Alfredo Romano: “La dolarización empodera definitivamente a la sociedad”
El especialista en finanzas explicó, en diálogo con LA NACION, por qué la decisión dejar de usar el peso sería positiva para la Argentina, aunque advirtió que debe ser acompañada por una serie de reformas de carácter estructural
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Es director de la Diplomatura en Mercado de Capitales de la Universidad Austral; estudió Administración de Empresas en la Universidad de San Andrés y luego hizo la maestría en Finanzas en la misma casa de estudios; es autor del libro Dolarizar, un camino hacia la estabilidad económica (El Ateneo), publicado en 2021
“La Argentina ha agotado instancias de propuestas económicas y lo único que siempre hemos logrado son resultados negativos”, plantea Alfredo Romano, director de la diplomatura de Mercado de Capitales en la Universidad Austral, y uno de los impulsores de la idea de dolarización en la Argentina. Según el especialista en finanzas, que completó una maestría en el tema en la Universidad de San Andrés, el plan de eliminación del peso y adopción del dólar como moneda de curso legal en la Argentina sería un “ordenador” de la economía, que eliminaría “definitivamente la discrecionalidad de la política para administrar y manejar al Banco Central, que ha sido una herramienta para financiar el gasto público” mediante la emisión monetaria.
En diálogo con LA NACION, el profesor universitario, que recuerda con cariño su paso por unos meses por el equipo de reserva del Paris Saint Germain, allá en 2006, plantea que la adopción del dólar debería estar acompañada por reformas monetarias, fiscales, financieras y bancarias. Y si bien sostiene que podría hacerse una conversión al tipo de cambio financiero, hoy en torno a los $300, reconoce que una medida semejante en el actual contexto es “inviable” en el país.
“La base para construir este programa requiere de un nivel de confianza muy alto y este gobierno no la tiene, y por más que ha habido cambios, tampoco se ha logrado el respaldo que se requiere para un programa tan exigente. En el corto plazo es inviable y es una discusión inerte para la sociedad argentina”.
–Mencionó el tema de la confianza, ¿por qué lo vincula con una eventual dolarización?
–Porque se requeriría un programa económico, primero. No es únicamente una reforma monetaria, sino que se requieren otras reformas estructurales. Acá, el Presidente ya dijo que no cree en los programas económicos, y es difícil pensar que así se pudiera plantear una dolarización, pero es importante entender que sí o sí tiene que venir acompañada de otros cambios en materia fiscal, laboral, comercial y bancaria. Es un cambio de paradigma económico.
–¿Por qué considera que es necesario dolarizar hoy?
–En primer lugar, porque la Argentina necesita discutir propuestas serias económicas para salir de este desangramiento que está viviendo la sociedad en los últimos 10 años, con inflación elevada, sin creación de empleo en el sector privado en 10 años, y con todos los índices económicos por el piso. Intento levantar la vara de la discusión de política económica, porque este modelo que propone el kirchnerismo está agotado. Cuando uno mira todos los indicadores, lo que se ve es caída. Y una propuesta de dolarización no tiene que ver tampoco con la Convertibilidad.
–¿Por qué es algo distinto?
–Principalmente, porque siempre las cajas de conversión nacen para fortalecer la moneda doméstica, para darle un ancla. En los 90 veníamos de una hiperinflación y usamos el dólar para anclar al peso y generar expectativas. Acá se pierde la moneda doméstica, se busca no tener más una moneda de curso legal que sea nacional, sino que se utiliza el dólar como moneda. En segundo lugar, porque definitivamente deja de existir la capacidad de la política de tener injerencia en la policía monetaria. Porque, cuando uno ve la Convertibilidad, y sobre todo con el shock del 94 y, para adelante, cuando siguen los shocks de los países emergentes, hubo algunos manejos monetarios que no fueron totalmente prolijos u ordenados. Por ejemplo, se llegó a emitir casi 20 puntos más de pesos respecto de lo que proponía la regla monetaria en función de la base monetaria de los dólares. En este caso se pierde definitivamente la discrecionalidad de la política para administrar y manejar al Banco Central, que ha sido una herramienta para financiar el gasto público, para recaudar vía impuesto inflacionario, para devaluar, como cuando se devaluó de 1 a 1 a 4 a 1 la moneda. En una dolarización eso nunca sucedería, porque acá los dólares los tendría la gente y el manejo del tipo de cambio no sería capacidad del Banco Central.
–¿No puede generar problemas de competitividad? Mencionó el caso de la Convertibilidad, cuando la Argentina se apreció mientras otros países emergentes devaluaban sus monedas.
–Lo primero que quiero decir es que es una falacia pensar que el tipo de cambio es una herramienta para generar o suavizar los shocks internos o externos en la economía. Cuando uno analiza en materia comercial a la Argentina, somos la economía más cerrada. Y cuando uno analiza los últimos 40 años, en el comercio del Mercosur con la Argentina solo hubo superávit en 14. En los otros 26 hubo déficit comercial. Con Brasil, desde 2004 solo en 2019 tuvimos superávit comercial y hemos tenido distintos tipo de cambio. En 2004 y en 2005 en la Argentina era altísimo; habíamos salido de la Convertibilidad y en ese plazo no tuvimos prácticamente saldo positivo con Brasil. En la economía argentina el comercio representa 15 puntos del PBI, y eso no hace que la devaluación sea un mecanismo certero o útil para poder fortalecer el comercio exterior. Lo único que ha hecho es limitarlo, Y usar una devaluación como mecanismo para tener un soft landing, en la Argentina tampoco ha tenido resultado. En el caso de la pandemia, hubo emisión por más de 11 puntos del PBI, la economía cayó 9,9 puntos y ahora, un año y medio después, vemos una inflación que tiende a los tres dígitos y prácticamente no hay crecimiento. Hemos quedado relegados en el segundo semestre. El resto de los países latinoamericanos han tenido una recuperación mucho más marcada que la Argentina. Tampoco ha sido el mecanismo de la emisión y la devaluación un mecanismo valioso para recomponer la economía en momentos de crisis.
–Pero con la excepción de Ecuador, esos países latinoamericanos con recuperación más marcada no tienen al dólar como moneda, y también fueron expansivos ante la crisis.
–La realidad es que cada país es distinto, y para tener moneda y estabilidad se requiere muchísima disciplina fiscal, y disciplina de la política en la administración de la política monetaria, y eso es algo que en la Argentina no se ha dado. Porque si uno analiza desde la creación del Banco Central hasta ahora, tuvimos solo ocho años de inflación de un digito, sacando la Convertibilidad, y eso es porque hubo indisciplina monetaria fenomenal. Entonces, en la Argentina plantear un escenario en el cual se respeten las reglas de juego en materia monetaria, en por lo menos dos ciclos políticos, lo veo sumamente inviable. Para darle sustento a un modelo y a un programa para bajar la inflación en mediano y largo plazo hay que tomar medidas antipopulares, como subir la tasa de interés y sacar liquidez y, con eso, resguardar el valor de la moneda. En la Argentina, cuando uno analiza la historia de cómo nos ha ido en momentos recesivos, lo único que se usó es la maquinita para reactivar la economía, con todos los desajustes que trajo en materia de tipo de cambio e inflación. Veo inviable que la política tome la decisión, en años de campañas electorales, como será 2023, de asumir medidas recesivas, de ajuste del gasto público, o la política monetaria en pos de lograr la estabilidad del próximo gobierno, si no es el propio. Esas mezquindades existen y es lo que no nos permite trascender y lograr estabilidad.
–Entonces, ¿la dolarización es una medida contra la política?
–Lo que logra la dolarización es empoderar a la sociedad argentina definitivamente, porque le quita un instrumento fundamental a la política de turno para financiar el gasto, emitir y generar un impuesto inflacionario, como lo hemos vivido en las últimas décadas. Al dolarizar la economía, se empodera la sociedad, porque no se le puede mentir más usando el mecanismo de la licuación y la inflación. La dolarización ordena fuertemente.
–Casi sin reservas netas en el Banco Central, ¿a qué tipo de cambio se podría hacer la dolarización?
–Hoy no tiene sentido dolarizar, pero lo que sí digo es que el norte es tomar el valor del contado con liquidación o el financiero como valor de equilibrio para la conversión. Todas las afirmaciones de que hay que hacer la conversión a 4000 o a 6000 a 1 son incorrectas. Hay que tomar la base monetaria y sobre eso definir el tipo de cambio y sacar la conversión. A hoy, con el dólar CCL redondeando en $300, serían US$12.000 millones lo que necesitaría la economía para iniciar un proceso de dolarización. Lógicamente, no están esos US$12.0000 millones, y hay que ver cuánto, exactamente, hay de reservas netas del Banco Central; dependiendo de la estimación, entre US$1000 millones y US$3000 millones. Mirado en perspectiva, con confianza y con un programa, conseguir dos puntos del PBI luce posible y factible. Recordemos que el gobierno de Cambiemos consiguió 10 puntos del PBI para financiar una propuesta económica absolutamente disruptiva. Y, además, agrego que en la Argentina se han desperdiciado US$15.000 millones de superávit de cuenta comercial, y eso es consecuencia, principalmente, del cepo. Si nosotros unificamos el tipo de cambio, en seis u ocho meses se consiguen esos dólares.
–Tener el dólar como moneda, ¿no puede ser una limitación al enfrentar una recesión o una crisis? No se puede mover el tipo de cambio o emitir. Y el ajuste puede no ser por precio, sino por cantidades.
–Cuando se está con este programa de mayor rigidez, se puede entrar en un proceso deflacionario y ahí se genera la corrección que mencionás, porque no se puede devaluar la moneda. Pero en la Argentina, frente a escenarios de, por ejemplo, cambio de política monetaria internacional, como vimos en 2018 o como vemos ahora con subas de tasas, lo que se ve es que las economías como la local tienen desequilibrios y toman decisiones que, igual, tienen un efecto negativo sin estar dolarizadas. Entonces, no hay que poner excusas de que, como vamos a estar dolarizados, frente a un shock de cambio de política monetaria, eso va a incidir más en la economía real, porque eso ya lo vemos en el día a día.
–Con la propuesta de dolarización, ¿qué rol propone para el Banco Central?
–Creo que tendría un rol de órgano de control; pasaría a tener otras funciones y estaría conformado por un órgano de tecnócratas. Hay que volver a darles valor a las personas formadas y preparadas para administrar los recursos de todos los argentinos. Y eso se logra con formación, como es en Uruguay o en Colombia. Son los que toman las decisiones. El Banco Central va a estar regulado por un nuevo ente, que va tener un lugar fuerte de regulación de mercado, pero no tiene que ver con el manejo de la tasa de interés o de los agregados monetarios, porque el Banco Central va a estar limitado, al no tener la capacidad para emitir dólares.ß
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