American Airlines, en cesación de pagos
La empresa busca renegociar su deuda y los costosos contratos con los pilotos; garantizan reservas, pasajes y programas de millaje
American Airlines recurrió ayer a la suspensión de pagos con el propósito de reestructurar su abultada deuda, reducir sus costos y tratar de volver a ser competitiva, según anunció.
Con fondos que calculó en US$ 4100 millones, el nuevo consejero delegado de la compañía, Thomas Horton, anunció que mantendrá las operaciones y la programación de vuelos que transportan 240.000 personas por día; honrará los boletos comprados, las reservas y la política de cambios y reembolsos; no habrá cambios en su programa de millaje AAdvantange, tanto en cantidad de millas como en las categorías; no habrá cambios en la alianza oneword ni en los códigos compartidos con otras aerolíneas (LAN Argentina, en nuestro país); seguirán activos sus salones VIP y otras amenidades y pagará los bienes que adquiera durante este proceso.
El aumento de los costos laborales, las negociaciones con sus pilotos y el encarecimiento del combustible ensombrecían un balance complicado por una deuda de US$ 29.550 millones y activos de 24.720 millones.
El anuncio de la compra de aviones más grande de la historia –460 aviones a Boeing y a Airbus–, en julio último, no llegó a ocultar los malos resultados de ese trimestre. Pero el rumor se hizo más fuerte durante las últimas semanas y provocó un desplome superior al 30% en sus acciones en la Bolsa de Nueva York.
Las reacciones a esta medida fueron cautas. La Bolsa apoyó a las firmas competidoras, fortalecidas por las últimas alianzas de United con Continental y Delta con Northwest.
Poderosa, innovadora, audaz, sí; pero pocos definirían a American Airlines como una aerolínea amable. Es probable que muchos se hayan alegrado de que haya sucumbido al famoso capítulo 11° de la ley de quiebras norteamericana, por la que pasaron con éxito Delta, United y Continental, entre otras, pero donde dejaron sus restos otras como Eastern, Pan Am y TWA.
Durante 25 años, desde 1973, el plan de vuelo y la personalidad de la que llegó a ser la aerolínea más grande del mundo estuvieron marcados por Robert "Bob" Crandall. Fue él quien se opuso airadamente a medidas como la desregulación del tráfico aéreo en los 80, la baja de tarifas después, la intermediación de las agencias de viajes y… a que las aerolíneas se acogieran al capítulo 11. El segundo mensaje en ser difundido ayer fue el apoyo de Crandall a la medida tomada por la actual gestión de American.
Es que bajo su mando American inventó el sistema de millaje, la primera central de reservas electrónicas (Sabre, que ya no pertenece al grupo) y comenzó a utilizar el entonces novedoso sistema de medición de la rentabilidad.
Su actitud en los países donde operaba no era exactamente tímida y sus detractores la representaban como un poderoso Tío Sam o un temible avión con dientes afilados.
En la Argentina tuvo imágenes más afables gracias a su planta local, que durante décadas estuvo encabezada por Diego Cousiño, fallecido; Héctor Perícoli, que se acaba de retirar, y Carlos "Charly" Harrington. Pero también conocimos su estilo puro durante los 18 meses en que American Airlines se hizo cargo de Aerolíneas Argentinas, en 1998 y 1999. El enviado norteamericano, David Cush –hoy presidente de Virgin America- intentó un plan de ajuste importante, que fracasó.