A pesar de la crisis económica, el sur de Europa sigue fiel al euro
MONFORTE D’ALBA, Italia— Durante años, el euro ha sido un lastre para el viticultor Elio Grasso. La fortaleza de la moneda reduce las ganancias de sus exportaciones a Estados Unidos, mientras que sus clientes italianos sufren los estragos de la larga recesión del país.
Pero el responsable de los vinos Barolo no quiere que Italia abandone el euro. "Si estuviéramos solos, tendríamos mayores problemas que Grecia", afirmó en una de las bodegas de su viñedo.
La moneda común ha dejado a los países del sur de Europa postrados, endeudados y con muchos problemas para competir internacionalmente. Pero incluso en medio de la campaña para las elecciones nacionales este mes, la permanencia de Italia en el euro no ha sido un tema de debate. En el país, al igual que en España, Portugal y otros miembros del bloque afligidos por la crisis, el apoyo popular hacia el euro sigue firme.
Los habitantes de la periferia de Europa temen que un regreso a las monedas nacionales reanude la inflación, elimine los controles sobre la corrupción y descarrile las ambiciones nacionales de formar parte del círculo más estrecho de Europa. Estas dudas pesan más que las sombrías perspectivas de crecimiento que han llevado a muchos economistas estadounidenses y británicos a pronosticar una separación de la zona euro. El PIB del bloque económico se contrajo 0,6% durante el cuarto trimestre del año pasado, y la debilidad de las economías del sur, como Grecia, Italia, España y Portugal arrastró a Francia y Alemania.
Apenas 20% de los italianos cree que dejar el euro beneficiaría a la economía, comparado con 74% que opina que sería malo o desastroso, según un sondeo reciente de Ispo, una firma de investigación de Milán. Sólidas mayorías en España, Portugal, Grecia e Irlanda también rechazan una salida del euro, según encuestas recientes.
La férrea voluntad de los europeos de seguir siendo parte de la moneda única jugará un papel importante en la evolución de la crisis del euro este año. Conforme se alivia el pánico de los mercados financieros, la supervivencia del euro depende de que los países pasen por un repliegue doloroso y prolongado.
El partido de centro-izquierda de Italia que encabeza las encuestas promete mantener las medidas de austeridad requeridas para defender el lugar del país en Europa. Incluso el ex primer ministro conservador, Silvio Berlusconi, ha bajado el tono de su retórica contra el euro de cara a las elecciones del 24 y 25 de febrero.
La voluntad popular de permanecer en el euro no es ninguna garantía de que ningún miembro se marche. Una parálisis política o una corrida bancaria podrían, en teoría, obligar a un país a imprimir su propia moneda para impedir un colapso financiero.
El apoyo popular tampoco garantiza el éxito del euro. La complicada situación de Europa ha resucitado las antiguas adver-tencias de que una moneda compartida por economías distintas puede conducir a crisis y dificultar las soluciones.
La experiencia sugiere que es más fácil recuperarse de una crisis financiera si un país devalúa su moneda, abaratando sus exportaciones. La única opción disponible para los países en apuros de la zona euro, en cambio, es reducir los sueldos y los precios frente a las principales economías del bloque. El proceso probablemente añadirá sufrimiento a regiones que ya han soportado cinco años de recesión.
A salvo de críticas
Muchos europeos del sur están decepcionados con las instituciones y los líderes de la Unión Europea, e irritados por los efectos de los planes de austeridad. Pero el euro se ha salvado de las críticas.
"Los europeos que ahora usan el euro no tienen ningún deseo de abandonarlo y regresar a su antigua moneda", de acuerdo a una encuesta del Centro de Investigación Pew. Asimismo, encuestas recientes indican que 70% o más de los españoles y portugueses quieren seguir usando el euro.
Incluso en Grecia, donde la economía y el empleo se han reducido más de 20%, sólo una de cada cinco personas quiere volver a usar las dracmas.
Por otra parte, la antipatía hacia el euro se ha intensificado en los países europeos que no lo adoptaron. La crisis ha fortaleci-do la convicción de los británicos, los suecos y los daneses de que tuvieron razón en mantener sus propias monedas, según los sondeos de la Unión Europea.
Muchos electores italianos, sin embargo, señalan que, más allá de sus actuales penurias, abandonar el euro es un salto al vacío. "La respuesta no es desprenderse del euro, sino revisar lo que no está funcionando y arreglarlo", manifestó Giovanni Ricci, un geólogo de Turín. "Si todos volvemos a nuestras monedas nacionales y devaluamos, habría una guerra comercial en Europa", observó.
La historia reciente de los países periféricos de la zona euro ofrece una explicación al persistente apoyo al proyecto europeo.
Ricci ayudó a construir la primera etapa de un túnel ferroviario de alta velocidad que conectará a Turín con la ciudad francesa de Lyon. En su opinión, el euro también representa la adhesión de Italia a Europa, lo que considera la mejor esperanza del país de crecimiento a largo plazo. "Tenemos que seguir siendo parte del corazón de Europa", puntualizó.
La crisis dañó la imagen color de rosa de Europa que tenían países como Portugal, pero "la asociación cultural de Europa con la modernización sigue vigente", apuntó Antonio Costa Pinto, politólogo de la Universidad de Lisboa.
España, que carga con el amargo legado de la dictadura de Francisco Franco y sus divisiones regionales, "ha desarrollado su identidad democrática contemporánea en torno a la idea de Europa", lo que deja al país "sin un Plan B", señaló Antonio Moreno, historiador de la Universidad Complutense de Madrid.
En estos países afectados por la crisis, la desconfianza hacia los políticos nacionales y las burocracias gubernamentales es una poderosa razón por la que pocos quieren dejar el euro. La mayoría cree que los líderes nacionales, actuando sin el yugo del euro, causarían trastornos incluso mayores en las economías nacionales.
Símbolo de cohesión
En Italia, el euro es, más que una moneda, el símbolo más fuerte de la pertenencia a Europa, una relación que muchos italianos esperan les enseñe mejores prácticas de gobierno. El país ha tenido 58 gobiernos en 65 años, lo que ha frustrado los esfuerzos por corregir la burocracia, reducir la evasión fiscal y dinamizar el sector empresarial.
La esperanza de que Europa discipline al país se escucha a viva voz aquí en la región de Piamonte, un centro de exportaciones en el norte del país. "No nos ha ido tan bien con el euro como a Alemania porque no nos dirigen las personas capaces de traer los beneficios potenciales a Italia", dijo Grasso.
El vinicultor dice que ha librado una batalla permanente contra la burocracia italiana. "Incluso tengo que demostrar a los inspectores que las manchas de pintura en el techo no caerán dentro de los barriles", apuntó. "Necesitamos menos reglas, pero una implementación estricta", como en el norte de Europa, aseveró.
The Wall Street Journal