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Santiago Lange, el “inoxidable”: a los 60 va por sus octavos Juegos Olímpicos y quién es su nueva compañera para París 2024
Cuando volvió de Tokio, además de la bronca por no haber podido meterse en el podio junto con Cecilia Carranza Saroli, Santiago Lange tenía en claro una cosa: que ese ciclo inolvidable de 8 años, con el oro olímpico en Río 2016 incluido como momento sublime de su carrera, había terminado. Habían sido sus séptimos Juegos Olímpicos y estaba a punto de cumplir 60 años. “Tengo que ver quién gana la batalla interior: si seguir compitiendo o si darle más tiempo a la familia, los amigos, los asados”. Aclaró que se iba a tomar un tiempo para definir qué hacía de su vida, pero consciente de que esa batalla siempre será desigual, que es bastante complejo torcerle el brazo al deseo interior. Y en Tokio mismo ya había empezado a encontrar nuevas respuestas con destino París 2024...
“¿Querés probar?”, le preguntó la leyenda del yaching argentino a Victoria Travascio, platense, de 33 años, oro en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y bronce en Lima 2019 en la Clase 49er FX junto con María Sol Branz. La dupla que estuvo a sólo dos puntos de lograr el bronce en Tokio 2021 y que también entraba en una impasse. El “sí” era la respuesta que necesitaba Lange para seguir compitiendo. Porque precisaba una compañera para extender su carrera en la Clase Nacra 17, que es mixta. Pero sobre todo, porque en el fondo, nunca pensó en dejar.
“No hubo ninguna batalla mental para tomar esa decisión. Fue cuestionarme, cuestionarme y cuestionarme, pero siempre me motiva mucho poder seguir, es lo natural en mi. Me encanta el desafío y hoy estoy supermotivado. El hecho de formar un equipo me motiva doblemente. Estoy superilusionado con el proyecto”, dice Lange.
–¿Y la familia qué te dijo cuando les comentaste que seguías?
–Nada, porque no les pregunté... En la vida uno tiene que hacer lo que siente, y después las cosas se acomodan.
La historia para Vicky Travascio no sería sencilla. Navegante desde los 6 años por herencia familiar (con padre y tío amantes de la navegación) al igual que sus cuatro hermanos, encontró en el agua su lugar en el mundo. Pero el primer gran obstáculo que tendría sería el catamarán. Ella viene de competir en un barco, el de la 49er FX, y de pronto pasa a un catamarán que, además, vuela sobre el agua. “Literalmente es como practicar otro deporte”, afirma Lange. Pero estaba decidida a no perderse la oportunidad de su vida como regatista.
–¿Qué pasó por tu cabeza, Vicky, cuando Santiago te propuso navegar juntos en un proyecto olímpico?
–En Tokio ya veníamos hablando bastante, pero en realidad no de un proyecto de equipo. Siempre lo admiré, estuve cerca suyo y de Ceci Carranza en Río cuando ganaron el oro, y le preguntaba más que nada cómo encarar la parte mental de una competencia así, cómo manejar la cabeza. Se dieron varias charlas, nos fuimos conociendo y acercando un poco, y también nos sentimos identificados con nuestro retorno desde Japón por nuestros resultados, y eso dio que habláramos más. Cuando me preguntó qué iba a hacer y si me gustaría probar de correr con él, obvio que por dentro dije “sí”, pero también tenía que blanquear en mi interior si quería afrontar una nueva campaña olímpica, la tercera, con un nuevo rol, con un nuevo barco. Al final le dije sí al instante. No podía dejar pasar una propuesta así.
–El desafío no sólo era cambiar de rol, de timonel en 49er FX a tripulante en Nacra17, sino también era como un deporte nuevo. Venís de un barco, pasás a un catamarán, que además vuela. Tenés como que reinciarte. Es un flor de desafío.
–Eso me incentiva un montón. Tenía eso pendiente, ver qué se siente al ser tripulante, qué puedo hacer en ese rol. Hasta acá navegamos sólo cuatro días. Estoy viendo las dos cosas: asimilando ser tripulante y tratar de entender este barco, que es muy diferente al mío.
El día tan esperado llegó. Fue el jueves de la semana pasada. Ventoso. Todo nuevo para Travascio. Y de alguna manera, también para Lange. Ella casi que cambiaba de deporte y para él era como subirse de nuevo al auto, pero no tan así...
“Sin dudas, son diferentes sensaciones. Vicky tiene el desafío de empezar algo de cero. Y en mi caso, lo primero que valoré es el nivel que habíamos llegado con Cecilia, superlativo, de perfección. Digo esto con todo el respeto que le tengo a Vicky, por lo que logró y demostró en su categoría e historia como regatista, es impresionante lo sincronizado que tenés que estar para navegar estos barcos. Te das cuenta, como en este caso, cuando introducís un componente nuevo y es como empezar a caminar de vuelta. Lo primero que me impactó es eso: saber el nivel de perfección que teníamos con Ceci. Un concierto sutil, muy afinado, y ahora hay que empezar a tocar las primeras notas. Pero ojo, hoy estoy supermotivado, ver cómo acortar el camino a París, cómo encarar el proyecto. Después de no haber logrado el objetivo de repetir el podio en Tokio, rescato el valor de lo logrado. Venía de tres medallas, nos quedamos afuera en Japón y hoy, cuando me toca poner en un papel cuál es el camino para llegar a una medalla, digo “¡guau, qué difícil es!”. Y navegando ahora con Vicky, también digo ¡qué hermoso desafío tenemos!”, admite Lange.
–¿Qué tan grande es ese desafío?
–Para empezar, hay dos equipos argentinos que hoy están por arriba de nosotros: Mateo Majdalani y Eugenia Bosco y Dante Cittadini-Tere Romairone. Un desafío ya es ese. Tenemos una dura prueba interna: tratar de ser los mejores de Argentina. Después no es fácil clasificar al país, cuando están los 15 mejores del mundo. Veníamos con una historia tal que eso parecía fácil. El desafío es como si tuviera 20 años y empezara de cero. Sé del nivel que tienen los nuestros y los internacionales. No éramos una pareja del montón, teníamos un nivelazo.
En esa mención a su ex coequiper, Lange también confiesa con algo de vergüenza: “No sabés las veces que a Vicky le digo Ceci. Ya nos reímos”. Travascio entiende todo. Es consciente de que está empezando a vivir una experiencia que muchos de sus colegas no tuvieron ni tendrán. La valora y la disfruta. Le preocupa “entender el catamarán”. No siente pudor en aclarar “que por ahora Santi está haciendo el 80, el 95% del trabajo” a la hora de navegar. Pero confía en su fortaleza. “Nunca bajo los brazos ni doy nada por perdido”, cuenta. Para profundizar en rasgos de su personalidad. “En el último tiempo aprendí a ser más tranquila sobre el barco. Soy una persona ansiosa, movediza. Busco estar más calma, más serena arriba del barco, y ese fue uno de mis logros en Japón. Mi mejor versión está en el agua. Puedo ser dos personas a la vez, pero la real es esa que está en el agua. Es mi cable a tierra”.
–¿Qué disfrutaste más de los Juegos Olímpicos?
–Me tocaron dos y fueron muy distintos. En Río era totalmente inexperta y se me fueron, no los viví. Me debía vivirlos mejor. Corría las regatas sin estar presente, se me pasaban los días. No los disfruté. Y porque no me podía quedar con eso es que encaré para Japón. Ahí estuve cada dia muy presente. Los viví con conciencia, aproveché cada instante.
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Por los ventanales del Náutico San Isidro, cita del encuentro, el río espera por nuevas e intensas jornadas de entrenamiento de esta nueva pareja con ilusiones olímpicas.
–Vicky, cuando salieron el primer día, ¿qué fue lo más loco que encontraste en el barco de la Nacra 17? Algo que te sorprendiera.
–Jajaja, sin dudas la popa, navegando con viento de popa. Cuando el barco despega del agua. ¡Es un caballo salvaje! Parecía que estaba arriba de un caballo salvaje y un señor de 60 años gritaba “yeahhhhhhhhh”. Como que estaba todo bien y le daba riendas. Y yo que me preguntaba ‘¿Qué es esto???’ Pero fue muy divertido. Me encantó la sensación.
–Santiago, nadie puede creer que sigas. Te ven como “el interminable”. Pero, ¿cómo estás físicamente para este nuevo reto?
–Y, cada año un poquito peor (risas). Pero hago un gran esfuerzo para tratar de mantenerme. Cada día le doy más importancia a mi cuidado, a estar ordenado, para poder llegar. La única respuesta es que cada vez me tengo que exigir más y cuidar más. Hoy por hoy siento que estoy. Tres años es muchísimo tiempo y tengo la enorme responsabilidad de cuidarme, ser metódico, tener buena gente a mi lado que me sepa llevar. Es una de las prioridades para poder mantenerme en este nivel. Yo también me sorprendo. Pero por ahora me siento bien.
–¿Qué visualizás camino a París?
–Aprendí mucho de la derrota de Tokio, de lo difícil que es llegar a un podio. Me encuentro con un papel en blanco y con un camino difícil. Soy consciente de eso y del esfuerzo que será para el equipo estar a París con una chance de medalla. Lo encuentro fascinante. Formar un nuevo equipo es algo apasionante. Se generan nuevas cosas y por eso sigo también. No quiero pensar lo que es para Vicky cambiar de categoría. Yo participé en cinco categorías distintas. Hay que pensar a tres años. Visualizo mucho trabajo, que tenemos que ser inteligentes para tratar de llegar bien.
Santiago Lange sigue en carrera. Trató de bajarse, pero no pudo con su espíritu indomable.
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