice todo y no soy feliz; tengo todo y no lo disfruto". Sus frases reflejan una voz común: sensación de vacío. Ese vacío pudo llevarlos a buscar respuestas externas, a aferrarse a su identidad profesional, a encontrar logros afuera, a necesitar del prestigio y reconocimiento del entorno, a vivir con velocidad, a pretender que sucedan cambios mágicos, a creer que otro los iba a salvar.
–¿Por qué le cuesta definir qué quiere hacer de su vida?
–Porque es más fácil poner el problema afuera y adjudicárselo a las circunstancias. Quieren salir de la crisis, pero no entran en ella para transitarla. Se percibe en ellos una mayor disposición a distraerse y escapar en vez de afrontar el conflicto. Así quedan atrapados en su identidad y se alejan de su auténtico conocimiento. Se distancian de su propósito, de su proyecto personal. Definir qué queremos hacer de nuestras vidas es un camino que requiere coraje y confianza. Estar en crisis genera una necesidad de transformación. La sensación de vacío es necesaria porque significa que hay una búsqueda. Es un punto de partida para darse cuenta de que el camino vocacional es hacia dentro. Es el momento para retornar a la esencia de uno, a lo más original que habita en nosotros.
–¿Cuándo se empieza a vislumbrar el cambio?
–Es importante que los consultantes comprendan que nadie debe convertirse en otra persona. Tienen que descubrir la vía de retorno a lo más original que habita en su interior. El cambio comienza cuando la persona toma la decisión de reorientarse. La motivación que manifiestan por iniciar su proceso es fundamental para hacer aflorar lo que permanece oculto e inexplorado en su interior. Aunque tengan miedo, dar ese primer paso que lo obligue a salir de la zona de confort es el principio del despliegue personal y del encuentro con su sentido.
–¿Cuál es la tarea que realizan en la reorientación?
–Tras escuchar a los consultantes, les explicamos que la crisis que plantean es una invitación a dar un salto en sus vidas y que vamos a trabajar sobre tres pilares: primero, deben asumir que cada uno es autor de su vida. Deben comprender que las circunstancias que están transitando son una invitación a repensarse, recrearse y reinventarse. Y si bien muchos no las eligen, la libertad está en la respuesta que deciden dar. Luego intentamos alentar el desarrollo de la mejor versión de sí mismos. Para lograrlo es fundamental que conozcan sus talentos y dones, y también sus debilidades. Sólo así podrán despertar su potencial. Por último apuntamos a promover el propósito personal. Es decir, cuál es el sentido que quieren darle a sus vidas, qué valor desean aportar al mundo para que sea mejor.
–¿Cuándo es demasiado tarde para cambiar de profesión?
–No hay edad para elegir una vida en plenitud y avanzar en las profundidades de nuestro ser. Nunca es tarde para caminar la vida con más autenticidad, lucidez y sabiduría. Hemos reorientado a personas de 65 y más.