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Vin Baker: la estrella de la NBA que perdió US$ 100 millones y terminó trabajando en un Starbucks
Jugó 13 temporadas en la liga, ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y estaba en la cima del éxito cuando sus problemas con las adicciones arruinaron su sueño
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Vin Baker tenía todo lo que siempre había querido: jugar en la NBA, fama mundial, una fortuna de 100 millones de dólares y la familia que había soñado, pero un día todo aquello por lo que le habían enseñado a luchar sus padres se esfumó. El exbasquetbolista que supo brillar en la década de los 90 y principios de 2000 perdió todo su dinero, la confianza de los clubes y también la de su esposa que lo abandonó. En el ocaso de su carrera, terminó sirviendo café en una sucursal de Starbucks.
Probablemente, la NBA es la liga cuyo modelo económico es el más exitoso de todos los tiempos. Con un enorme pozo de dinero, sus jugadores tienen que aprender a equilibrar su vida entre la popularidad, los lujos y el poder para no fallar en el intento, como le pasó al medallista olímpico en los Juegos de Sídney 2000, Vincent Lamont Baker, mejor conocido como “Vin”. El “gigante” de 2,11 metros jugó 13 temporadas en la liga más importante del básquet mundial entre 1993 y 2006, participó en cuatro ocasiones del Juego de las Estrellas de la NBA, hasta que llegó un punto en el que bajó notablemente su rendimiento deportivo.
Baker dio sus primeros pasos en el básquet en la Universidad de Hartford, en Connecticut, Estados Unidos, hasta que fue seleccionado en la octava posición del draft de 1993 por Milwaukee Bucks. Sus comienzos fueron de lo más prometedores y pronto se convirtió en uno de los mejores pívots de la Asociación. Se retiró con 11.839 puntos, 5867 rebotes y 1509 asistencias, después de que sus problemas con el alcohol arruinaran tanto su éxito profesional como su vida social y su patrimonio.
El exbasquetbolista amasó una fortuna cercana a los 100 millones de dólares durante su trayectoria en la NBA por contratos deportivos, pero principalmente con los Seattle Supersonics, cuyo monto superó los 86 millones de dólares cuando estaba en la plenitud de su carrera deportiva. Poco menos de una década después, terminó en bancarrota, a punto de perder su casa, demandado por su representante y trabajando en un local de la cadena de cafeterías en Rhode Island.
Baker admitió que comenzó a tomar sin control a partir de la temporada de 1998-99 cuando se dio el paro laboral en ese país. En 2003, en medio de una práctica con los Boston Celtics, fue suspendido por el entrenador Jim O’Brien, luego de percibir alcohol en el aliento del jugador. Este fue el comienzo del final de su éxito en la NBA: el 27 de febrero de ese año fue sancionado con más de 10 partidos por violar su programa de rehabilitación. Por sugerencia de los dirigentes de los Celtics, se internó en el Silver Hill Hospital de la ciudad de New Canaan, para llevar adelante un programa de rehabilitación de 28 días. Así pasó 10 semanas de terapia ambulatoria supervisada, con visitas diarias y exámenes rigurosos.
Al finalizar la temporada y en medio de las dificultades para firmar con un nuevo club, el equipo decidió anular el contrato por más de 36 millones de dólares que lo ataba al Celtics por dos temporadas y media y fue dejado en libertad. A partir de ahí, su problema con el consumo fue un secreto a voces en el ámbito deportivo y, aunque intentó superarlo con ayuda de los profesionales, su vida en la NBA pendía de un hilo.
En medio de un conflicto legal con los Boston Celtics por la anulación del contrato antes de lo previsto, la Asociación Nacional de Jugadores de Baloncesto de Estados Unidos intercedió para que Baker pudiese cobrar el dinero adeudado, que rondaba los 10,5 millones, ya que los directivos se resistían a pagar. En la temporada 2003-04 firmó con los New York Knicks, pero después de un ciclo pasó a los Houston Rockets sin mostrar las grandes destrezas de sus días felices. En 2006, se retiró de la NBA en los Los Angeles Clippers. En el declive de su carrera jugó en los Marinos De Anzoátegui, un equipo de básquetbol de Venezuela.
Dios y Starbucks
En 2011, ante la necesidad de recuperarse y recobrar la confianza de su familia, Baker empezó a ir a la iglesia, donde hizo un seminario de dos años para convertirse en ministro religioso. En 2015, con la ayuda del antiguo dueño de los Seattle SuperSonics, Howard Schultz, entonces CEO de Starbucks, encontró una salida laboral.
“Yo era alcohólico, perdí una fortuna. Tenía un gran talento y lo perdí. Tengo cuatro hijos y ahora tengo que recoger los pedazos, tomar la experiencia y demostrar que uno se puede recuperar”, dijo ese año durante una entrevista al Providence Journal. Y les dio un consejo a las nuevas generaciones de jugadores: “Insistiría en que se rodeen de las personas en que más confían. Alguien que pueda decirles: ‘Estás equivocado, no compres eso, no vayas, esa no es buena persona’. Y controlen cada centavo que sale de su cuenta como si fueran cajeros de Starbucks. Asegúrense de ser conscientes y responsables, porque lo siguiente que sabés es que la gente te está robando”, reflexionó.
Según la revista Forbes, su fortuna se pudo haber esfumado por las malas relaciones e inversiones con personas que él consideraba sus amigos y que se aprovecharon de su prestigio como atleta de élite. De acuerdo con los documentos de una demanda presentada en los tribunales estadounidenses contra Donald S. Brodeur Jr. y Brodeur & Co, el estudio financiero que asesoraba al exbasquetbolista adquirió en su nombre el restaurante Vinnie’s Saybrook Fish House, en la localidad de Old Saybrook, Connecticut, que poco tiempo después se vendió y cuyos activos se liquidaron a pérdida. Otro fiasco similar fue el de Pine Ledge Trail, un desarrollo inmobiliario supervisado por la consultora, que incluía en su cartera la casa de Baker y debió ser embargada por las autoridades. Al repertorio de malas inversiones se le sumaron el National Sports Museum y Stand Tall Foundation, una ONG que era controlada por Brodeur/B&C y que generó sospechas acerca del destino de los fondos recaudados.
Finalmente, Baker tuvo que desprenderse de lo que quedaba de su capital para hacerle frente a las deudas que acarreaba y se cree que ahora su patrimonio apenas supera el millón de dólares. En 2014, se reconcilió con Shawnee, su mujer, con quien ya tenía tres hijos: Vin Jr, Cameron y Sanai, Unos meses después nació Aria, última integrante del clan.
En 2017 empezó su carrera como entrenador, después de un breve rol como comentarista de la NBA. Ese año fue contratado como asistente en los Texas Legends (G-League) y en 2019 se convirtió en el encargado del desarrollo de los jóvenes en los Milwaukee Bucks, su primer equipo en la liga. Hoy también preside la Fundación Bouncing Back, con la que ayuda a las personas con adicciones al alcohol y las drogas.
En su libro God and Starbucks (Dios y Starbucks, 2017), Baker transmite su experiencia para concientizar no solo a los deportistas, sino a toda la sociedad. “Me siento empoderado, estaba destinado a pasar por lo que pasé. No importa lo duro que pueda llegar a ser a veces, los obstáculos se pueden superar. Y hoy puedo ayudar a alguien más con esta historia”, dijo en un mini documental que retrata su vida. “Espero que esto pueda demostrarles a los demás que siempre hay una esperanza de redención. Nunca te rindas, la vida cambiará y, a veces, para mejor”, cerró.
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