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Camina lentamente por un dolor en el fémur derecho; saluda y pide por favor que esperemos hasta que termine el partido entre Quilmes y Belgrano; se sienta y mira atento la TV. A los 72 años, el fútbol sigue siendo su gran pasión y en cada jugada parece ubicarse en el medio del área; se muerde los labios y mueva su cabeza de un lado hacia otro; parece que le da bronca. Y razones tiene de sobra. El hombre es Walter Gómez, uno de los jugadores extranjeros más brillantes que pasó por el fútbol argentino.
De pronto, parece que suena en sus oídos el cantito que lo hizo temblar cuando lo escuchó por primera vez, en el Monumental, cuando todavía era una herradura. El mismo lo repite con la mirada hacia el techo, como si estuviera leyendo la letra en el cieloraso de su humilde casa de Banfield. "La gente ya no come por ver a Walter Gómez", tararea con los ojos húmedos; y comenta que hace años que no da entrevistas porque el periodismo es polémico hasta la exageración y poco se habla de fútbol. El atesora otros valores del fútbol.
-¿En cuánto influía el DT en el rendimiento del equipo?
-En nada. Yo respeto a los técnicos, pero no creo en ellos. En River, José María Minella jamás nos dio una indicación. Se sentaba detrás de un arco y miraba el partido. ¿A quién le podía enseñar a jugar al fútbol? ¿A Moreno? Nosotros entrábamos en la cancha, nos parábamos como nos teníamos que parar y nada más. Era espontáneo. Si uno no tiene buenos jugadores no puede hacer nada. Yo me río cuando veo a los técnicos con el pizarrón. ¿Por qué los equipos chicos no salen campeones? Los puede dirigir cualquiera, pero no tienen material. Yo, si hubiera sido caradura, me habría puesto de DT y me ganaba unos mangos.
-¿Cómo definiría el fútbol de este tiempo?
-Es muy mediocre. La mejor época fue en los años ´40. Antes había muchos más jugadores que ahora; había para prestar y regalar. Eran piolas los jugadores. Ningún equipo salía a defenderse, era todo a ganar, porque todos jugaban bien. En cambio, hoy surge uno más o menos bueno y ya lo venden. Dicen que faltaron títulos internacionales, pero no se olvide que en el nivel sudamericano la Argentina y Uruguay dominaron todo hasta el Mundial del 58; les hacían cinco goles a cualquiera. Creo que ese torneo una ruptura; después de los seis goles que le hizo Checoslovaquia a la Argentina el fútbol argentino comenzó a mermar y Brasil empezó a ganar cosas, pero antes no ganaba nada, eh... Sin embargo, creo que la Argentina está por encima de los demás en el nivel mundial. En Europa mismo, los equipo más grandes no son buenos. Y de América del Sur, Brasil bajó mucho.
-¿Hubiese resignado jugar en esa época para hacerlo hoy y ganar mucho más dinero?
-No, no. Estoy muy satisfecho de haberlo hecho en esos tiempos. El fútbol de hoy está muy bajo. Quizá para reemplazar las condiciones naturales que no tienen, hoy es todo físico. El día de la despedida de Francescoli, cuando entré en el vestuario y vi todos los fierros del gimnasio, dije: "¿Che, qué van a hacer, van a luchar?". El placer y la satisfacción de jugar y divertirse dentro de una cancha no se compra con dinero.
-¿Cómo era el ritmo de vida de un jugador de su época?
-Normal, iba a practicar. Y mucho tango, no importaba mucho acostarse tarde. Con la mayoría de mis compañeros me llevaba bien, pero Félix Loustau era mi mejor amigo. Salíamos de noche, de vez en cuando íbamos a ver a algún cantor. Me gustaba mucho el Tano Alberto Marino, que para mí fue el mejor de todos. A veces nos dábamos el lujo de ir a las tanguerías antes de los partidos y también a los cabarets. Yo salía de Banfield con un amigo que era taxista, pasaba por Avellaneda a buscar a Loustau y de allí enfilábamos hacia la Capital Federal.
-Esas parecen cosas casi imposibles de hacerlas ahora. ¿Cual era la diferencia?
-La mentalidad: nosotros queríamos jugar porque nos daba placer; ahora hay muchos intereses. Aparte, si los de ahora no se cuidan un poco, ¿cómo reemplazan la falta de habilidad? Nosotros, en las concentraciones, mirábamos la televisión y jugábamos al billar. Además, con el "loco" Félix Loustau nos escapábamos de noche para ir a pescar ranas a una lagunita que había cerca del lugar de concentración, en Ezeiza, y después las comíamos a la provenzal. Labruna, en cambio, siempre estaba con las cartas y los dados en el bolsillo. Todas las noches se armaban timbas con Antonio Vespucio Liberti -ex presidente de River-, que duraban hasta las cuatro de la mañana. En lo que menos pensábamos era en tácticas y estrategias.
-¿Otra diferencia?
-Hoy no se disfruta una linda jugada que no termina en gol, como se hacía antes. Lo único que sirve es ganar; además, hay muy pocos jugadores con calidad.
-Algunos jugadores, técnicos, hinchas y periodistas suelen decir: "Basta de los jugadores viejos que dicen que el fútbol de antes fue mejor"?
-Sí, y les quisiera preguntar a todos esos si vieron el fútbol de antes; no creo que hayan visto nada. Por ejemplo, yo no puedo hablar de los años ´30. No me gusta cuando dicen que el mejor de todas las épocas fue Diego Maradona, sino vieron a Moreno. Se debería decir "el mejor que yo vi".
-¿De ahora no le gusta nadie?
-Del fútbol argentino, el que más me gusta es Aimar, tiene toda la calle; además, no es que juega solamente con la pelota; marca, corre, se tira al piso, es bárbaro. Es el mejor jugador del país. Otros que me gustan son Saviola y Riquelme.
-Todos jugadores con potrero.
-Exacto, cuando los jugadores son de potrero, son distintos. La decadencia del fútbol comenzó con la desaparición de los potreros. Lo primero que hacía un pibe antes era ir a jugar; si pasaba alguna mina no le daba ni b... Hoy en día, capaz que pasa alguna pebeta y pierden. O los bailes, o la televisión, o esos jueguitos electrónicos. Esa es la verdad.
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