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Mateo Majdalani-Eugenia Bosco, la dupla que creció a la sombra de Santiago Lange quiere revancha en los Panamericanos y sueña con París 2024
Los timoneles bonaerenses representarán a la Argentina en Santiago 2023 y están cerca de quedarse con la plaza a los Juegos Olímpicos con un proyecto que comenzó en 2016
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La Argentina está llena de historias de atletas de disciplinas amateurs que hacen hasta lo imposible por representar al país en unos Juegos Olímpicos. Los menos, llegan al objetivo. Muchos más quedan en el largo y sinuoso camino de espinas que deben atravesar. Con París 2024 a la vuelta de la esquina, hay deportistas en medio de esa aventura que requiere dejar casi todo de lado como lo hicieron Mateo Majdalani y Eugenia Bosco, regatistas de la clase Nacra 17 que lideran el Selectivo de la Federación Argentina de Yachting (FAY) por sobre la dupla conformada por la leyenda Santiago Lange y Victoria Travascio y tienen muchas chances de quedarse con la plaza albiceleste para competir en la Marina de Marsella del 28 de julio al 9 de agosto del año próximo, justamente en el marco de los Juegos.
Majdalani-Bosco se ubicaron segundos hace algunas semanas en la (también) Semana Olímpica en Hyères, Francia, y le sacaron 19 puntos de ventaja a sus contrincantes, teniendo en cuenta también el Trofeo Princesa Sofía que se realizó en España. Tras esos dos torneos, se quedaron con el cupo a los Juegos Panamericanos Santiago 2023 y recibieron las felicitaciones del propio Lange por entrar a un evento que, si bien no era el objetivo primordial, tiene un formato similar a la cita olímpica e irán a Algarrobo buscar la medalla de oro que se les negó en Lima 2019. Allí debieron conformarse con un valioso segundo puesto. Pero antes de ir a Chile sabrán si son olímpicos por primera vez, en el Mundial de La Haya que tendrá lugar a mediados de agosto. Entonces, deberán revalidar lo hecho en el Princesa Sofía y en Hyères frente a Lange, triple medallista olímpico y, entre esos podios, oro en Nacra 17 en Río 2016 con Cecilia Carranza Saroli y, casualmente, con Majdalani como entrenador.
Mientras tanto, es una noche más en Marsella, una más de las tantas que concluye una larga jornada de entrenamiento en el agua y físico. Eugenia y Mateo ya cenaron y, juntos, en equipo, se conectan vía Zoom para dialogar con LA NACION del otro lado del Atlántico. A ellos, poco más de media hora les es suficiente para navegar por diversos temas, desde sus inicios en la náutica hasta que se unieron a fines de 2016. Desde entonces son una dupla en franco ascenso a la sombra del mejor regatista de la historia argentina, con una medalla de plata en los Juegos Panamericanos Lima 2019, un cambio radical de vida en Europa y el sueño todo atleta amateur: participar, y ganar una medalla en los Juegos Olímpicos.
– ¿Cómo armaron la dupla y por qué eligieron la clase Nacra 17?
–Eugenia Bosco (B): La clase es mixta y en su momento era el único barco mixto, con esa condición. Ahora está 470 también. Cuando Mateo terminó en Rio 2016 con Lange, él tenía decidido navegar. Yo corrí el Mundial de F18 ese año, me llamó para entrenar y así arrancamos. Fue una llamada, un “sí” y le dimos para adelante sin muchas vueltas. La verdad es que no lo pensamos mucho, todo se fue dando y nos fuimos conociendo en el camino que fuimos haciendo. Todo esto fue en noviembre de 2016 y en marzo de 2017 corrimos en Palma de Mallorca. Se dio muy rápido y bien.
–Son siete años juntos y ahora están cerca de París 2024.
–Mateo Majdalani (M): Siempre fue la zanahoria del proyecto poder ir a los Juegos Olímpicos. Ahora estamos bien encaminados, pero todavía falta, vamos por el plato principal.
–¿En qué momento de sus carrera están, personal y colectivo?
–M: Es un buen momento, logramos un resultado en Hyéres que fue el mejor de nuestra carrera juntos, sin lugar a dudas, así que deportivamente estamos en un muy buen punto. Nos gustaría seguir así, sabemos que tenemos que mejorar un montón. No estamos ni cerca de estar en el máximo, creemos que hay mucho potencial para seguir creciendo, pero conscientes de que el Princesa Sofía y la Semana Olímpica Francesa en Hyéres eran dos campeonatos muy importantes para clasificar a los Juegos Olímpicos que es nuestro gran objetivo. Muy contentos con eso y sabiendo que queda mucho por trabajar.
–¿Cuánto más pueden mejorar a ese nivel?
–B: Queda bastante. Estamos ahí, con los mejores equipos, pero siempre todos están empujando y con mucha intensidad y trabajando cosas. Tampoco podemos parar, siempre hay que seguir entrenando físicamente y preparando el barco en todos los sentidos.
–¿Cómo se complementan como equipo?
–B: La verdad que muy bien. Nos complementamos en distintas cosas, tanto en la casa como en el barco. Cada uno tiene sus tareas un poco divididas, que siempre es de los dos, pero hay ciertas responsabilidades que hago yo y otras Mateo. Son como pequeñas áreas, pero siempre tratando de estar conectados los dos con todo. El tema de la convivencia es que pasamos mucho tiempo juntos y está bueno respetar los espacios del otro, siempre tratamos de que sea un ambiente tranquilo. Nos dividimos las comidas, quién cocina y demás. Es mucho tiempo juntos y es una cuestión de respeto más que nada.
–M: Creo que la formación de un equipo es de las cosas más difíciles en esto porque es mucho tiempo de convivencia y arriba del barco es la única persona que tenés para descargar frustraciones. Obviamente que hay discusiones, hay mejores días y peores días, pero es un punto fuerte en nosotros porque nos complementamos bien y tenemos la capacidad de estar muchas horas juntos y seguir trabajando siempre con respecto y tirando para el mismo lado.
–¿Era un objetivo ir a los Juegos Panamericanos o piensan más en París 2024?
–M: El sueño siempre es ir a París 2024 y poder pelear por una medalla. Pero los Juegos Panamericanos son muy importantes. Sabemos la importancia que tienen para la Argentina los Panamericanos así que nos encanta haber clasificado y lo vamos a tomar con la misma seriedad que tomamos los Juegos Olímpicos.
–¿Con qué objetivo van a Santiago 2023?
–B: Siempre es ganar, así que el objetivo sería lograr la medalla de oro.
–En Lima 2019 estuvieron cerca del oro.
–M: Sí, muy cerca. A los rivales que vamos a tener en los Juegos Panamericanos esta temporada y en la pasada casi siempre les ganamos, así que vamos con buenas expectativas. Creo que es un torneo totalmente distinto a cuando competimos en Europa y muy parecido a unos Juegos Olímpicos, entonces es como una prueba de campeonato.
–¿Cuánto mejoraron como dupla desde Lima 2019 a hoy, más cercanos a Santiago 2023?
–M: Un montón. Dimos un salto de calidad, sobre todo entre esta pretemporada y el inicio de la temporada. Son un montón de cuestiones que se fueron dando, nuestra madurez, el habernos mudado a Europa y estar fijos acá. Se nota todo eso y yo me siento mucho más preparado que en los Juegos Panamericanos anteriores.
–El acuerdo que hicieron en su momento los sacó de la carrera a Tokio 2020, pero los llevó a Lima 2019 donde sumaron experiencia y se subieron al podio.
–M: Todo el camino que hicimos y todas las experiencias que hicimos nos formaron y ayudaron a estar donde estamos hoy y a tener estos resultados. No tengo dudas que habernos preparado para Lima 2019 nos ayudó como experiencia porque, si bien no tiene la importancia de unos Juegos Olímpicos, a la preparación uno le da la misma relevancia. Al final son un montón de decisiones que las preparas como si fuesen para unos Juegos Olímpicos. Eso nos ayudó mucho a crecer como equipo.
–¿Cómo es la competencia con la otra tripulación de Nacra 17 que lidera Santiago Lange?
–M: Tenemos una buena relación, pero lo que sucede es que al final va uno solo (un solo barco) por país a los Juegos Olímpicos y los intereses están muy encontrados. Salvo que haya una bajada de línea muy fuerte de la Federación Argentina de Yachting (FAY), de que los barcos tienen que entrenar juntos, es normal que los contrincantes de un mismo país se terminen separando. Todos peleamos por estar ahí, es la máxima aspiración en la náutica, y si tu principal rival o el primer equipo que tenés que vencer es a alguien de tu país, no es alguien con quien querés compartir información. No entrenamos juntos, sí lo hicimos en la campaña anterior a Tokio 2020 a raíz del acuerdo de que nosotros fuimos a los Juegos Panamericanos Lima 2019 y ellos a los Juegos Olímpicos (también se refiere a Cecilia Carranza Saroli, entonces compañera de Lange), pero en este caso se armó un Selectivo numérico para ver quién iba a Santiago 2023 y quién a París 2024. Cada uno hizo su camino y estamos muy contentos porque competimos con mucho respeto entre los dos equipos. Cada uno tirando para su lado, pero siempre con respeto.
–¿Y cómo es competir contra una leyenda del yachting y del deporte argentino al que quizás en algún momento admiraron, como Lange?
–M: Yo soy del mismo club que él (N. de R.: Náutico San Isidro) y obviamente desde que soy muy chico él es una figura reconocida y sin dudas que nos marcó en nuestros inicios. Creo que llega un punto que cuando es una competencia hay que tomarlo como cualquier otro rival y uno tiene que bajar de ese pedestal al ídolo porque si no es difícil competir contra alguien que se le tiene tanto respeto. Miro la carrera que él ha hecho, pero fue un trabajo empezar a verlo como cualquier otro rival y querer ganarle como a cualquier otro.
–¿Y cuánto te sirvió trabajar con él siendo su entrenador en Río 2016?
–M: Un montón. Yo arranque con él cuando tenía 19 años y creo que aprendí lo que es el trabajo para ganar una medalla olímpica. Creo que uno lo sueña desde muy chico pero muy pocos se imaginan todo lo que hay atrás. Eso lo aprendí estando codo a codo con él y son herramientas que llevo hasta el día de hoy.
–¿Cómo es el trabajo para ganar una medalla olímpica?
–M: Es, por sobre todas las cosas, mucho trabajo. Es explotar cada parte de este deporte, que tiene un montón de variables, no dejar ninguna sin investigar ni trabajarla y para eso se requiere muchísimo volumen de trabajo. Una vez leí que es el deporte con más variables del mundo y ninguna deja de ser importante, desde lo físico, la preparación del barco, el estudio de la meteorología y la parte técnica hasta la conformación de un equipo porque somos dos personas que tenemos que trabajar como una. El tiempo es tu mayor limitante porque hay tanto para trabajar que nunca es suficiente.
Vivir en Europa, una “obligación” invisible
Eugenia Bosco y Mateo Majdalani ya no están radicados en la Argentina. Desde principios de 2021 el domicilio de ambos está en España, más precisamente en Barcelona para la tripulante y en Valencia para el timonel. La difícil decisión de alejarse a miles de kilómetros de sus raíces es parte del proyecto para llegar a los Juegos Olímpicos París 2024.
–¿Por qué se radicaron en Europa?
–B: Siempre fue un tema al que le dimos vueltas y lo charlamos. Después de Tokio 2020 un poco lo terminamos de afirmar. A Mateo le salió un proyecto personal, a mí también y era lo que necesitábamos para terminar de dar el paso. Fue una decisión en conjunto, pero se venía charlando hacía tiempo. La logística estando en la Argentina entrenando con un barco allá y otro acá, trayendo cosas y demás siempre es bastante compleja, y más en el barco que navegamos que requiere demasiado trabajo.
–M: Tiene mucho sentido estar acá, no es un deporte barato y estando en la Argentina no es fácil llevarlo a cabo. Vivir en Europa facilita un montón de cosas. En primer lugar, los pasajes de ida y vuelta uno termina gastando menos estando acá y, segundo, nos surgieron muchas oportunidades de trabajar. Hasta el año pasado íbamos mezclando el trabajo y la campaña olímpica. Este año nos pudimos dedicar al deporte al 100%. De esa manera nos pudimos seguir sustentando acá y llevar a cabo la campaña que viviendo en la Argentina se hace muy difícil. Es complicado manejar el tiempo entre trabajo y deporte.
–¿De qué trabajaron?
–M: Eugenia estuvo trabajando en barcos grandes que contratan regatistas profesionales. Yo trabajo de entrenador de categorías juveniles para distintos clubes o países. Hoy en día el alto rendimiento no te lo permite y por suerte estamos recibiendo apoyo del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) y de la FAY que nos permiten dedicarnos al 100%. Para eso hay que laburar mucho, mostrar resultados y una cosa lleva a la otra. Primero fue la decisión de venir a Europa y trabajar para sustentarnos, se fueron dando los resultados y hoy estamos dedicados al 100% a esto.
–¿En qué los ayudan el Enard y la FAY?
–M: Sobre todo en logística y económicamente para poder viajar. Obviamente nosotros nos sustentamos nuestra vida, pero hay un apoyo logístico que se maneja de todo el equipo de vela y permite el traslado de los barcos y un montón de cuestiones que es el detrás de escena del deporte y es complicado. Nos toca manejar bastante yendo de un lado a otro llevando el barco. Se necesita de las federaciones para llevarlas a cabo y la FAY ayuda sobre todo cuando te instalás mucho tiempo en un lugar como acá en Marsella. Se necesita voluntad y también ayuda de la estructura de la federación.
–¿Cómo está conformado el equipo?
–B: Tenemos a nuestro entrenador, Javier Conte. También está Fidel García Guevara, un amigo nuestro que nos da una mano. Siempre hay gente alrededor.
–M: Javier Conte empezó hace un año con nosotros. Él es medallista olímpico en 470 en Sídney 2000 así que a la vez hace una campaña panamericana en la clase Lightning y va a estar en Chile, pero por suerte se hace el tiempo para poder estar muchas semanas al año con nosotros. No es que está siempre, pero intenta estar lo máximo posible y fue otra de las variables con la que dimos el salto de calidad. Su incorporación fue muy positiva y estamos muy contentos trabajando con él.
–¿Cómo es el apoyo de la familia a la distancia? ¿Les dijeron alguna vez que se dediquen a otra cosa?
–M: Sin lugar a dudas, de mi parte y creo que de Eugenia también, si no fuera por mi familia no estaría haciendo esto. Tuve apoyo incondicional gracias a Dios, me alentaron a que si me gustaba lo siga haciendo, que lo haga con seriedad. Quizás alguna vez tuve algún mensaje de por qué no estudiaba, pero después fui demostrando que lo hacía con mucha seriedad y lo quería hacer en serio. Siempre me apoyaron y hoy sufren un poco la distancia, seguro, pero felices de que esté haciendo esto. Es importantísimo tener ese apoyo, también el de mi novia, que no es fácil llevar la vida así con tanto viaje. En mi caso son fundamentales.
–B: En mi casa sí se empujaba un poco más el estudio, pero siempre se apoyó lo que se hice al 100% y con ganas, que le dé para adelante ya sea en el estudio o en mi caso el deporte fue el mensaje. El apoyo de mi familia es incondicional, siempre empujando para adelante, aunque estemos a la distancia tratando de dar un abrazo cuando se lo necesita. En mi caso también estoy con mi novio acá así que ayuda estando en Europa. Compensa un poco la familia que está allá.
–¿Extrañan la Argentina?
–B: Volvemos poco. Nos mudamos acá a principios de 2021 y volvimos a fines de 2022, después de casi dos años. Ahora vamos a volver antes de los Juegos Panamericanos porque se da la situación y ya que estamos por allá hay que pasar.
–M: Después de Chile seguro que vamos de vuelta. Se extraña un montón, un poco te convertís en más argentino cuando estás afuera que cuando estás allá. Al Mundial de fútbol lo disfruté un montón y todas esas cosas se extrañan, seguro. También sabemos que para seguir el sueño que tenemos hace falta estar acá. Así que uno intenta no pensarlo tanto y seguir con el trabajo.
Quién es Eugenia Bosco
Eugenia Bosco es de San Pedro, provincia de Buenos Aires y tiene 27 años. Como todos los navegantes de su ciudad natal, empezó a hacerlo en Optimist en el Club Náutico y luego pasó a 29er. Su primera relación con los catamaranes fue en Nacra 17 junto a Esteban Blando y, antes de unirse a Mateo Majdalani, a fines de 2016 ganó el Mundial de F18 junto a Ian Rodger en Buenos Aires. “No estaba calculado dedicarme 100% a esto y al final se fue dando así. Hoy en día es el oficio y me encanta”, reconoció.
Quién es Mateo Majdalani
Mateo Majdalani, de 28 años, comenzó a navegar hace exactamente dos décadas en Náutico San Isidro: “Me acerqué porque mi viejo navegaba, pero no corría regatas ni nada. Después se formó un grupo muy bueno, que hoy en día seguimos siendo amigos y creo que la razón principal fue esa”. Tres año más tardeempezó a competir y desde entonces no frenó. Primero lo hizo en Optimist, luego en 29er y, cuando tenía decidido hacer en 49er, le surgió la posibilidad de ser entrenador de Santiago Lange y Cecilia Carranza Saroli para los Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016. Tras esa gran experiencia que se coronó con la medalla dorada, apostó por subirse él al catamarán junto a Bosco. Con su tripulante, tampoco era el objetivo principal de su vida dedicarse al yachting: “No es que hubo un día específico en el que dije ‘me voy a dedicar a esto’, sino que fueron un montón de pequeñas decisiones que se fueron dando y estoy muy feliz de poder dedicarme a esto 100%.
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