Acuerdo con el FMI, política económica y realidad
Los funcionarios deberían olvidarse del organismo porque el problema es la coyuntura: ya venía complicada antes de la invasión de Rusia a Ucrania y ahora se complicó más
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¿Qué pensaría usted si, cuando el Covid-19 llegó a la Argentina, los médicos y las enfermeras se hubieran dedicado a analizar de qué color había que repintar la fachada de la Academia Nacional de Medicina? Es la misma sensación que me surge viendo la energía que el Ejecutivo y el Legislativo le están dedicando al acuerdo con el FMI, en vez de concentrar los esfuerzos en atacar los problemas reales, magnificados por el impacto económico de la invasión rusa a Ucrania.
El acuerdo con el Fondo se basa en que ya nos dieron la plata y nunca le pagaremos con esfuerzo local, así que tiene más que ver con la contabilidad del Fondo que con nuestra realidad. No conozco a nadie que esté formando expectativas en base al cumplimiento del acuerdo, y todo el mundo sabe que las revisiones tampoco modificarán la política económica, porque el FMI no tiene cómo presionarnos.
La política tiene su lógica, pero lo que ocurra con cada uno de nosotros no tiene nada que ver con el acuerdo con el FMI. Sí, con la política económica que derivará de los desafíos que planteará la realidad, pero también de las características del actual gobierno. Porque, en un país presidencialista y personalista, el Ejecutivo está debilitado, nadie le cree nada, y el área económica no constituye un equipo.
Lo cual quiere decir que, en el mejor de los casos, iríamos a los tumbos hasta por lo menos fines de 2023. Todo esto antes de la invasión rusa a Ucrania. ¿Y ahora? De repente los productores de soja, maíz y trigo se ponen contentos, como me ocurre cuando algún economista competidor se queda afónico, pero importamos gas, cuyo precio se fue a las nubes y cuya disponibilidad, en el invierno que se avecina, en modo alguno está asegurada.
Mensaje para los funcionarios encargados del área económica del Gobierno: muchachos, chicas, levanten la puntería, no se enganchen con las tonterías que escuchan en el plano político, tanto propio como ajeno, en el plano periodístico, familiar, etc. Antes de la guerra estábamos discutiendo los subsidios energéticos de manera superficial; si siguen en la misma, lo harán de manera peligrosa.
Olvídense del FMI, el problema es la realidad. Que venía complicada antes de la invasión, y que ahora se complicó más. Que la guerra obligue a adoptar medidas más contundentes puede servir para explicarlas, pero no para no adoptarlas. ¿Ganaste la elección presidencial de 2019? Embromate.
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