Alejandro Werner: las definiciones del exdirector del FMI que negoció con la Argentina y mantuvo una relación tirante con Caputo
El economista era director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo cuando el país acudió para solicitarle el crédito aún vigente
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Alejandro Werner era director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI) cuando el entonces ministro de Finanzas, Luis Caputo, le recomendó al expresidente Mauricio Macri pedir un préstamo, en mayo de 2018.
Retirado del Fondo hace unos años, el economista mexicano escribió un libro junto con el periodista Martín Kanenguiser, acerca de las negociaciones que mantuvo dentro del organismo con el país, llamado La Argentina en el Fondo: la intimidad de la lucha con el FMI 2013-2023. En esas páginas se describe la relación tirante que mantuvo con el futuro ministro de Economía del presidente electo Javier Milei, quien se autodenominaba “El Messi de las finanzas”, según revela Werner.
En una entrevista con LA NACION, el actual investigador del Georgetown Americas Institute analiza las fortalezas y debilidades que tiene Milei para gobernar y describe cómo podrían ser las nuevas negociaciones con el FMI.
–¿Cómo ve a la Argentina con este nuevo cambio de gobierno?
–Obviamente, tiene unas condiciones de partida muy preocupantes. El país tiene de las inflaciones más altas del mundo, una inconsistencia fiscal crónica, que, independientemente del partido político en el poder, no se ha podido subsanar y ha llevado a defaults de deuda e inflaciones elevadas. Que la Argentina no tenga acceso a los mercados internacionales de capital significa un costo país muy alto que limita la inversión y el crecimiento. También hay un calendario político que no es el adecuado para los retos económicos y sociales que tiene la Argentina. Hay elecciones de manera muy frecuente. El próximo gobierno, en 18 o 20 meses estará enfrentando una elección de medio término. Si pensamos que 2024 va a ser un año muy complicado económicamente, tanto en la parte de actividad como en la parte de inflación y también en los indicadores de pobreza, claramente condiciona de manera importante la elección de políticas públicas que un gobierno pueda hacer.
–¿Cómo ve puntualmente al presidente electo Javier Milei?
–Creo que es una de las pocas veces, si no la única, que yo he visto un candidato a la presidencia que es elegido con una plataforma tan honesta y cruda. Milei corrió con una campaña de una política fiscal muy estricta, anunciando que iba a hacer una corrección fiscal y una reducción del gasto público muy profunda. Dijo que iba a vender y cerrar empresas públicas, que iba a despedir empleados públicos y también, en la parte más estructural, que iba a abrir la economía a una mayor competencia, iba a desregular la economía y que iba a haber mucho más espacio para que el sector privado invierta con muchos menos costos en la Argentina. Todo eso iba de la mano también de su propuesta de dolarización. Creo que es un presidente que desde el primer día en el poder va a intentar implementar esta agenda económica y que no va a desaprovechar esos primeros seis meses donde los gobiernos por lo general tienen margen para avanzar con políticas públicas complejas.
–¿Cómo cree que serán esos primeros meses?
–La probabilidad de éxito en un proceso de transformación tan complicado nunca es muy alta y tiene, por el lado positivo, por el lado de los activos, un presidente que está convencido de lo que hay que hacer. Tiene también muchos menos vínculos y compromisos políticos que los partidos políticos tradicionales.
–Una vez escuché decir en el FMI que en la Argentina hay muchas partes interesadas que influyen en la toma de decisión. ¿Usted quiere decir que Milei podría avanzar sobre ciertos intereses porque no le debe nada a nadie?
–Exacto. Los empresarios, los sindicatos, los beneficiarios de programas públicos, hay muchos que influyen. Pero Milei le podrá decir a sus votantes que su compromiso es implementar lo que les dijo en la campaña y que por eso lo votaron. No es que hubo una negociación donde se sentaron y les dijo que iba a incrementar el programa social. Y no se sentó con los empresarios y les dijo que iba a dar un tipo de protección. La carrera de los políticos históricos se construyó con el apoyo de muchos sectores y generalmente fueron muy cuidadosos con ellos porque fueron los pilares de la carrera política. Ahora, por otro lado, no tienes ese apoyo a veces tan incondicional de aliados políticos tuyos a lo largo de años. El apoyo de la calle, entonces, es muy volátil.
–¿Cómo lo puede perjudicar eso?
–La otra cara de la moneda es que no tiene esos apoyos en los gobernadores, en los municipios, en los sindicatos, en el Congreso y la política tradicional. Es una situación muy compleja, es un armado técnico de políticas públicas muy difícil y un armado político también muy complicado. La ventaja es que es un presidente que tiene, en muchas dimensiones, el diagnóstico correcto y la visión de tratar de implementar su agenda lo más rápido posible.
–¿Qué implica que Milei haya viajado a Washington incluso antes de asumir como presidente?
–La visita estuvo vinculada a un tema personal. Realmente mandó una señal muy clara de que, si iba a aterrizar en Estados Unidos por un tema personal, no iba a dejar de pasar por la Casa Blanca y mostrar que va a ser un presidente que desde el punto de vista ideológico tiene una alineación mucho más fuerte con Estados Unidos y Europa que con otras regiones del mundo. El gesto fue todavía más claro porque no fue a ninguna de las otras reuniones con el FMI o el Tesoro. Él no vino a trabajar en temas técnicos, porque además para eso está su equipo, sino vino para mostrar su compromiso con una agenda democrática de Estado de derecho y con el gobierno de Estados Unidos. Fue una señal muy buena.
–La Argentina tiene vencimientos con el FMI en enero y no tiene dólares para pagarlos, necesitaría de los desembolsos del propio Fondo, pero eso se cortó con el incumplimiento de las metas. ¿Cómo se imagina el proceso de las negociaciones con el organismo?
–Creo que el FMI sabía que no se iban a cumplir las metas, pero no se esperaba un nivel de cinismo como el que se vio del ministro Massa después de la aprobación de la última revisión. Sabían que nada se iba a cumplir porque el ministro estaba en campaña, pero las desviaciones son muchísimo más grandes en la parte de reservas, en la parte de déficit, en la parte de emisión monetaria, de lo que se esperaban. De querer mantener el programa actual, la aprobación de un presupuesto en línea con lo que el presidente electo Javier Milei está diciendo avanza enormemente en lograr los waivers [exenciones] de los objetivos no cumplidos por el gobierno anterior. Si para 2024 hay un objetivo de déficit sustancialmente mejor que el que estaba incluido en el programa actual y se muestra la capacidad del gobierno de negociarlo en el Congreso, desde el punto de vista político se puede demostrar que hubo un cambio de liderazgo político en la Argentina más alineado con la visión de la comunidad internacional. No estoy tan preocupado por lo que pasó en los últimos meses y se puede restablecer esta negociación relativamente rápida. Los tiempos tal vez no dan, pero se pueden lograr algunos créditos puentes, como se hizo con la CAF y con Qatar. Luego se pagó cuando vino el desembolso. O también la Argentina puede estar en retrasos [arrears], no pasa nada si está en retrasos cuatro semanas, sabiendo que la negociación es constructiva.
–¿Cree que habrá un nuevo programa? Se mencionó que la Argentina podría acceder al fondo de resiliencia del FMI.
–Ese fondo de resiliencia no es para apoyar problemas de balanza de pagos, es para apoyar con una visión de necesidades de financiamiento y potencial presión a la balanza de pagos, pero derivadas de una agenda climática importante.
–¿Se puede acceder a ese fondo si se tiene un programa ya vigente con el FMI?
–Sí, se puede aplicar pese a tener un programa de facilidades extendidas, pero el tema es que lo que el país tiene que tener es un programa de políticas de medioambiente y de apoyo a la lucha contra el cambio climático que se consideren suficientes para ser parte del programa. En la Argentina hoy eso no está claro, pero se podría acceder. Si yo estuviese en el Fondo, le recomendaría a la directora gerente que no le permita a la Argentina acceder a estos recursos, porque si se los queremos dar, se los damos por el plan de facilidades extendidas (EFF).
–¿Por qué?
–Porque el presidente Javier Milei ya expresó una visión más escéptica sobre los temas de cambio climático. Los problemas de la Argentina son de balanza de pagos y sabemos la urgencia. Sería más honesto de los dos lados decirle eso. Y si tú tienes disposición de darle a la Argentina US$2500 millones, mejor darlos por el programa del EFF. No hagas el circo de que se lo das por el fondo de resiliencia cuando todos sabemos que estás apoyando el tema de balanza de pagos.
–¿Se pueden adelantar desembolsos? ¿Por ejemplo, dar en enero todos los que están programados para 2024?
–Siempre se puede adelantar desembolsos. Hay ciertos límites del total del programa, porque no se puede tener el 100% de los desembolsos en el primer trimestre, pero manteniendo estos límites de distribución de recursos, sí se puede hacer cierta redistribución de recursos de fechas posteriores al presente. Yo creo que una buena negociación podría permitir que la Argentina no tenga que hacer pagos netos al Fondo en 2024. Como está calendarizado originalmente, en 2024 la Argentina le paga más al Fondo de lo que el organismo le desembolsa a la Argentina. Una muy buena negociación tal vez podría evitar eso. Hay que pensar que haya recursos adicionales de hasta US$3000 millones para la Argentina en 2024. Por encima de eso, me cuesta creer que puede haber algo más. No creo que haya disposición en la comunidad internacional para incrementar tan rápido en el primer año de gobierno la exposición a la Argentina.
–¿Se podría pedir el dinero que falta para llegar al monto original del crédito de US$57.000 millones?
–No lo veo factible en el corto plazo. Ese programa obviamente no existe, se terminó y legalmente no tiene ningún tipo de vinculación para nadie. Lo único que hace es dar una referencia de hasta dónde la comunidad internacional en algún momento estuvo dispuesta a prestarle a la Argentina. Después de eso, lo que pasó es que ese programa no tuvo los resultados que se esperaban. Luego vino la presidencia de Alberto Fernández, donde el Fondo realmente negoció un programa que a muchos miembros del FMI no les gustó. Ese programa también se implementó de manera muy deficiente y con un nivel de cinismo extremo, con resultados malos. La disposición que se tenía para prestarle a la Argentina hace seis años ha disminuido. Si el sistema político argentino logra un cierto nivel de consenso, tal vez se pueda establecer una negociación más constructiva en el futuro con el Fondo. Pero si ese consenso político no es claro, lo veo muy difícil. Para eso se necesita tiempo.
–Usted estaba en el FMI cuando Luis Caputo le recomendó al expresidente Mauricio Macri acudir al organismo. Sin embargo, la relación del futuro ministro de Economía con el FMI fue mala. ¿Qué pasó?
–Luis Caputo era ministro de Finanzas y no fue una parte muy activa de la negociación de ese crédito. Pero luego pasó a ser el presidente del Banco Central, cuando el programa ya estaba negociado. Pero él aceptó ser presidente del Banco Central con ese programa. Él no pidió dos semanas para negociar un nuevo programa. Es como si te contrata mañana el Barcelona y luego llegas y dices que no te gusta jugar con Rafinha o con Ter Stegen. Ese era el equipo cuando te contrataron. No hubieses firmado el contrato.
–¿Y qué ocurrió luego?
–El tema de las famosas Lebac. Caputo quería que se pagaran con los recursos del Fondo. Si se hubiese querido diseñar un programa para pagar las Lebac, habría que haber pedido US$100.000 millones, porque el programa estaba hecho para enfrentar otras cosas. Si se hubiese rediscutido el programa y si Caputo nos hubiese pedido dinero para eso, le hubiésemos dicho que estableciera controles de capitales, porque no iban a estar los recursos. Y si crees que es un problema tan grande, busca otra solución de política pública, la diseñamos y vamos para adelante. Es cierto que en ese momento Caputo tenía una visión diferente, Federico Sturzenegger otra y Nicolás Dujovne otra. Se aceptó una, pero probablemente se debió de haber buscado una solución que tuviese más consenso adentro del gobierno de Mauricio Macri.
–¿Qué otro análisis hace de la gestión de Caputo?
–Una persona que entra al Banco Central que nunca habla con la sociedad ni con los mercados de cuál es su marco de política monetaria para estabilizar y además cree que interviniendo en el mercado cambiario de manera discrecional tanto en montos como en tiempo como en contrapartes va a generar mayor estabilidad, es algo que en el Fondo Monetario nunca hemos visto en ningún país del mundo. Si una política de intervención más guiada por ciertos criterios con algo de flexibilidad, pero con ciertos criterios de intervención no es posible, entonces esos países no pueden tener un tipo de cambio flexible. La intervención discrecional realizada por una sola persona, porque supuestamente entiende el comportamiento de los mercados como nadie y tiene la picardía de engañar para disciplinar, pues no es una política pública que hemos visto en ningún país del mundo. Nosotros creemos que la aplicación de esa política sí puede disciplinar al mercado una semana y la semana siguiente, pero la tercera ya se gastaron los recursos que iban a estar para financiar el déficit público de 2019. Ahora el problema es más grande y, al no estar esa política de intervención limitada, contenida por un marco conceptual que le dé sostenibilidad, terminó generando más volatilidad de la que quería contener. Ese era nuestro argumento. Nunca se pudo tener una discusión analítica sensata. Los economistas argentinos que tienen diálogo con banqueros centrales o con economistas que estudian los temas monetarios y cambiarios en el mundo saben, y difícilmente apoyan una política de intervención de ese tipo. Pero bueno, eso fue en ese momento, hoy Luis Caputo va a tener otra responsabilidad y también en un contexto donde hay un presidente que tiene una visión muy clara de lo que quiere con respecto a la política económica.
–¿Cómo puede interferir eso en la negociación actual de Caputo con el FMI? ¿Cree que puede haber tabula rasa?
–Al final del día, al Fondo le toca negociar con el que le pongan enfrente. Por eso también es bueno que cambien las personas, al menos del lado del Fondo hay gente nueva. Del lado de la Argentina a veces se siguen repitiendo en todo, también algunos problemas. Pero del lado del Fondo hay gente que no le tocó esa negociación, que no tiene ningún prejuicio con respecto a nada, pero sí es gente con una formación parecida a la que tenía yo. Caputo también tiene más práctica en saber cómo negociar con ellos y probablemente se pueda tener una buena relación. Así es la diplomacia financiera, pero los funcionarios tienen como responsabilidad negociar con el que está enfrente y van a empezar de cero y van a crear sus propias fobias y sus propias afinidades.
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