Bancos y aviones. La crisis no perdona ni a los acreedores de Aerolíneas Argentinas
Ironías de un país en cuarentena: quizás nada representa mejor la crisis de las empresas privadas a nivel local que la situación de Aerolíneas Argentinas, insignia de la recuperación kirchnerista de un activo para el Estado y firma testigo de la Casa Rosada en el sector aerocomercial, según la nomenclatura que usa el Frente de Todos.
Aunque desde hace años recibe aportes públicos para mantener su operación, la compañía recortó gastos e intenta estirar sus compromisos de pago. Usará el dinero que tiene para mantener los aviones, comprar repuestos y arreglarlos.
Entre las víctimas aparecen algunos nombres importantes. Está el BNDES de Brasil, pero también el Banco Nación y las compañías que le alquilan algunos de los aviones que componen su flota, de acuerdo con la información recabada por LA NACION de registros oficiales.
Los documentos muestran que este año Aerolíneas Argentinas recibirá del Tesoro al menos $23.685 millones. En términos comparativos, representan poco menos de US$340 millones y equivalen a casi la misma deuda que tiene la cerealera Vicentin, eje de la polémica en las últimas semanas, con todo el sistema financiero doméstico. Hasta mayo pasado, la línea aérea había recibido poco menos de $10.000 millones.
El grupo Aerolíneas es un viejo cliente del Banco Nación. Los números del BCRA en diciembre de 2017 (las últimas cifras públicas disponibles) muestran que a través de Austral era la cuarta entre las mayores deudoras de bancos locales. Tenía un rojo de $8.027 millones, todos girados por el organismo público. Representaban unos US$422 millones.Luego desapareció de la lista compuesta por los 100 principales deudores, aunque pidió otro crédito al Nación el año pasado. En ese caso, se están renegociando el pago de intereses y los vencimientos de capital. El monto del préstamo, según corroboró LA NACION, es de US$85,46 millones. Ahora, la empresa está en tratativas avanzadas para reprogramar esos pagos.
Algo similar intenta hacer con el brasileño BNDES. En la gestión de Mariano Recalde al frente de la compañía, durante la administración de Cristina Kirchner, Aerolíneas tomó un crédito de US$620,34 millones para financiar la compra de aviones Embraer. Pagó US$417,44 millones, pero aún debe US$202,89 millones. El equipo financiero está negociando no pagar las cuotas por seis meses y redistribuir las obligaciones a lo largo del plazo que dura el préstamo.
Las postergaciones de pagos van más allá del mundo financiero. La empresa también estiró los compromisos considerados no esenciales, negoció con sus proveedores de combustible y pospuso los compromisos por el alquiler de aeronaves. En sus proveedores hay empresas como General Electric Capital Aviation Services Limited, Air Lease Corporation, Avolon, Aviation Capital Group y AirCastle.
Según los números de septiembre del año pasado, la flota de Aerolíneas Argentinas estaba compuesta por 56 aeronaves, de las cuales dos eran propiedad de la empresa, seis tenían un contrato de leasing financiero (una relación de relativo largo plazo) y el resto, comercial. Dos de esas naves fueron devueltas este año.En tanto, en el caso de Austral, que será fusionada con Aerolíneas, la flota tenía 26 aviones, de los cuales sólo cuatro respondían a la modalidad de leasing operativo. Dicho de otro modo, la relación de la línea aérea de bandera con quienes le alquilan aeronaves es fundamental para su operación.
El grupo también suspendió a 4000 trabajadores. En total, por diversos acuerdos con los sindicatos recortó en $345 millones por mes el costo que representan sus empleados. Eso incluye una reducción del 20% en el sueldo de los directores, una línea de conducta que no proliferó en otras áreas del Gobierno.
La gestión a cargo de Pablo Ceriani hecha culpas a su antecesor macrista, Luis Malvido. El arqueo inicial que hizo el hombre de La Cámpora indica la existencia de una deuda de US$300 millones, US$9 millones en la caja y pérdidas operativas anuales de US$563 millones. Entre esos números se cuentan facturas impagas a YPF por $5.272 millones y a Aeropuertos Argentina 2000 por $2.306 millones. La lista de acreedores también tiene a la compañía de Lufthansa que le da apoyo técnico, a Raizen (heredera de los negocios de Shell en combustibles), Google, al Aeropuerto de Cancún y al Instituto Nacional De Aeronáutica Civil de Venezuela, el órgano de control aéreo en el país que maneja Nicolás Maduro.Aerolíneas es desde hace años uno de los escenarios en donde se desarrolla la disputa por el discurso político. El macrismo acusó a la gestión de Recalde de esquilmar la caja del Estado a través de los subsidios que le enviaba la Casa Rosada.
En 2015, según números oficiales, las transferencias a la empresa alcanzaron los US$553 millones, pero cayeron 64%, hasta los US$198 millones, en 2018, la última cifra oficial pública.
La gestión de Ceriani tiene una mirada distinta. "Tenían la necesidad política de mostrar que el Estado aportaba cada vez menos dinero para el sostenimiento de la aerolínea de bandera, pero a su vez el déficit operativo se incrementaba, llegando en 2019 a US$680 millones. El camino que decidieron entonces fue el endeudamiento para cubrir gastos corrientes, el incumplimiento de diferentes obligaciones para tener mayor disponibilidad de dinero y la implementación de diversas estrategias comerciales que hipotecaron el futuro de la compañía", sostienen sus voceros.
Poco trabajo, poca plata
Debido a la caída drástica de las ventas, los números de la línea aérea de bandera cierran cada vez menos pese a la ayuda oficial. La pandemia redujo 97% su facturación y entre sus clientes del último tiempo se destacan solo dos viejos conocidos: la Casa Rosada y la gobernación de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Axel Kicillof. Ambos contrataron los vuelos que hizo Aerolíneas a China en busca de insumos médicos para enfrentar la pandemia. Costaron US$500.000 cada uno.
Desde que partió a mediados de abril el primer vuelo especial, se trajeron más de 300 toneladas de barbijos, guantes, máscaras, trajes de bioseguridad, componentes para la fabricación de reactivos y otros materiales sanitarios. Se hicieron 32 viajes, de manera que la factura estimada de Aerolíneas por ese trabajo ronda los US$16 millones.
La empresa también quedó a cargo de la repatriación de varados. Sostiene que apenas cubrieron el costo, porque los pasajes tenían una tarifa plana. La expectativa es, sin embargo, que comiencen a tener saldo a favor en los próximos vuelos debido a que hay algunos que están saliendo con pasajeros desde el origen. Es el caso de los que van a España.
El negocio de Aerolíneas es comparable con el de Latam, que fue hasta la semana pasada su principal competidora. La empresa de origen chileno anunció que dejaría de operar 12 destinos domésticos y sus rutas internacionales desde la Argentina, como Santiago, San Pablo, Lima y Miami. Entre los motivos figuran una regulación que favorecía a Aerolíneas, la pelea con los gremios y la paralización de la actividad por la pandemia.
Si bien recibió ayuda oficial a través del denominado plan ATP, que les permite a las empresas afrontar parte de los salarios con dinero público, intentó un recorte salarial de hasta 50% mientras durara la emergencia. El plan tuvo aceptación en otros países, pero fue rechazado en la Argentina. Es quizás un ejemplo que adelanta lo que podría ocurrir con la línea de bandera. Tal como está hoy, su vuelo depende de la plata que viene de los impuestos.
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