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Julio Velasco: los Juegos Olímpicos, la muerte de Diego Maradona y la pandemia del coronavirus
El histórico entrenador de vóley, responsable de los juveniles de Italia, alerta sobre la dificultad de la zona que le tocó a la Argentina en Tokio; evoca al ídolo del fútbol y a Carlos Griguol, y relata cómo fueron sus días de encierro en Bologna durante la pandemia
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Julio Velasco, gloria del vóleibol mundial, calificó como “muy difícil” la zona en los Juegos Olímpicos de Tokio del seleccionado argentino, del que destacó “que juega sin tenerle miedo a nadie y tiene personalidad”.
“La zona es muy, muy difícil porque el único equipo inferior es Túnez. Si se logra pasar esa zona, ya en cuartos de final, ya es un partido seco. Se puede llegar a ganar. Pasar la zona no es fácil. Hay cuatro equipos muy fuertes”, aseguró Velasco en una entrevista con la agencia Télam.
“Los argentinos son jugadores que no solamente entrenan bien sino que juegan sin tenerle miedo a nadie. En ese sentido, Argentina es un equipo de personalidad”, expresó Velasco, de 69 años y bicampeón del mundo con el seleccionado italiano y ganador de la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Toronto, Canadá, 2015.
Velasco, actualmente a cargo de los seleccionados juveniles de Italia, definió a “Polonia y Brasil” como dos equipos que estarán en la pelea de las medallas en los Juegos Olímpicos y confesó que lo “incomoda” que lo definan como un mito del vóleibol.
-La zona de Argentina en Tokio, que tiene a Rusia, Estados Unidos, Brasil, Francia y Túnez es...?
-Es una zona muy, muy difícil porque el único equipo inferior es Túnez. Estados Unidos no está muy fuerte pero siempre es Estados Unidos. Hay que ver cómo están, que hace mucho que no juegan. Es un equipo muy fuerte. Si se logra pasar esa zona, ya en cuartos de final, ya es un partido seco. Se puede llegar a ganar. Pasar la zona no es fácil. Hay cuatro equipos muy fuertes. El gran problema que hubo fue, precisamente, la pandemia. El equipo no se salvó. Hubo muchos contagios y problemas. Eso condiciona mucho físicamente porque el virus es muy individual, hay de todo, pero en muchos casos deja secuelas por mucho tiempo. Jugadores que tuvieron el virus en Italia, por mucho tiempo se cansaban antes, no podían entrenar al máximo y además da una sensación de inseguridad, no específica, sino general, para jugar. Gente que se contagió queda desde ese punto de vista un poco delicada. No sé como habrá sido lo de los chicos de Argentina pero seguramente fue uno de los equipos más golpeados desde ese punto de vista. Eso incide mucho. Espero que recuperen rápido. Si el equipo estaba bien pienso que Argentina puede sorprender en esta olimpíada.
-¿Por qué?
-Porque hay algunos equipos que son muy difíciles, pero otros a los que Argentina le puede jugar de igual a igual tranquilamente.
-T: ¿Cómo define al equipo?
-JV: Es un equipo que llega, en algunos jugadores claves, con la maduración justa. Como edad, como experiencia, de Luciano De Cecco, Sebastián Solé, Facundo Conte, Martín Ramos, el mismo Santiago Danani, aunque es más joven pero tiene dos o tres campeonatos en Italia. Llegan en un momento con una muy buena madurez deportiva más algunos jóvenes importantes como Jan Martínez, Bruno Lima, Agustín Loser, que son chicos muy prometedores, que ya jugaron en la selección, hace un año que están, que le falta un poquito más de experiencia si lo comparamos con el otro grupo. Es un grupo maduro.
-¿Qué características destaca?
-Para empezar, los jugadores argentinos son jugadores que no solamente se entrenan bien, sino que juegan sin tenerle miedo a nadie. En sentido, es un equipo de personalidad. Siempre un punto débil de los equipos argentinos fue la continuidad. Que se juegan dos o tres partidos muy bien y después uno mal, o no se juega mal: no se juega al máximo y en un Juego Olímpico un partido no jugado al máximo, aunque no se juegue mal, hace que no se logre pasar al turno siguiente. Eso siempre fue un tema, de toda la vida. Esperemos que este equipo lo resuelva: tener continuidad en todos los partidos. No es que siempre se puede jugar a nueve, pero que se baje de nueve a siete, no a seis o cinco. En ese margen es aceptable. Si se baja más, muchas veces es un problema.
-¿Cuáles son sus candidatos para Tokio?
-Digamos que Polonia y Brasil deberían ser bastante seguros, porque son equipos que vienen ganando, con continuidad y en la Liga Mundial vienen andando bien. Me parece que son dos que van a estar. Los cuartos de final pueden dar muchas sorpresas. En Río salimos primeros en el grupo y nos encontramos con Brasil que había salido cuarto. Una cosa rarísima y aun así, a ellos se les complicó el partido con nosotros. Por ahí los dejábamos afuera y era una sorpresa. Y eso puede pasar en Tokio. Después están Rusia, Estados Unidos, que son equipos muy fuertes. Italia no sé si está a ese nivel, porque hace mucho que no juegan juntos. Muchos de estos equipos están en la zona de Argentina.
-¿Cómo define a Marcelo Méndez, su sucesor en el seleccionado?
-No lo conozco mucho a Marcelo. Yo estuve afuera, él también. Sé que es un muy buen entrenador por todo lo que ha hecho. En River ya había demostrado ser un excelente entrenador, después lo hizo en España, después lo hizo en Brasil. Yo miro mucho lo que la gente hace más que lo que la gente dice. No porque lo que diga no tenga importancia, pero en un entrenador hay que ver lo que hizo y Marcelo es de los entrenadores que han hecho.
-De Cecco manifestó “los grupos van y vienen pero nosotros todavía estamos bajo la lupa de Seúl ´88. Hasta que no logremos algo no creo que quedemos a la altura de un grupo grande porque Argentina es exitista”. ¿Qué opina?
-Digamos que en parte es verdad. En el sentido de que acá, en Italia, también pasa con el equipo que dirigí; que se compara con ese equipo siempre y me parece algo injusto. Porque todos los países han tenido un momento. Por ejemplo: a Brasil le va a pasar lo mismo con las futuras selecciones si no salen campeones, porque dominaron la escena durante muchos años. Creo que es algo injusto, pero no es un problema del exitismo. Para mi es un problema que se crea un mito, y todos los mitos son medios falsos. Parece que todo está perfecto, cualquier equipo, el italiano también, pero son momentos. que todo fue el tema es que no le pese a ellos o sea si yo hubiera leído esta frase de Luciano en la época en la que yo era entrenador de la selección hubiera hecho una reunión y les hubiera preguntado: ¿a ustedes les pesa? A mí, no. Porque no tiene que pesar. No me gusta alimentar los mitos. Por que el mito no sirve, el mito es algo que separa. ¿Los chicos que juegan al vóley qué hacen con el mito? Nada.
-¿Lo incomoda que lo pongan en ese lugar?
-Sí, sí. Me incomoda y lo digo porque el ejemplo sirve, no el mito. El ejemplo sí, hablar de qué hicieron esos jugadores, qué hizo ese grupo, qué resultado obtuvo, qué es lo que se hizo. Por ejemplo, en el 82, después de que ganamos, se creó un mito que fue una de las cosas peores que le paso al vóley argentino. Tanto es así que por muchos años el vóley argentino sufrió mucho porque el mito era un grupo de fenómenos que se entrenó en condiciones pésimas, pero como era un fenómeno lograron salir terceros. No fue así para nada. Ese equipo para el Mundial 82 se entrenó dos años sólo para la selección, sin entrenarse en los clubes. Viajó por el mundo como no lo hizo ningún equipo de vóley, ni antes ni después.
-Después de que Argentina conquistó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, en su primer título desde que retornó al país para dirigir al equipo en 2014, dijo: “Volví a la Argentina para esto, sentía que se lo debía”. ¿Sigue pensando que ya cumplió con Argentina?
-No. Yo nunca pensé que había cumplido con la Argentina, pero la sensación que tuve con ese oro fue que algo había logrado. Me gustaría darle más. Lamentablemente me tuve que ir por una cuestión de salud de una de mis hijas y no pude. Me gustaría. Extraño mucho. Me gustaría volver a trabajar en la Argentina. Pero ya es tarde, no creo que se vuelva a dar esa posibilidad.
-¿Y si se volviera a dar, qué haría?
-A mí me gustaría darle algo de nuevo a la Argentina. Me gustaría y quiero hacerlo a través de dar un curso. Algo haré. Ahora con la pandemia se paralizó todo, pero algo voy a hacer. Sin ir más lejos, ahora voy a dar una charla online para un curso de la federación internacional, pero lo organiza la Argentina y la daré. Di para uno de los entrenadores, para Argentina ya di dos. Voy a tratar de hacer algo más.
-Llevamos más de quince meses de pandemia. ¿Cómo la lleva?
-La llevo bien porque, primero, no me lo agarré el virus. Ni mis hijas, ni mi mujer, ni yo, así que tuve bastante suerte. Segundo, era un privilegiado: vivo en una casa grande, en el campo, en las afueras de Bologna. El campo italiano no es como el campo argentino. En veinte minutos estoy en el centro. En el peor momento podía salir a caminar, tengo jardín en casa y además, trabajé mucho en la pandemia, haciendo muchas cosas, estudiando, viendo. Soy muy activo, pero siempre en mi casa estuve muy bien, en el sentido que me gustan cosas de la casa como leer, ver películas, hacer cosas en el jardín, pero fueron meses y meses sin salir, ni siquiera iba a hacer compras, iba mi mujer, que tenía que salir, porque es fisioterapista, a ver a sus pacientes.
-En abril del año pasado, apenas comenzó la pandemia, dijo “esto es un triatlón y hay aguantar”. ¿Aguantó?
-Sí, yo aguanté. Estaba en una condición privilegiada. Aparte, estoy muy entrenado. Como muchos deportistas y entrenadores aguantaron. En mi vida soporté muchas cosas más difíciles que esta pandemia. En Italia, en Argentina y otros países hubo gente que no se la bancaba y no respetaba las reglas. Teorizando sobre que esas reglas no eran correctas. Es difícil juzgar: una cosa es aguantarlo yo, en mi casa con mi mujer, y otra con dos o tres chicos en un departamento chiquito. No se puede juzgar al que está en condiciones diferentes. Fue muy dura para mucha gente. Una cosa es decir “muchachos, es muy dura, aguantemos lo más que podamos” y otra es decir “no pasa nada, es todo un invento”. Lamentablemente, en todos los países se ideologizó este problema. Y eso me parece una cosa absurda. La paradoja es que en los últimos veinte años se habló de la muerte de las ideologías y resulta que se ideologiza el modo de jugar al fútbol, cómo se ve la pandemia, se ideologiza todo. Uno se puede equivocar, o no, en el modo de ver el problema de la pandemia, pero que se divida políticamente cómo verla me parece que no tiene mucho sentido. En Italia se logró evitar bastante, porque dentro del grupo de centroderecha hubo dos posiciones muy diferentes entre dos líderes muy importantes y eso evitó, un poco, que se ideologizara demasiado. Uno estaba sin mascarita, minimizaba la cosa y otro dijo “no, no, esto es serio” y tomó medidas muy drásticas y evitó un poco la división tajante que hubo en Estados Unidos y pienso que hubo en Brasil y Argentina.
-¿Su formación y apego al método le sirvieron para afrontar la pandemia?
-Me ayuda siempre una actitud o método que es “no pensemos mucho en lo que no se puede hacer y sí en lo que se puede hacer”. Esto fue un motor de mi vida en lo personal y lo profesional. Y en esta pandemia apliqué de nuevo esto. Como federación hicimos preparación física con tres grupos que sumaban 130 jugadores, usando la tecnología. Los chicos ponían sus celulares y hacían los ejercicios durante una hora, una hora y media, todos los días, de lunes a viernes y los entrenadores y preparadores físicos los miraban desde sus casas y corregían. Lo hicimos durante tres meses. Después, cuando se empezaron a jugar, a puertas cerradas, los partidos de Súperliga, todos miraban en la RAI y los comentaban con sus entrenadores. Era un momento social también. No se podían ver pero se encontraban comentando un partido. Hice cursos, de ocho lecciones y de tres horas de duración cada uno, para 150 o 200 entrenadores que tenían chicos en las selecciones juveniles y los responsables de las regiones y provincias. Tenía que encontrar cosas para aprovechar el tiempo en lo que se podía junto con nuestro equipo de trabajo.
-En su nuevo trabajo con lo juveniles de Italia, ¿en qué pone el acento?
-Hay varios puntos. Uno es la captación de chicos. Trato de inculcar ese tema en todas las sociedades, que no son clubes acá, sino sociedades deportivas por deporte. No hay clubes como en la Argentina que son polideportivos, donde los chicos viven los fines de semana o en el verano. En Italia, van, se entrenan y se van. Y la captación en varones siempre fue un tema central. En Ferro lo hice en los años 70. El otro tema para las selecciones es buscar jugadores con características físicas para el alto nivel, que también es difícil: la altura, el salto. Después, se les puede enseñar, pero si no hay alguna de estas dos características, que salten mucho o que sean muy altos...
-En abril del 2020 expresó que “los lobos están bajando de la montaña con la baba en la boca y los perros se van a pelear por un hueso”. Quince meses después de pandemia, ¿ratifica ese concepto?
-Sí, lamentablemente, sí. Se está viendo: están recrudeciendo las tensiones internacionales, situaciones de violencia familiar, políticas que se extremizan y sobre todo que todavía no se vieron todas las consecuencias. Espero equivocarme pero hasta ahora los países tomaron medidas de frenar, por ejemplo, los despidos. En Italia todavía no están permitidos. ¿Qué va a pasar cuando se permitan?
-¿Qué visualiza?
-Que se va a recrudecer la tensión social. Porque una parte de la razón la tienen los dos: el empresario y el trabajador. Ahí viene el problema eterno: cómo se distribuye la riqueza, las ganancias. Si se distribuye en modo justo, todos vamos a tener que pagar un precio, es una cosa. Si una parte de la población ve que los únicos que pagan un precio pesado son unos y los otros no tanto se va a recrudecer la tensión social. Cuanto más pobre sea el país, peor va a ser esa tensión, pero supongo que eso va a haber en todos lados.
-¿Lo afectaron las muertes de Maradona y Timoteo Griguol?
-Sí, mucho. Cuando entrenaba a la selección argentina fui a la fiesta de Ferro y ahí lo vi a Timoteo. Lo vi muy mal. Fue un gran entrenador y una grandísima persona. Es alguien que dejó una herencia cultural más grande de lo que mucha gente cree. Como lo fue Zubeldía. Técnicos de equipos chicos que marcaron mucho el modo de entrenar y jugar. Como Sabella también. Después están los totems más grande. ¿Y lo de Diego? Yo escribí una carta. En Italia la gente lo respeta y lo admira y nosotros lo queremos. Esta diferencia creo que es la clave de lo que nos pasó a todos con Maradona. Con sus defectos. Creo que es una persona más querible justamente porque ni siquiera era algo parecido a la perfección, ni cerca. Eso hace identificar a la gente con él. Todos tenemos debilidades, mezquindades. Las de él eran públicas constantemente, las de uno no tanto. Para mí tuvo un valor extraordinario, más allá de su grandeza futbolística, que se la reconoce hasta el que lo odia, que es el hecho de que fue un compañero ejemplar, querido por todos. Eso no es algo habitual. Es más, es algo cada vez más raro porque hay cada vez más divismo e individualismo. Él era increíble en ese punto de vista.
-¿Lo conoció personalmente a Diego?
-Sí, en el estadio de Roma, me lo presentó un periodista italiano que lo entrevistó muchas veces. El sabía de todos los argentinos que estábamos afuera. En eso también era increíble. El sabía todo de los tenistas, de los voleibolistas, los del básquet. Me saludó como si me conociera de toda la vida. Es un tipo especial, era realmente un tipo absolutamente especial y con valores que a mí, digamos... el hecho de que se drogara, yo siempre lo digo... nadie es indemne a que el propio hijo se pueda drogar. No digamos pavadas de que depende de cómo lo educamos. Nos puede pasar... nadie puede decir “no, a mi no me puede pasar”. Porque es un tema muy complejo. Entonces ¿por qué cayó en la droga’, bueno.. pero ese valor de ser un tipo que jamás hizo un mal gesto porque le pasaron mal una pelota. Nunca nadie le hizo una foto, un video porque le pasaron mal una pelota. Eso ya vale que lo querramos.
-¿Se imagina que hubiera sido de su vida sin el vóleibol?
-A mí, el vóley me salvó. Porque en esos años 70, además, era muy difícil para mí encontrar algo que me entusiasmara. No pude terminar la facultad, no podía estar en mi ciudad por la dictadura, no podía ver a mis amigos, no podía ver a mi mamá. Entonces, claro, el vóley me salvó de la depresión porque era cada año un equipito mejor y me encontré creciendo en medio del horror, porque sino yo hubiera estado adentro del horror todo el tiempo. Tuve esa suerte de encontrar en el vóley algo que me dio entusiasmo de nuevo y que me dio ganas de progresar y de mejorar. Obviamente me tenía que mantener. Yo no tenía plata ni nada, pero no me quería ir del país. Yo había sido militante, vivía cuidándome mucho, y nadie sabía dónde estaba mi casa y demás. Pero me parecía injusto irse apenas la cosa se ponía mal y la gente común, digamos, tener que bancársela. No quería irme del país y logré encontrar en el vóley algo que me dio entusiasmo de nuevo.
-¿Sigue suscribiendo la frase “aprendí más en el café que en los cursos”?
-Si. Aparte está demostrado. Donde más se consolidan los aprendizajes es cuando uno explica, pero la segunda es en las discusiones, no para ganarlas, sino las discusiones en sí. En los cursos hay poca discusión. Son muy importantes eh, yo hice todos los que pude, y sigo haciéndolos, pero cuando uno discute un tema con otros entrenadores buenos, ahí se aprende muchísimo. En ese sentido el café. Hay un motivo por el cual nosotros en Argentina, tenemos tantos técnicos buenos, yo creo que hay varios. Uno es que nosotros somos de mucha pasión y acostumbrados a “laburar a pulmón”. Eso existe en Argentina, no en Suiza. Pero las otras dos características que yo creo que forman mucho a los entrenadores son: que el vóley esté en los clubes donde hay otros deportes, entonces hay comunicación con otros entrenadores y segundo que hay, no siempre, pero hay muchos entrenadores que se ven mucho con otros entrenadores del mismo club de vóley. Si uno va a ayudar se los encuentra tomando un café a los entrenadores juveniles con el de cadetes por ejemplo. Eso sigue existiendo mucho y tiene un valor extraordinario en la formación de los entrenadores junto con los cursos, que hay que hacerlos.
-El mes próximo se cumplirán 25 años de la conquista de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 del seleccionado de Italia que dirigió. ¿Cómo define ser olímpico?
-Es una cosa especial y, a su vez, una cosa que se alimenta a sí misma. Es verdad que es algo especial que tiene una cosa mítica de la antigua Grecia. Es muy particular, un evento mundial y sobre todo para los deportes que no son olímpicos, porque está eso también. El fenómeno de que el deporte no es el fútbol en el periodo olímpico son lo mas importante que hay en el planeta. Todo el resto del año el fútbol en el resto del mundo o el básquet, el béisbol en Estados Unidos, por ejemplo. Entonces eso era también una característica muy peculiar ¿no? Es un momento... es nuestro momento. El momento de los deportes más chicos, menos populares. Y en algunos casos no es en modo enorme porque el vóley tiene campeonatos profesionales, tiene mundiales. Hay deportes que existen para el gran público en la semana de los Juegos Olímpicos. Eso crea una cosa oficial. Hay una convivencia de todos los deportes del propio país y a su vez la convivencia con otros países. Nosotros jugamos muchos mundiales, pero estamos solo los del vóley. Es muy lindo y muy particular encontrarse con todos los deportes del país. Con gente que uno conoce por los diarios, que nunca charló, con gente que ni conoce de su existencia. Se encuentra con los grandes de otros deportes que quizás no tuvo oportunidad de conocerlos. Eso es algo muy particular que no está en un campeonato del mundo.
-Le quedan seis materias para recibirse en la carrera de filosofía en la Universidad, ¿Volverá a La Plata?
-No, no, no. Cuando estuve el primer año en Italia, que fue cuando volvió la democracia un íntimo amigo mío con el que estudiábamos llegó a ser decano de la facultad, y yo volví tres días a Argentina para estar presente el día que asumió como decano y él me preparó todos los programas y la documentación para que yo terminara y ahí lo pensé bien y tomé una decisión estratégica que creo que fue acertada: dije por qué voy a dedicar este tiempo a ser profesor. Yo ahora soy entrenador y todo el tiempo se lo voy a dedicar a estudiar lo que necesito para ser un buen entrenador. Y así hice.
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