Aeroperú, una historia repetida
Otras firmas regionales, como Viasa, también tuvieron que bajar la cortina.
Es inevitable la comparación del cese casi total de operaciones de Aeroperú, la semana última, con la circunstancia que atravesó la venezolana Viasa dos años atrás, mal que le pese a quienes intentan remontar la aerolínea peruana.
En ese momento, Viasa suspendió sus vuelos debido al peso de su deuda (178 millones de dólares); Aeroperú declara que los 30 millones perdidos en el último ejercicio la dejan por tierra. Viasa había sido privatizada en 1991, Aeroperú lo fue en 1993. Viasa fue adquirida por un grupo extranjero, Iberia, mientras que el Estado mantuvo una porción, mediante el Fondo de Inversión de Venezuela. La mayor parte de Aeroperú fue comprada por los mexicanos de Cintra (Aeroméxico y Mexicana) y luego también por la norteamericana Delta, con una participación del Estado peruano. Ambos esperaban que un solvente socio estratégico les evitara a último momento el mal trago. Al dejar de volar Viasa, la primera reacción del gobierno fue salir al rescate; pero finalmente liquidó la compañía y repartió las rutas entre sus pares Aeropostal Alas, Aversa-Servivensa y Aserca. Los funcionarios del presidente Alberto Fujimori también manifestaron su intención de salvar a su empresa de bandera; pero el único gesto concreto provino de su principal competencia AeroContinente, que subió sus tarifas drásticamente y se ofreció a comprar Aeroperú.
No fue fácil en aquel momento, no lo es ahora, cuando hay 1500 empleados pendientes de su destino.
La idea de línea de bandera
El golpe emocional que conlleva el cierre de una aerolínea para la nación donde ocurre no se compara a la de ningún otro servicio. Bastaría recordar lo que significó la quiebra de PanAm, hace casi diez años. Son restos de aquel concepto que ungía a una empresa aérea con el título de línea de bandera. En América latina, la decadencia de este concepto es bien palpable. Diez años atrás las compañías aéreas regulares estaban en manos de los Estados y hoy ya no queda más que una no privatizada.
Las compañías aéreas de bandera han abandonado el cómodo sitial de los emblemas nacionales para aterrizar forzosamente en el despiado mercado, donde las fuentes de financiamiento y la solvencia fiscal mandan.