Acceso al dólar: la trama detrás de una decisión que pone en foco los temores del Gobierno
Se trata de una medida que desnuda la manta corta en la que opera actualmente la economía argentina
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El mismo día que presentó el “dólar soja”, ya en su despacho del Ministerio de Economía, Sergio Massa tenía confianza de que los pesos extra que iban a circular por la compra de divisas a 21.000 CUIT por parte del Banco Central (BCRA) se iban a direccionar fundamentalmente a insumos, contratistas y alquileres, y que el resto podría descansar en las cuentas “chacarero”, mecanismo dólar link que “protege” a los productores de la devaluación.
Era una ilusión. En el BCRA no eran tan confiados. Allí ya dejaban trascender que una suba de tasas era posible si la mayor emisión de pesos metía presión en los dólares libres –CCL y MEP– agrandando la brecha cambiaria y amplificando la dinámica viciada que erosionaba sus reservas. Algunos laderos de Massa también eran conscientes del “problema monetario” de esa ventana para sumar stock incluso antes de su presentación en público, pero –describían entonces y ahora– que “ese era el mal menor” ante la posibilidad de quedarse sin dólares. La opción del dólar a $200, presentada por la Bolsa de Rosario, echaba además más leña al fuego de la inflación, pero servía de insumo para generar blindaje o más “músculo” para “aguantar”. Diez días después de que el mecanismo arrancara, las tasas subieron. Llegaron al 107%.
Ya con los pesos en las manos de los productores, acopiadores y cerealeras, las cotizaciones de los dólares libres volaron. Desde el 4 de septiembre, el dólar “Bolsa” (MEP) subió $13, mientras que el Contado con Liquidación (CCL) avanzó $14. El BCRA, que encareció el crédito para productores que no ingresaran al programa oficial con la mayoría de sus tenencias de soja para impulsar el mecanismo al máximo, lleva comprados US$2538 millones en el mes para sus reservas netas (el dólar soja sumó US$4212 millones, parte de los que se utilizaron para liberar compras de importaciones).
Massa volvió de su gira por Washington con un comunicado del FMI que hablaba del “compromiso renovado” en torno a dos pilares: el orden fiscal y la acumulación de reservas. Trajo una advertencia por la inflación. De la performance de esas variables (sobre todo las dos primeras) dependen los desembolsos del organismo multilateral. Horas después, en Buenos Aires, el ministro de Economía presentó el Presupuesto 2023 con un ajuste fiscal y sin atraso cambiario. “La idea general es bajar el déficit y, de esta manera, la emisión monetaria, que es la base de la inflación”, dijeron en Hacienda. Un día antes, el IPC de agosto había marcado un enorme 7%. Septiembre no venía mejor. Pese a la acumulación de reservas gracias a los sojeros, que mejorarán la foto del tercer trimestre (la meta del segundo no se cumplió), había dejado una peligrosa canilla abierta: la emisión por el dólar soja llegó a $512.000 millones (12% de la base).
A las 19.35 de ayer se comunicó una opción que estaba hacía días en el tapete oficial. La orden la dio el Ministerio de Economía. “Es algo que tiene que aplicar la CNV, que depende de Massa”, explicaron fuentes oficiales. Sin embargo, en el BCRA estuvieron de acuerdo con la iniciativa, confirman. “Agentes que ingresaron al Programa de Incremento Exportador no podrán acceder al mercado de cambios”, afirmaba el comunicado de la entidad. Más tarde se publicó la Comunicación “A” 7609. El revuelo fue automático.
La bruma se hizo más espesa desde allí. Algunos hablan de un “error” y dicen: “Lo de las personas humanas en el primer comunicado es raro. Entiendo que fue un error, algún malentendido”, esgrimen. Otros, sin embargo, reconocen el ruido generado en el sector hasta que a las 23.12, se publicó una rectificación –también por orden directa de Sergio Massa– que indicaba que el cepo para los operadores del “dólar soja” era sólo a las empresas. “Si pasaba, pasaba”, reconoció un pícaro que conoce esas discusiones. A pesar de que Massa y Pesce conviven en tensión desde que el tigrense –crítico de los problemas de coordinación entre Pesce y Martín Guzmán– quiso situar a Lisandro Cleri en la jefatura del Central todos niegan una zancadilla de Pesce, hombre de Alberto Fernández recién reconfirmado en su puesto por los próximos cinco años.
Cerca del ministro de Economía creen que llegó mal una instrucción –bajada por el mismo Massa– y reconocen que el tigrense se enojó al ver la primera comunicación y pidió una corrección al BCRA. “Pensar con mala fe, sería suicida”, dicen sobre las versiones de internas. La confirmación de la ofensa fue el tuit a las 22.09 de Juan José Bahillo, secretario de Agricultura: “Quiero aclarar que la resolución del Banco Central no incluye a los productores y las productoras que con tanto esfuerzo vienen acompañando el Programa de Incremento Exportador”. El posteo fue retuiteado por Massa.
En el campo cuestionaron la medida que afecta a empresas y cooperativas. Bahillo buscó componer: “El diálogo en conjunto se mantiene inalterable más allá de estas cuestiones circunstanciales”, dijo. El director del BCRA, Agustín D’Atellis blanqueó los miedos: “El Gobierno no cederá a las presiones devaluatorias ni tampoco permitirá que los grandes exportadores peguen la vuelta con el dólar, amplíen la brecha y trasladen a precios, en un contexto muy complejo en términos inflacionarios”. Pese al parche, la batalla por el dólar sigue viva.
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