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La Argentina venció a Italia y es semifinalista de Tokio 2020: el golpe de autoridad de una selección de vóleibol que no deja de hacer historia
Fue 3-2 por los cuartos de final del torneo olímpico; es el regreso a una semifinal tras 21 años
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TOKIO.- Es un aleteo molesto sobre los oídos de los italianos. Cada vez más intenso. De esos imposibles de frenar cuando toman velocidad. Los pone en dificultad, contra las cuerdas. Los incomoda aun cuando parecía que la historia podía tomar otro color. Les deja un recado: van a perder. Todavía no se refleja en el resultado, pero lo sienten. No hay forma de frenar ese zumbido cuando empuja Facundo Conte. No hay forma de evitar su intensidad si quema Bruno Lima. Es todo un golpe de autoridad sobre otra potencia. Sobre el último subcampeón olímpico. En un Ariake Arena que por unos instantes se viste de Luna Park, con cantos, gritos y desahogos albicelestes, la selección argentina de vóleibol hace historia: triunfo 3-2 a Italia (21-25, 25-23, 25-22, 14-25 y 15-12) y clasificación a las semifinales de Tokio 2020. Una etapa a la que ingresa por tercera vez, tras el bronce de Seúl 88 y el cuarto puesto de Sidney 2000. “Este equipo lleva los partidos donde quiere jugarlos, al punto de que el rival sepa que no vamos a soltar la presa”, apunta Conte con su último hilo de voz y un calambre que casi no lo deja caminar. Es el alma de ese aleteo.
“Fortaleza mental, lucha y descaro”. Las palabras clave que repiten los protagonistas tras el triunfo ante Italia. Al “ganar como sea” de los últimos partidos ahora le sumaron el trabajo sobre la cabeza del rival. Es un equipo con capacidad de reacción. Lo hizo tras la dura derrota ante Brasil, cuando solo aparecían fantasmas, y lo demostró en cada uno de los partidos posteriores: 3-2 con Francia, 3-2 ante Túnez y 3-0 ante Estados Unidos. “Nos gusta molestar a las potencias”, dice Conte, sin perder la calma. Son la mosca en la sopa.
La entrega no se negocia y los protagonistas se multiplican: son piezas que van encajando y se potencian. Están los experimentados, los que vienen de atrás, los que tienen su primera vivencia olímpica o los que buscan revancha. Ezequiel Palacios todavía renguea, pero no le preocupa. Hay un contagio entre todas las partes que empuja y no da margen para mirar hacia el costado. “Fue una demostración de todo lo que podemos dar. Y, en mi caso, sentía que me explotaba el tobillo, pero no me iban a sacar de la cancha. No había forma. No podía dejar al equipo y no lo voy a dejar nunca”, señala tras hacer sonar las alarmas por una mala pisada, en un partido en el que aportó 18 puntos. Fue el segundo goleador del equipo, detrás de los 19 de Conte. Mientras los flashes se van con Bruno Lima y su tie break. Es su final soñado, de película. Cuando el desempate estaba 10-9 abajo, todo se revierte. Ya sea un saque o un smash, la pelota lleva su firma. Y es el que va cambiando la historia, el que va dejando sin fuerzas a Italia, el que le muestra que el plato está servido. Y deja su clave: “No tuve un buen partido, estuve errático, pero en ese tie break me olvidé de todo. Busqué este momento y se dio. Me tocó a mí, pero pusimos todo. Es un equipo que siempre va para adelante y que está luchando por un sueño”.
El sueño se repite en cada uno de los comentarios. “Estamos preparados para que suceda lo inesperado”, había destacado Conte. Y sucede. Nadie se quiere despertar. “Quizás tomemos conciencia cuando se termine todo esto”, dice Lima. “Lo soñamos y tenemos otra chance en nuestras manos. Logramos algo que venimos buscando desde hace 10 años y cada uno aporta lo suyo”, cuenta Sebastián Solé, una de las partes del triángulo del liderazgo (Conte-Solé-De Cecco). “Queremos un metal”, se escucha. Oro, plata o bronce, el color está a dos partidos. Y también la posibilidad de reescribir los libros del vóleibol nacional: ¿podrán cruzar la etapa que jamás se cruzó? La Argentina vuelve a estar en una semifinal y puertas adentro saben que el próximo será el duelo de sus vidas. No como presión, sino como exigencia. Y disfrute.
Y así lo resume Conte, en diálogo con LA NACION: “Creo que durante el cuarto set lo importante era volver a jugar, y aprovechar la ventaja. Me pone muy contento porque otra vez hicimos un paso importantísimo, el más importante que nos ha tocado hacer a este grupo. Ahora no miramos para atrás, solo miramos para arriba. Para seguir trepando no podemos relajarnos. Se viene el partido que siempre soñamos, el partido más importante de nuestras vidas. No es el momento de mirar para atrás, es el momento de creer, de vendarnos los dedos, de recuperarnos después de tantos 3-2, pero nos van a tener que sacar muertos, quedan dos pasos más y no es el momento de mirar para abajo ni para atrás, solo mirar para adelante e intentarlo”.
La historia olímpica marca que la selección nunca pudo superar el techo que significó el tercer puesto de Seúl. Después, o no se clasificó o estuvo mayormente en la quinta ubicación (Atenas 2004, Londres 2012 y Río 2016). En los últimos Juegos, la Argentina tuvo un gran desempeño en el grupo -finalizó primero, con cuatro triunfos y una derrota-, pero no tuvo suerte: Brasil, que después se consagró campeón olímpico, terminó cuarto en su zona y hubo clásico en el Maracanazinho, por los cuartos de final. La eliminación golpeó de lleno a parte de esta generación. Un grupo que ahora huele sangre y quiere otra oportunidad.
Con las llaves definidas en Tokio, uno de los finalistas saldrá de Brasil y Rusia, un duelo de alto voltaje. Mientras que la Argentina enfrentará a Francia, el jueves, a las 9 (hora argentina). Horario central para un partido que ya tuvo su primera edición en la etapa de grupos: el cruce con la selección gala dejó buenas sensaciones y mucho desgaste. “Es un momento para que vuelva a suceder lo inesperado. Que Francia haga el partido de su vida, deje afuera a Polonia y juegue contra nosotros”, lanza Conte, antes de perderse en el último tramo del camino al vestuario. Y los dados vuelven a salir a su favor.
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