Aerolíneas Argentinas: el Gobierno no mandó ningún representante a una asamblea y La Cámpora sigue al mando de la empresa
La convocatoria a la reunión de socios fue para el domingo pasado y pasó a un cuarto intermedio para ayer; sin embargo, no llegó ningún emisario de la Casa Rosada y se mantuvo la actual gestión
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Las sociedades tienen otros tiempos y otras formas, distintas al Poder Ejecutivo; ahí no todo está a tiro de decreto. Aerolíneas Argentinas fue uno de los grandes temas de campaña, al punto que se convirtió en un ícono discursivo del presidente Javier Milei al hablar del futuro de las empresas públicas en un eventual gobierno suyo.
Finalmente, su gobierno llegó, pero la conducción de La Cámpora fue confirmada al frente de la línea aérea. Al menos, hasta que se vuelva a realizar una reunión de socios para decidir el futuro. Los tiempos de esa nueva convocatoria, estiman, es posible que ya sean en 2024.
En síntesis, ayer, en una asamblea extraordinaria, se podría haber nombrado un directorio nuevo, que a su vez defina quién será el gerente general y cómo estará conformado un nuevo management. Pero, para sorpresa de muchos, el Gobierno no mandó ningún representante a la reunión. Y como es de forma en las sociedades anónimas -Aerolíneas Argentina lo es-, deben continuar los actuales.
La historia comenzó la semana pasada, cuando se publicaron los edictos para la reunión. El domingo, mientras el Presidente salía del hotel que se ha convertido en su bunker, oficina y hogar en los últimos meses, en Aeroparque, La Cámpora tenía otras prioridades antes que mirar el traspaso de mando. Milei asumía en el Congreso; la agrupación kirchnerista empezaba a despedirse de la gestión de la compañía estatal.
A las 10 de la mañana, en las lujosas oficinas que Aerolíneas Argentinas tiene en la estación aérea, empezaba una Asamblea General Ordinaria y Extraordinaria de Accionistas. La convocatoria estableció que, en caso de que no lleguen los dueños a tiempo, la junta sería a las 11. Debían llegar a horario los socios, el Estado (99,99998578% de las acciones) y los trabajadores, titulares del 0,00001422%.
A las 11, empezó la reunión. El orden del día contenía varios puntos y todo se inició con la designación de dos accionistas. Luego, contemplaba considerar las renuncias presentadas por los directores. Habían renunciado todos, menos Pablo Biró, que representa la pequeña porción de los trabajadores en el paquete accionario, y que es el líder del poderoso gremio de pilotos (APLA).
Estaba pautado pasar revista de los informes y documentación de gestión presentadas por el Directorio, para terminar con algunas cuestiones de forma. Como sucede en este tipo de cuestiones societarias, si el directorio está renunciado, los socios, que deben estar presentes, nombran uno nuevo para continuar la vida de la persona jurídica.
La Asamblea empezó, pero pasó a un cuarto intermedio, justamente para dar tiempo a la nueva gestión para nombrar sus representantes. Prolijos y respetuosos, al menos de esta parte de la formalidad, los ejecutivos de La Cámpora decidieron que se verían las caras ayer, también sobre la mañana.
A la hora fijada, los renunciados y Biró estaban presentes para formalizar el cese de la gestión. Pero sucedió lo que pocos esperaban: el Gobierno no mandó a nadie a esa reunión y mucho menos confeccionó un listado de directores.
La ley prevé que no se puede volver a llamar a un cuarto intermedio y el remedio es que los directores se mantengan. Eso fue lo que sucedió. La situación derivó en una consecuencia concreta: el tarifazo que impuso la empresa en los tickets ayer, que en algunos destinos llegó al 125%, lo decidió La Cámpora, pero en la administración Milei. Maravillas de la gestión pública.
Claro que esto no significa que todo seguirá así, sino simplemente que ahora la situación actual es la descripta. Pero quienes conocen los vericuetos societarios estiman que es muy posible que esta gestión siga al frente un tiempo más.
Sucede que para volver a llamar a una asamblea extraordinaria es necesario convocarla otra vez. El sistema establece que solo puede celebrarse 10 días hábiles después de la publicación de edictos. Si lograran la publicación el lunes, ese plazo ya se localiza en la primera semana de enero. Se les pagará mes completo a los ejecutivos de La Cámpora.
Hay una salida intermedia que se da cuando los socios, por unanimidad, deciden celebrar la Asamblea, incluso antes de los 10 días hábiles. La duda que expresaban los conocedores de la vida interna de la línea aérea es que, pese al mínimo porcentaje que tienen los trabajadores, parece difícil que Biró, el representante en el directorio de esa voz, preste esa conformidad requerida para acelerar los tiempos.
Por ahora, la gestión Milei no ha confirmado los nombres propios que estarán al comando de la compañía. Tampoco, claro, se conocen los planes, aunque fuentes oficiales confirmaron a LA NACION que aquella intención de privatizarla es el camino por el que optará el Presidente. Sin embargo, hasta llegar a ese punto, hay una gestión intermedia que deberá preparar la empresa para que sea atractiva para un eventual comprador.
La ausencia en la reunión de representantes del Gobierno, especulaban ayer, estaría ligada a que, más allá de que está creado, el Ministerio de Infraestructura que maneja Guillermo Ferraro aún no tiene secretarios en funciones. Entre los que no están desganados surge el nombre de Franco Mogetta, designado secretario de Transporte, pero, sin decreto que lo ponga en funciones y, por ende, sin firma.
Nadie es preciso en el Gobierno a la hora de definir de quién será la potestad de manejar la compañía. Más allá de que las tareas de contralor y regulador de la actividad aerocomercial las tiene Infraestructura, Milei le dio amplias funciones a la Jefatura de Gabinete que comanda Nicolás Posse de intervenir en las empresas públicas. Y Aerolíneas lo es.
Según el decreto de creación de los ministerios y reorganización de funciones, el Jefe de Gabinete deberá “intervenir en los planes de acción y los presupuestos de las sociedades del Estado, entidades autárquicas, organismos descentralizados o desconcentrados y cuentas y fondos especiales, cualquiera que sea su denominación o naturaleza jurídica en su área; así como en su intervención, liquidación, cierre, privatización, fusión, disolución o centralización”.
La concentración de facultades en el cargo que ahora detenta Posse no admite ninguna discusión. De hecho, el ministro de Economía, en el compendio de funciones, también tiene un párrafo similar donde enumera tareas como liquidación, cierre, privatización, fusión, disolución o centralización de estas empresas. Solo que al final tiene un agregado: “Conforme las pautas que decida el Jefe de Gabinete de ministros”. Dicho de otra forma: en esta materia, Caputo podrá ejecutar las órdenes que imparta Posse, pero no emitirlas.
Lo cierto es que, más allá de quién tenga la palanca para accionar sobre uno de los íconos discursivos de Milei en campaña, nadie la accionó. Nada cambió, todavía, en la empresa que se ha convertido en un fetiche de La Cámpora. Al punto que todavía la maneja.
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