Alberto necesita creer, Cristina gobierna para el eslogan
El Consejo Económico y Social es uno de los tantos ensayos de una administración que no le encuentra la vuelta a la inflación
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Sentado en el auditorio del CCK, Juan Manzur esperó hoy durante más de una hora y media que empezara el acto. Había llegado puntual, a las 10.55, cinco minutos antes de la hora prevista de inicio, pero Alberto Fernández habló recién a las 12.30. Sólo con consultar al ministro del Interior, Eduardo de Pedro, que evidentemente estaba al tanto del retraso, el jefe de Gabinete se habría ahorrado el plantón. Es curioso el declinante recorrido del tucumano desde que, en septiembre, llegó a la Casa Rosada para aportarle a la administración lo que los analistas llamaban entonces con un lugar común, “volumen político”. Seis meses después, no sólo ignora detalles de la agenda oficial: también se queja en privado de que el Presidente no le deja armar reuniones de gabinete. “Juan se quedó sin nafta”, lo definió un peronista.
Repasar la gestión de Manzur, aquel gobernador que a fines de 2019 proclamaba públicamente a Alberto Fernández como único jefe del espacio y que veía de asignarle a Cristina Kirchner el cumplimiento de un ciclo, es de algún modo constatar un anhelo frustrado: aquel PJ conformado mayoritariamente por gobernadores, sindicalistas e intendentes capaces de hacerle frente al Instituto Patria. Es cierto que el exgobernador de Tucumán, que hasta hace unos días se planteaba la posibilidad de volver a su provincia, fue perdiendo la confianza presidencial por méritos propios y en la medida en que admitía en encuentros personales sus intenciones para 2023, pero su arribo con tantas ínfulas y su posterior desgaste permiten al mismo tiempo recordar la cantidad de veces que Alberto Fernández ensayó, sin éxito, un relanzamiento de su gestión.
Los empresarios ya no creen. Y eso que aquella idea de un PJ despojado de kirchnerismo los había ilusionado también a muchos de ellos, que llegaron a suponer a fines de 2019 que el nuevo presidente sería capaz de liderar un proceso de reactivación porque, decían, “conoce la botonera del Estado”. Por eso el Consejo Económico y Social, otra vez contexto de lanzamiento de un programa -en este caso, el “Plan Argentina 2030″-, es en el ámbito económico lo que el albertismo representa en términos políticos: vanos intentos de una administración que no termina de encontrarle la vuelta ni siquiera a la inflación. “Hagamos una suerte de terapia de grupo”, propuso hoy el Presidente.
En general, todas las reuniones del Consejo Económico y Social podrían definirse del mismo modo: son un compendio de intenciones tan loables que ninguno de sus participantes sería capaz de objetar. El programa anunciado hoy se propone crear 100.000 empresas y dos millones de empleos de aquí a 2030. “Es un plan ambicioso que reúne a todos los sectores productivos”, describió a este diario uno de los asistentes, probablemente el más optimista de los invitados. ¿Con qué herramientas?, preguntó LA NACION. “Supongo que se van a ir conociendo a partir de ahora. Había que dejar atrás el año electoral y estarían esperando que terminara la pandemia y el acuerdo con el Fondo”, contestó.
Lo que no queda claro es si la Casa Rosada confía realmente en que este tipo de iniciativas, a las que habría que sumarles las mesas para acordar precios y salarios, sean el camino que lleva al despegue o, más bien, recurre a ellas para mostrar, al menos, trabajo y preocupación, mientras espera, en todo caso, que la mejora en los precios de las materias primas vuelva a regalarle a la Argentina un milagro.
En el kirchnerismo la respuesta parece bastante más clara: como están convencidos de que el Presidente no tendrá ningún resultado, han decidido empezar a despegarse. La convicción del Instituto Patria es que ese trabajo no se hace solo, sino acaparando la agenda con discusiones que reivindiquen, como les gusta decir a los militantes, la memoria de Néstor. Es lo que los diferencia de la Casa Rosada: mientras los colaboradores del Presidente necesitan creer, ellos saben perfectamente que trabajan para el eslogan, porque la crisis les llegó, como Manzur al CCK, demasiado pronto.
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