2022: el año que Fernández puede superar el récord que dejó Macri
Los economistas trabajan actualmente con una inflación para este año de entre 56% y 60%. Hay mucho camino por delante pero, en caso de confirmarse esas proyecciones, la suba de precios del tercer año de la administración de Alberto Fernández superaría el 53,8% que marcó 2019, el último de la gestión de Mauricio Macri. El Presidente se quedaría además con otro récord muy negativo: 2022 sería el año con mayor suba de precios desde 1991.
Más allá de los números, el Gobierno licuaría deudas y mejoraría la recaudación. Al final, el perjudicado es el argentino de a pie, sobre todo los más pobres.
¿Qué hará el Gobierno para evitar eso? ¿Cuáles son las anclas nominales para contener la inflación? “No hay anclas. Hay velas”, ironiza un ex ministro de Economía. “El único ancla que veo es el padre nuestro”, confiesa otro economista y profesor universitario. “No hay ancla, sólo el acuerdo”, completa una tercer colega.
En el Gobierno dicen que el acuerdo con el FMI tendrá un impacto importante para disipar las expectativas devaluatorias, lo que serviría para anclar expectativas. Sin embargo, para el Banco Central (BCRA), más que la inflación, el problema son las inexistentes reservas. Eso lo llevará a subir las tasas (quizás mañana) y a acelerar el ritmo de devaluación mensual hasta posicionarse por encima de la inflación.
Las tarifas, otra ancla de 2021 como el dólar, deberán subir más de tres veces más del 20% anunciado por La Cámpora sólo para sostener el nivel de subsidios (sobre todo en un contexto en el que explota el precio internacional del GNL).
Cómo reducir el déficit, bajar la emisión y subir tasas –el compromiso con el FMI– y ajustar tarifas sin afectar ingresos es la pregunta que se hacen en el ultracristinismo. La respuesta que encontró Itaí Hagman, por caso, fue el atraso cambiario. Difícil sin reservas.
En el Gobierno ya hablan de un piso de inflación de entre 40% y 42%. La meta del 33% de Martín Guzmán en su proyecto presupuesto fallido ya fue pulverizada. Es la paritaria que pide el ministro de Trabajo, Claudio Moroni.
Otra pregunta se abre sobre la demanda de dinero. La inflación, con una reducción de emisión, puede acomodar esa variable. Necesita de otra cosa: confianza en el peso a la hora de atesorar. Una misión imposible en un país en el que hasta un techista manda un presupuesto en dólares billete.
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