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Wanchope Ábila: en Boca hizo mucho goles, pero nunca terminó de ganarse un lugar
El delantero no terminó de consolidarse, se cansó y quiere irse del club; Minnesota, de la MSL, es la opción para un préstamo y una pronta salida
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“Llevame a Boca y pagame por goles”. Así empezó la historia. Con esa confianza tan natural, Ramón Ábila entusiasmó a Daniel Angelici y el ex presidente lo incorporó a finales de 2017 sin el aval del entrenador, que por entonces era Guillermo Barros Schelotto. Con un gran carisma y un expediente goleador irresistible, parecía hecho para un club así de gigante. Por cierto, estuvo a la medida, aunque su contextura física siempre haya sido un motivo para no terminar de conformar a los entrenadores ni a los hinchas. Y su manera de vivir, sin bajar los brazos pese a las adversidades, lo mantuvo entre los primeros planos pese a nunca ser la opción principal. Pero parece haber dicho “basta” por estos días, cansado de estar relegado.
Es correcto desmentir que Miguel Ángel Russo no lo quería en el plantel y que el Consejo de Fútbol, liderado por Juan Román Riquelme, ya le había notificado que no jugaría más en Boca. Entre los rumores, uno clave que bien pudo agotar la paciencia del delantero: que era marginado por su supuesta falta de profesionalismo, al no cuidar su físico como debía. “Es posible que no tenga una vida cien por ciento profesional. Pero a los jugadores, como a cualquiera, les gusta divertirse y pasarla bien. En el caso de Ramón, al tener una contextura más grande, puede que eso lo afecte más que a otros. Pero no es cierto que Russo lo haya descartado por eso”, le confiaron a LA NACION desde las entrañas del Consejo.
La realidad es que desde el predio de Ezeiza querían llevarlo de a poco tras la operación a la que debió someterse a las pocas horas de la consagración en la Copa Diego Maradona, por culpa de una hernia inguinal que lo tenía a maltraer. “No hay nada raro. Como también ocurrió con Marcos Rojo, era preferible retrasar un par de semanas su retorno y que vuelva a ser citado cuando realmente esté al cien por ciento. El objetivo era que llegue óptimo a mediados de abril, que es cuando arranca la Copa Libertadores”, profundizaron. Sin embargo, el cordobés solicitó que –de alguna u otra forma– se aceptara la oferta que llegó en estos días. “Nosotros rechazamos el primer interés, pero él pidió que lo dejemos ir”, le contaron a este medio desde el mismo sector dirigencial.
Y es que Minnesota United, de la MLS, quiere contar con sus servicios y acercó un pedido de préstamo, sin cargo y sin opción, pero desde Boca –a partir de la exigencia de “Wanchope”– contraofertaron una cesión hasta diciembre, sin cargo, pero con obligación de compra por un monto que se está terminando de pulir. Si todos los documentos son presentados tal cual se hablaron, será nuevamente compañero de Emanuel “Bebelo” Reynoso, transferido hace meses.
Lo que sí es una realidad es que el ex hombre de Huracán llegó al Xeneize con muchas expectativas, pero fue un suplente más. En su primer año y medio debió respirarle la nuca a Darío Benedetto, el dueño del mejor promedio de gol: 0.59 gracias a 45 goles en 76 encuentros. Trató de meterle presión con lo suyo, pero jamás le quitó el puesto. Es cierto, Barros Schelotto no lo había pedido y eso también tenía su peso a la hora de la elección del N°9 titular.
En el último semestre de 2019, con Benedetto ya en Marsella y Gustavo Alfaro como técnico, fue el dueño del puesto. ¿Había convencido? Para nada. Desde aquellos tiempos, con Nicolás Burdisso como director deportivo de Angelici, hasta ahora, con Riquelme en el departamento de fútbol, siempre se buscó incorporar un centrodelantero. Nunca fue la prioridad. ¿Hizo las cosas mal? Lejos de eso: convirtió 36 goles en 83 partidos (0.43), logrando la segunda mejor marca que un delantero pudo obtener tras el retiro de Martín Palermo. Y con Russo tuvo la “mala suerte” de que Tevez tuviera el mejor rendimiento desde su vuelta en 2015 y sea la fija como referencia de área.
Las quejas por las lesiones
Sus constantes lesiones también le fueron quitando lugar: la última cirugía se realizó para cortar con la seguidilla de desgarros (sufrió siete en tres años), principalmente en los aductores. Y en la Bombonera se solían escuchar murmullos en las tribunas: muchos hinchas reprocharon la enorme cantidad de offsides que le cobraban. Hoy, con delanteros a los que les cuesta encontrarse con la red rival, piden que se quede. No es para menos: hizo 32 goles en las últimas 43 participaciones como titular.
En medio de las dificultades para ganarse el lugar, debió sobreponerse a un dolor familiar muy grande: “La pandemia me quitó a mi hermano. Tuve la mala suerte de que se quitara la vida en mi casa. Fue por una depresión. Nunca nos avisó y eso le pasa a mucha gente”, contó y advirtió la tarde del homenaje a Diego Maradona por su fallecimiento.
Serán las últimas horas de “Wanchope”, ese goleador desvalorizado que Boca puede extrañar.
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