El golf se asemeja a aquella famosa colección de libros "Elige tu Propia Aventura", respecto del recorrido que debe hacer un jugador a lo largo de su carrera. Por supuesto: no hay nada mejor que atravesar breves escalas hasta aterrizar mansamente en el PGA Tour y atornillarse en el mejor circuito del mundo hasta los 50 años de edad. Pero ese periplo directo lo consigue apenas un grupo de privilegiados. En cambio, la gran mayoría de los profesionales debe ir encontrando su camino por las giras internacionales, entre avances y retrocesos, a fuerza de mucha práctica, birdies y algún golpe de suerte. Y muchas veces, el trayecto ofrece destinos tan imprevistos como asombrosos.
Miguel Angel Carballo logró el mérito de ser miembro del PGA Tour en tres ocasiones, aunque por falta de resultados nunca pudo garantizarse su continuidad entre los mejores del mundo en dos años consecutivos. Su irregularidad le imposibilitó salvar la tarjeta y empezó a sentirse en un callejón sin salida, en pos de armar un calendario que lo mantuviera activo y le redituara. Con 40 años, dos victorias en el Web.Com y experiencias en el Tour Europeo, Challenge Tour, PGA Tour Latinoamérica, Tour de las Américas y el Tour Argentino, en los últimos dos años consolidó finalmente su base en Asia, en donde siente revitalizado y con una nueva energía.
Las buenas señales llegaron rápido. En agosto de 2018, el bahiense se consagró en Indonesia y concluyó la temporada ganando la Orden de Mérito del Asian Development Tour, lo que le otorgó full status para el Asian Tour en 2019. Envalentonado, en mayo pasado obtuvo su segunda victoria en el ADT al triunfar en Tailandia y ahora apuesta sus fichas en el tour japonés. Pero acaba de sumar su cuarto top 10 de la temporada 2019 impulsado por el quinto lugar obtenido como campeón defensor del Ciputra Golfpreneur Tournament. De este modo, Carballo se afianzó como el número cuatro de Argentina en el ranking mundial (450°). ¿Es un buscavidas? ¿Un trotamundos?
"Busco mi trabajo y donde pueda jugar. Hoy, el golf te da muchas oportunidades a nivel mundial: Europa te ofrece varios circuitos, lo mismo que en Asia y en Sudáfrica. Si querés buscar tours, hay por todos lados. Incluso en México, lo que pasa es que cada golfista tiene que encontrar la gira en donde pueda ganar más plata. Porque más allá de que se trata de golf, en sí mismo es un trabajo. Me estoy esforzando justamente para eso, para poder acumular dinero e intentar la chance de volver al Tour Europeo o el PGA Tour", comenta Carballo, que viene de finalizar 7º en representación de Argentina en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
-Parece que encontraste tu lugar en el mundo.
-Pasó que después de haber perdido la tarjeta del PGA Tour tenía dos opciones: jugar en el PGA Latinoamérica o las rondas de los lunes para ingresar en los torneos del Web.com, dos opciones que no me simpatizaban mucho. Sobre todo esto último, porque requiere de mucha paciencia y es muy costoso. Sebastián Saavedra me comentó que iba a jugar la escuela del Asian Tour, así que justo se dieron todas las fechas para ir a pelearla. Me anoté, fui a jugar, me clasifiqué y se me abrió una buena oportunidad para seguir en competencia. Lo fundamental es eso: prefiero estar disputando torneos antes que esas monday qualifyes que no sabés qué va a pasar.
-¿Qué tan complicada fue la adaptación al golf asiático?
-La verdad es que me adapté bien; ya había ido en 2006 a Indonesia, Singapur y China por el Tour Europeo. En esa época, allá no estaba muy desarrollado Internet y era caro; además, había mayoría de comidas locales y resultaba muy difícil comunicarte con la gente. Recuerdo que te recomendaban no salir del hotel para no perderte y no pasarla mal. En cambio, hoy es mucho más accesible: hay WIFI por todos lados, tenés todo el tiempo cobertura con el celular y, en el caso de no entender, te bajás esa aplicación que te traduce al idioma de ellos. Y ahora también contás con una tracalada de comidas internacionales en todos lados: ya no hay solo platos tradiciones del lugar. Este punto es clave para un golfista que viene de Sudamérica. Por otra parte, la hotelería es muy cómoda.
-¿Cómo describirías el Asian Development Tour y el Asian Tour?
-El calendario te va llevando por Indonesia, China, Tailandia, Malasia, Bangladesh, India y Corea del Sur. Aparte tenés los tours de Japón, Corea del Sur y Tailandia, que se disputan específicamente en aquellos países. El Asian tour cuenta con muy buenos jugadores dentro de los 100 mejores del mundo; de hecho está el tailandés Jazz Janewattananond, que ganó dos veces este año en el circuito y figura entreverado para integrar el equipo Internacional de la Presidents Cup. Y el ADT es una gira que está creciendo; año tras año aparecen mejores golfistas. La mayoría se mantiene en estos circuitos porque están cómodos, en su país y en su clima, por eso es que no son muy conocidos. Los que salen son buenos de verdad, pero los que se quedan también tienen un buen nivel. Por otro lado, los campos muchas veces son los factores de que los scores sean buenos o no.
-Más allá de las copas, ¿te hicieron algún regalo o te recompensaron con algo en particular cuando ganaste en Indonesia y Tailandia?
-En Indonesia solo me dieron la plata y un televisor de 50 pulgadas que me terminó comprando a 200 dólares el profesional que se ubicó 4º. La verdad es que me vino bien, porque no sabía qué hacer ni cómo llevármelo de vuelta para Argentina. Y la copa de aquel torneo es un diseño del dueño del campo de golf, así que el trofeo se quedó en el club. En cambio, en Phuket sí me dieron la réplica de la Copa, además de tres noches en el hotel del club y dos green fees para dos acompañantes.
-¿Te resulta viable el Asian Tour en el aspecto económico?
-Sí, totalmente: en 2018 me fue bien y este año aposté a ir de vuelta, pero con un objetivo más claro de orientarme al Japan Tour. Me voy a inclinar por este circuito para no estar viajando mucho por distintos países; la idea es focalizarme en esos 27 o 28 torneos que solo se juegan en Japón. Entonces, qué mejor que participar en un solo país y estar tranquilo.
-¿Cuántas escalas te demandaría regresar al PGA Tour, si tu objetivo fuera volver?
-Tendría que dar un salto muy grande, porque no es que llegás de un año para el otro. Ahora necesitaría tres años como mínimo para volver al mejor circuito de Estados Unidos. Por ejemplo, podés jugar el PGA China, que tiene el mismo formato que el PGA Tour Latinoamérica, en donde terminan clasificándose los cinco mejores de la Orden de Mérito. Son catorce torneos, y lo bueno es que si ganás uno ya quedás a las puertas del Web.Com, ahora llamado Korn Ferry. Y luego al PGA Tour, pero todo ese tránsito te demanda unos tres años.
-Da para imaginarse que habrás tenido unas cuantas anécdotas durante la gira asiática.
-Hay una que es muy cómica y se dio la segunda vez que fui para Asia, en marzo del año pasado. Al arribar a Kuala Lumpur tenía que hacer noche en el aeropuerto y al otro día me iba de Malasia para seguir viaje. Llegué con la reserva en el hotel y me presenté ante un mostrador en donde había dos mujeres y un hombre. Una de ellas se quedó observándome paralizada, y en ese momento empecé a mirarme a ver si tenía algo raro en la cara o en el cuerpo. Le dije: "Vengo a hacer el check-in para la habitación". Se pone a buscar y me pregunta en inglés: "¿Vos sos éste?". Y me muestra la foto de Vin Diesel, el que actúa en la película Rápido y Furioso. Le respondí que no y me contestó: "¡Sos igual!" A partir de ahí, sin exagerar, me confundieron más de cuarenta veces con este actor. Siempre me dicen "¡Qué parecido que sos!". Después le comenté a mi mujer y me dijo: "Ni te parecés".
-¿Y con la comida?
-Me ha pasado de elegir un plato y que me haya olvidado de pedirle que no le agregaran picante. Y cuando viene a la mesa, obviamente está recontra picante, sobre todo me ocurrió en Malasia e Indonesia. En Tailandia lo usan pero lo ponen al costadito, como en México. Pero sí le tomé el gusto a la comida de la India, porque usan mucho el pollo y hacen buenas combinaciones con salsas. Los sabores tailandeses también están muy buenos.
-¿Cómo es caminar por las calles de Nueva Delhi en una semana de torneo?
-Eso me llama mucho la atención, pero más que nada en Bangladesh, porque es un país muy chiquito y tiene alrededor de 165 millones de habitantes. Cuando fui la primera vez me pregunté: "¿Por qué tanta gente anda dando vueltas por la calle todo el tiempo?" De la noche a la mañana el tráfico es constante y con muchas bocinas; te conviene ir caminando antes que tomarte un Uber o cualquier otro transporte. Pero ahí ves lo que es la pobreza y notás, en una de esas, lo bien que estamos nosotros y no nos damos cuenta. En Indonesia pasa lo mismo: es un pedazo de tierra que está superpoblado. En esos países me ha tocado subirme a una moto porque en auto no llegaba al destino. Sí o sí, muchas veces hay que recurrir a estas alternativas para ir más ligero y llegar a tiempo. En Malasia es diferente, porque es de los mejores países para recorrer ya que no hay tanto tráfico ni gente en las calles.
-¿Y cómo te manejás con la bolsa de palos?
-Siempre la dejo en el club. Además contrato caddies locales, así que ese tema está resuelto. La diferencia es que en países como Tailandia, Indonesia y Corea del Sur, las que te llevan los palos son mujeres. Es muy particular porque las chicas trabajan a la par de los hombres; en ese sentido hay que sacarse el sombrero. Por ejemplo, llegué a ver a las tailandesas haciendo trabajos duros en el rubro de la construcción. Las ves cargando baldes y decís "Guau, esto en nuestro país no pasa". Ahí te das cuenta de que el que quiere trabajar, puede hacerlo.
Victory in a play-off once again! @carballotati takes home the trophy at the Singha Laguna Phuket Open [R][R][R]https://t.co/cfEmsYpZJOpic.twitter.com/x1dCCsf58d&— AsianDevelopmentTour (@ADT_golf) May 19, 2019
-¿Cómo son las chicas en su función de caddies?
-Trabajan muy bien: son muchas y todo el tiempo están haciendo algo en el golf, ayudando a reparar los piques de los greens o poniendo arena en los divots porque creo que tienen que cumplir horarios. Después de triunfar en Indonesia, mi caddie estaba feliz. Es más: la aplaudían más a ella que a mí, jaja. Estaba muy nerviosa porque fuimos a un playoff que se prolongó siete hoyos. Mientras que se jugaba ese desempate le dije que se relajara y al final se tranquilizó. Y cuando me tocó adjudicarme el título en Phuket, la que me llevó los palos faltó el último día porque tenía un evento de su hija, pero me consiguió a otra caddie amiga de ella y gané.
-¿Aprendiste a hablar un poco en alguno de los países?
-Algunas palabras. En Indonesia y Malasia se habla muy parecido y digo "Selamat pagi" ("buenos días"), "Selamat siang" ("buenas tardes") o "Pasang tali pinggang" ("Ponete el cinturón"). Lo bueno del idioma malayo e indonesio es que se lee igual que en el español y se te facilita para la pronunciación.
-¿En qué medida notás las diferencias de comportamientos y actitudes entre el oriental y el latino promedio?
-Ellos tienen mucha paciencia y un don de tranquilidad que aplican en la vida cotidiana. No andan acelerados como en Sudamérica, sino que tienen su ritmo y no los sacás de sus esquemas. Están bien organizados y siempre cumplen con su trabajo a rajatablas. No es que saltan un escalón, sino que hacen todo paso por paso y de manera metódica.
-¿Cómo te sentiste en China?
-El problema de ahí es que no hablan inglés y no funciona absolutamente nada que sea norteamericano: tenés bloqueados Google, Facebook, Whatsapp, Twitter, todo. Hay que bajarse unas aplicaciones creadas por ellos que te permiten traducir, pero al mismo tiempo es un lío instalarlas por el idioma. Lo ideal es andar al lado de un chino que hable inglés y te ayude. El año pasado, estuve en un aeropuerto chino y ni siquiera hablaban inglés en el mostrador de informes. Se te complica hasta para encontrar la parada de taxi, que es una palabra universal. La encontré por los carteles, pero no estaba cerca durante la recorrida por el aeropuerto. Y después, tuve la suerte de disponer de un taxista que hablaba algo de inglés. Al mismo tiempo, ahí tomás conciencia de la potencia que es China como país, porque no les interesa nada del resto del mundo.
-¿Tuviste algún problema climático de esos que muchas veces arrecian en aquellos países?
-Sobre todo en Malasia e Indonesia. Ahí te encontrás con lluvias fuertes, porque están muy pegados al mar y las tormentas pasan seguido.
-¿Y tu familia cómo participa en tu elección asiática, teniéndote a miles de kilómetros de distancia?
-Eso es un poquito bravo, pero hoy, con la posibilidad de comunicarte vía Internet, las nenas aprendieron a tener al papá a distancia. Bah, en realidad lo viven así desde que nacieron, ya están acostumbradas. El año pasado estuve con ellas en Navidad, Año Nuevo y me quedé hasta febrero. Pero llegué a estar cinco meses afuera en 2018 y esa ausencia se hizo un poco dura. Pero bueno, es el trabajo. Siento que mientras me mantenga en competencia, todo resultará más llevadero; el tema es cuando tenés dos semanas libres sin torneos y empieza a dominarte la ansiedad.
-¿Tu mujer te acompaña en algún tramo?
-No porque la nena más chica, Juliana, tiene 3 años y está haciendo un tratamiento por un problema que se le descubrió de nacimiento. Entonces mi mujer, obviamente, no se despega de ella. Pero estoy contento con esta realidad deportiva.
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