Aerolíneas, a punto de aprobar un balance con muchas dudas y US$705 millones de subsidios
La empresa declaró que por sueldos y cargas sociales desembolsó $27.000 millones menos que el año anterior; sospechan que se trata de otro aporte del fisco mediante los programas ATP o Repro
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Aerolíneas Argentinas llamó a una Asamblea de Accionistas para aprobar sus balances de 2020 con una fuerte pérdida operativa. Detrás de esta primera lectura hay buenas y malas noticias. Dentro de las primeras sobresalen dos: en el peor año de la historia de la aviación, la línea aérea estatal recibió unos 705 millones de dólares de subsidios del Estado, aunque la pérdida fue algo más. Preguntará el lector qué hay de bueno en este dato. Pues que voló el equivalente a un 24% de lo que lo había hecho el año anterior y no perdió tanto más que cuando vuela.
La segunda buena noticia es que, por primera vez desde que La Cámpora maneja la empresa, los estados contables se presentarán apenas pasada la fecha -se debieron aprobar en abril-, a diferencia de la gestión de Mariano Recalde, cuando los balances se acumularon sin ser aprobados por la asamblea.
Pero claro, la mala noticia es justamente el número de subsidios, que representó prácticamente la mitad de lo que usó el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, para financiar la Tarjeta Alimentar. El cheque diario que llegó a la empresa fue de 1,9 millones de dólares, un número significativo para épocas en las que no sobra el dinero en el país. Dicho de otra forma: por cada dos pesos que se destinaron a alimentos, uno marchó para Aerolíneas.
La compañía basó su operación del último tiempo en los viajes para traer vacunas e insumos médicos y adaptó varios de sus aviones a esta modalidad. “La sociedad continuó operando siendo protagonista en la repatriación de 56.404 argentinos y extranjeros a través de vuelos especiales programados al efecto desde el dictado del ASPO hasta el día 22 de octubre de 2020, fecha de reanudación de los vuelos regulares. A esa operación especial se sumaron los numerosos vuelos que la Sociedad comenzó a realizar a China para traer a los argentinos y argentinas indispensables insumos sanitarios para el manejo de la crisis sanitaria y a Rusia, para transportar las primeras vacunas contra el Covid-19 que llegaron al país”, resumió la empresa en el documento.
Solo es necesario adentrarse en algunas de las jugosas páginas del balance para encontrar datos que alarman. El primero es que la pérdida es mucho más importante que la venta. Dicho de otra forma: durante 2020, por cada 100 pesos que la línea aérea vendió, el Estado tuvo que poner 114 más para soportar la pérdida. En 2019, el peor año de la gestión de Mauricio Macri por el impacto de la devaluación, según los números ajustados con los que compara el balance 2020, con ventas mucho mayores, el subsidio fue de 43 pesos por cada 100 vendidos.
Pero hay una perla más que podría llevar los aportes muy por encima: el importe por remuneraciones y cargas sociales en 2019 fue de $37.457 millones; un año después, ese monto, según figura en la página 93 de las 108 de las que consta el documento, fue de $10.281 millones. Qué pasó con la diferencia. El balance no dice nada, pero al menos ese importe seguramente lo aportó el Estado mediante mecanismos de ayuda oficial como los programas ATP o Repro.
El balance de la empresa genera siempre miradas diferentes más aún cuando en un año de pandemia sus números se tornan incomparables con los anteriores. Las hay políticas, claro está, y técnicas.
Entre las primeras está el juego de las prioridades, con poca discusión, cuando la empresa de bandera ya se llevó en subsidios mucho dinero. Desde 2008, cuando a mediados de julio se estatizó, Aerolíneas utilizó 7289 millones de dólares de subsidios, con un un récord en 2011 cuando fueron 748 millones, por encima de estos US$705 millones de 2020 cuando tuvo aviones en tierra. En el otro extremo está 2017, durante la gestión de Mario Del’Acqua, cuando aquel aporte quedó en 181 millones de dólares.
Pocos proyectos de servicios públicos en la Argentina de la democracia se llevaron tanto dinero como Aerolíneas, que presentó su primer balance fusionado con Austral Líneas Aéreas. Semejante cantidad de fondos fiscales convirtieron a la empresa en una de las principales políticas públicas a largo plazo que desarrolló el país.
La mirada más profunda exige meterse en los números de la compañía, como se dijo, impactados por un año donde la operación y las ventas estuvieron en alrededor del 24% de lo que fue el período precedente.
Los contadores y los abogados destacan dos cuestiones. Por un lado, lo que se dijo: no es común que las ventas de una empresa de este tipo esté tan por debajo de las pérdidas. Algo así como si un kiosco no vendiera siquiera para pagar el alquiler. Seguramente se dirá que es por razones de pandemia, pero es verdad que grandes rubros como combustibles, atención y servicios en vuelo, viáticos, mantenimiento de aeronaves, seguros o gastos de propaganda y publicidad cayeron estrepitosamente. “La pérdida supera la venta”, repetía un contador como el dato más relevante de esas 108 páginas. También volvía una y otra vez sobre aquel dato de uno de ventas y 1,14 de pérdida soportada por el Fisco.
Otro de los puntos sobre los que vale la pena detenerse es el patrimonio neto negativo. “La Sociedad reconoció una pérdida neta de $50.429 millones. A dicha fecha el patrimonio neto es negativo en $43.595 millones, los resultados no asignados acumulan pérdidas por $134.816 millones y el capital de trabajo presenta un déficit de $39.391 millones. Teniendo en cuenta lo señalado, y la evolución en los últimos años de los conceptos mencionados, la capacidad de la sociedad de financiar sus operaciones y cancelar sus pasivos se halla supeditada al mantenimiento de los recursos aportados por el Estado”, dice el informe de la Auditoría General de la Nación (AGN) que acompaña el balance también auditado por KPMG.
Una sociedad debería ir a la disolución si durante más de dos balances tiene patrimonio neto negativo y así se lo reporta en una nota firmada por la Sindicatura General de la Nación. Pero en la empresa, al ser estatal, se escudan en la presunción de que el socio no va a quebrar nunca.
El otro tema es el dinero que se destina a las cargas sociales y a los salarios de los empleados de la empresa. En la página 93 de la memoria y balance es donde se detallan los gastos de la operación. Según ese detalle, para los 11.587 trabajadores que componían la plantilla al 31 de diciembre de 2020 se necesitaron $10.281 millones, a razón de $881.287 por año para cada uno, entre aportes patronales y sueldo de bolsillo. Pero este importe está lejos de lo que pasó el año anterior, cuando cada uno de estos mismos trabajadores recibió en promedio $3.232.746,06 en los 12 meses, tomado a valores constantes y actualizados como se compara en el balance.
Ahora bien, la compañía anotó casi un cuarto de desembolsos en uno de los rubros más inelásticos. ¿Qué paso con esa diferencia de alrededor de $27.000 millones? No está explicado y ahí podría haber otro ítem importante de aportes fiscales encubiertos ya que no ingresan a la cuenta porque son depositados directamente por el Estado en las cuentas de los empleados.
Declara la compañía que hubo una reducción de salarios de directores y gerentes que fue de entre 15 y 7%, dependiendo del rango. Además, se avanzó en un proceso de suspensiones acordado con el gremio -se respetó el salario de bolsillo- de 3640 empleados entre junio y julio (31% de la dotación total); 4284 entre agosto y septiembre (37%) y 2581 en octubre (22%). “Durante el año [2020], hemos generado ahorros por $437 millones producto de la suspensión temporal de parte de la plantilla de empleados”, reconoce la compañía en la página 5 del balance.
Si la empresa no pagó la totalidad de la masa salarial, subyace entonces que el dinero aportado por el Fisco es mucho más. Incluso hay algo más que si bien no es un aporte es algo que la AFIP deja de recaudar: el IVA. La posición frente a este impuesto también es motivo de críticas de sus colegas que no tienen los beneficios que sí tiene la compañía.
De acuerdo a los datos, el 27 de enero pasado “la aeronave Boeing 737-800 matrícula LV-CTB fue devuelta y lo mismo sucedió con otra similar (LV-CTC) cuyo contrato de alquiler venció el 21 de marzo de 2021 y se encuentra próxima a su devolución”. Pero más allá de la pandemia, la empresa no desarrolló un plan de negocios con este nuevo panorama. Todas las aerolíneas rehicieron su plan de negocios para atender un mundo con menos demanda. Estos trazos gruesos están aplazados en el país.
Solo para ilustrar: el costo fiscal que tendrá la rebaja del impuesto a las ganancias de los trabajadores con la nueva reforma se estima en 40.000 millones de pesos que se percibieron el año pasado y que no estarán en este. Algo así como si entre ese universo se hubiese hecho una colecta para solventar la compañía de los vuelos patrióticos para traer las vacunas de Rusia y China.
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