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Volver a empezar después de la violencia en una cancha
Juan Emilio Ameri, de 27 años, empezó a trabajar en River, como empleado; Tras los incidentes en el último superclásico, perdió la visión del ojo izquierdo
Me costó mucho levantarme de la cama, pero sé que no tengo que aflojar . Me tiraron cien sogas para sacarme del pozo y acá estoy, trabajando. La vida sigue, más allá de todo..."
Allá, no muy lejos, las tribunas del Monumental parecen un retrato pintado desde la ventana más cercana a su escritorio; aquí, en una oficina debajo de la platea San Martín, Juan Emilio Ameri escribe otro capítulo de su vida; esa que impulsó River, que le dio trabajo en el departamento de marketing , casi un mes después de que una bala de goma le quitó la visión del ojo izquierdo, tras el último superclásico, a la salida de la Bombonera.
Aún perdura en Juan -fanático de River- el desenlace de aquella tarde fatídica del 8 del actual, en la Boca. "Me cuesta sacarme de la cabeza la imagen del policía que me disparaba a la cara, del otro que me insultó y del miedo que tenía; pero también recuerdo a mi mejor amigo en la ambulancia que me llevaba hasta el Argerich", cuenta Juan, con la voz entrecortada, pero con la fuerza de alguien que no quiere detenerse en el tiempo.
"Quiero agradecerles a todos los dirigentes de River -explica-, porque estaba desempleado y mi preocupación era cómo iba a conseguir un trabajo con la visión disminuida. Hasta que un día me llamó el presidente David Pintado y me dijo: Querido, te voy a dar una buena noticia: cuando te recuperes, vas a trabajar acá, con nosotros. Esta fue una de las cosas más grandes que me pasó en la vida. Nunca voy a terminar de agradecerles. Si fuese por mí, seguiría acá para siempre. Ellos me sacaron del pozo y no tenían la obligación de hacer nada."
Ayer, la mañana lo sorprendió bien temprano en su primer día de trabajo. "A las 7 ya estaba arriba, porque vivo solo en un departamento en Banfield y tengo un viaje largo", afirma. La combinación entre los colectivos 242 y 28, lo dejaron a dos cuadras del Monumental, justo cuando el sol le daba un colorido especial a su vida.
"Mis compañeros, Emilio y Celina, son bárbaros; tenemos la misma edad. Claro que enseguida mi jefe me indicó cuál es mi labor: estoy encargado de vender la publicidad a las empresas para la fiesta que River organiza en sus 100 años de vida, entre otras cosas. Y tengo un laburo bárbaro", comenta Juan, de 27 años, que tiene estudios secundarios completos, un buen manejo del idioma inglés, pero que hasta no hace mucho se desempeñaba como ayudante de albañilería.
El teléfono suena constantemente. Las llamadas de los amigos y de su novia no se hacen esperar en plena jornada de trabajo. "Me felicitan y me apoyan continuamente", repite una y otra vez.
Con otro futuro por delante, Juan no quiere que su caso quede en la nada. "Quiero que el policía que me disparó -señala- pague por lo que hizo; que no tenga un arma nunca más en su vida. La visión del ojo no la voy a recuperar. Estoy bien estéticamente, pero eso es un detalle. Voy a seguir hasta el final con las acciones legales para que el policía sea separado del cargo." Y sigue: "Mi papá tuvo un derrame cerebral hace pocos días y está internado en el hospital Italiano. A veces me culpo porque pienso que esto le pasó porque yo fui a una cancha a ver un partido de fútbol. Ahora, lo que más me importa es que salga adelante y que esté bien".
La tarde se va en Núñez y Juan se despide con una sonrisa. "Mirá el sol, cómo se esconde, es maravilloso", dice. Allí está él, detrás de una ventana con el imponente Monumental de fondo. Nada ni nadie pudo robarle las ganas de vivir .
Una actitud solidaria
La preocupación de Juan Emilio Ameri por su futuro laboral, tras la pérdida de la visión del ojo izquierdo, impulsó a los dirigentes de River a tomar una decisión: emplearlo en el club y tenderle una mano cuando más lo necesitaba. Así lo entendió el presidente de River, David Pintado, que se mostró muy satisfecho.
“La intención de River –comentó– es apoyarlo económicamente para que Juan estuviera en manos de un buen oftalmólogo y que su reinserción laboral no sea tan dificultosa como se pensaba. Todos los dirigentes nos preocupamos por su estado de salud y decidimos incorporarlo. Creo que será de mucha utilidad en el departamento de marketing y ojalá que con el tiempo vaya superando el duro golpe que le tocó vivir. El cuenta con el apoyo de todos nosotros”.
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