Alarma por el invierno: creen que pueden faltar garrafas y hay temor por los precios
Las empresas del sector no llegan a cubrir sus costos de operación con los precios actuales, si bien reciben subsidios directos de la Secretaría de Energía
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Luego de que el Gobierno autorizara un aumento de 20% en las facturas de gas desde este mes, las próximas empresas que están a la espera de una actualización son las que producen, fraccionan y distribuyen las garrafas de gas. En los próximos 10 días se espera que haya novedades para este sector, que cree que recibirá también un incremento de 20%. Actualmente, una garrafa de 10 kilos (kg) cuesta $506 en la provincia de Buenos Aires, mientras que la de 12 kg, $608, y la de 15 kg, $760.
Pese a este posible incremento, la situación en el sector es compleja, según advierten los principales actores del sector. Sostienen que trabajan a pérdida, de manera que si no mejoran sus ingresos, podrían faltar garrafas en el invierno.
Una familia tipo (dos adultos y dos menores) consume en promedio en el área metropolitana (AMBA) dos garrafas al mes, que aumenta a entre tres y cuatro en el invierno. En el país, alrededor de 5 millones de familias se calefaccionan con garrafas de gas, de las cuales, la mitad recibe el subsidio de alrededor de $414 del programa Hogar, que varía según el tamaño del grupo familiar, la zona de residencia y la época del año. Por mes se venden alrededor de entre seis y siete millones de garrafas, según datos de la Cámara Argentina de Distribuidores de Gas Licuado (Cadigas).
Como reveló el secretario de Energía, Darío Martínez, en la carta explosiva que le envió a su jefe, el ministro de Economía, Martín Guzmán, el programa Hogar recibe subsidios por un total de $3500 millones. Esto equivale a apenas 4,6% del total de transferencias a los subsidios a la energía, que en febrero totalizaron en $76.105 millones, con un incremento de 94,4% interanual.
Adicionalmente, desde el año pasado, la Secretaría de Energía también subsidia a las tres partes de la cadena de producción de las garrafas: las productoras de gas, las que las fraccionan y las que la distribuyen. A cada sector le transfiere un 20% del precio regulado que fija la cartera energética.
En detalle, un productor recibe de parte del fraccionador $126,6 por cada garrafa de 10 kg y el Estado le subsidia adicionalmente $25,25 (el 20% de $126,6). El fraccionador, por su parte, vende las garrafas al distribuidor o comercio a un precio regulado de $236,12 y recibe adicionalmente $47,22 del Tesoro. Finalmente, el distribuidor vende la garrafa antes de impuestos a un valor de $435,18 y recibe $87 en subsidios por garrafa. La transferencia de 20% sobre el precio final finaliza a fin de mes, pero en el sector esperan que se extienda hasta fines de año.
Aun con los subsidios del Estado, los tres segmentos de la cadena de valor trabajan a pérdida. Por caso, los distribuidores tienen un costo de operación de $471 (que subirá a $498 el mes próximo, cuando se actualicen las revisiones paritarias). Y los ingresos que reciben entre el precio de venta y el subsidio es de $286, por lo tanto, no llega a cubrir sus costos y opera a pérdida.
“Por cada garrafa que vendo, pierdo $200. Esta pérdida la estoy cubriendo con no amortizar los vehículos, no comprar envases y con endeudamiento. En vistas al próximo invierno, de continuar así la situación, se verá muy afectado el abastecimiento. Tampoco hay camiones; aunque hoy tengamos la plata, gran parte de los vehículos se hacen con componentes importados y las compañías no tienen productos”, explicó Carlos Pulella, gerente de Cadigas.
“El aumento de los combustibles fue un efecto terrible también. El 52% de nuestro costo operativo es mano de obra y un 25% es el valor del vehículo más el costo del gasoil. Y nosotros solo tuvimos un aumento total de 21% el año pasado. Por parte de la Secretaría de Energía hay buena voluntad de querer resolver esta situación, pero las tasas de inflación aceleraron el deterioro”, agregó.
Según la ley 26.020, el precio de la garrafa debería actualizarse cada seis meses, pero el año pasado tuvo un incremento escalonado en tres meses de 21%, muy por debajo de la inflación anual de 50,9%.
En el segmento de fraccionado, la pérdida por garrafa de 10 kg es de $250. “La pérdida operativa es de $300, pero como nos dan casi $50 en subsidios, el neto es $250 que perdemos por cada garrafa. Hay otros negocios que tienen más rentabilidad, como el granel [tanques para la industria], que permiten compensar la pérdida. Pero no es lógico que estemos subsidiando a los consumidores. Si esto continúa así, no se podrá mantener el negocio. La mayor parte del gas licuado se produce en Bahía Blanca y en las refinerías de la zona del AMBA. El transporte más el costo del gas hace que no se cubra el precio autorizado de venta en las provincias del norte”, indicó Pedro Cascales, presidente de la Cámara de Empresas Argentina de Gas Licuado (Cegla).
Según un informe de la cámara, la Argentina tiene el precio de la garrafa más económica de la región (US$4,76), luego de Ecuador (US$1,1) y Bolivia (US$3,3). Los países de América del Sur con la garrafa de gas más cara son Chile (US$21,5), Brasil (US$13,6), Uruguay (US$13,4), Colombia (US$12,4), Perú (US$11,8) y Paraguay (US$10,1).
“Si hiciéramos una equiparación con los valores de la electricidad residencial de diferentes regiones del país, una garrafa de 10 kilos debería costar $2928 para un consumo equivalente de luz en la ciudad de Córdoba. Si la comparación es con la energía eléctrica de la ciudad de San Miguel de Tucumán, el valor correspondiente ascendería a $2082. Incluso si la relación fuera con la provincia de Buenos Aires, el precio tendría que ser de $1851. La garrafa es un energético de uso extendido en toda la Argentina y más económico que los otros disponibles”, indicó Cascales.
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