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Majdalani-Bosco, el “día” después de la medalla plateada en los Juegos Olímpicos: las confidencias de una dupla que no deja detalles librados al azar
Los regatistas que brillaron en París 2024 desandaron intimidades de la conquista: así viven y piensan
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Lo que se come, lo que se duerme. Lo que se lee, lo que se aprende. Lo que se sueña, lo que se descarta. Lo que alegra, lo que frustra. Lo que se habla, lo que se piensa. Lo que se dice y lo que no. Lo que se prohíbe. Dónde se vive.
La vida de los deportistas olímpicos no tiene grandes misterios, aunque algunos se sorprendan: está diseñada pura y exclusivamente para dar un día con el sueño del elixir que supone, por ejemplo, subirse a un podio. Es una vida entregada a un espíritu que solo se entiende si se siente y que probablemente no cuente años calendarios divididos en meses sino etapas de trabajo por ciclos de cuatro años, no sin antes pasar por “sacrificios”. Pero la llegada a la meta lo es todo y mucho más si la foto final es esa que alguna vez imaginaron. Mateo Majdalani y Eugenia Bosco saben de eso al punto de poder escribir un libro, y hoy tienen la satisfacción sublime que les genera saberse parte de la historia del deporte argentino: son medallistas de plata de los recientes Juegos Olímpicos de París 2024 y una palabra conjuga todo: alivio.
Los regatistas de San Isidro y San Pedro fueron los protagonistas de unas de las jornadas más emocionantes para la delegación albiceleste en los Juegos, cuando el 8 de agosto, en las aguas de Marsella, al sur de Francia, pudieron subirse al podio de Nacra 17, en vela, y coronar al menos ocho años de trabajo, los que llevan juntos como navegantes. Pero también el sueño de toda una vida dedicada al agua y a los barcos. A partir de allí pudieron constatar también lo que es “la fama” que supone ese momento de gloria, tal vez demasiado loco, demasiado inimaginable.
Por eso ahora, en el día después que en realidad no es un día sino el par de semanas que transitaron desde entonces, es el que eligen para hablar desde un lugar más tranquilo. Y aceptan la propuesta de LA NACION, que incluye ser protagonistas de un episodio de Eternos los Laureles, el podcast del diario dedicado a los Juegos Olímpicos. Y charlan de todo: porque Majdalani-Bosco no son solo timonel y tripulante. Son también dos “obsesivos” del trabajo que además de estudiar hasta el detalle el agua y el viento son arquitectos de sus propios deseos en los que no dejan nada al azar. Entre tanto, soñando con París 2024, vivieron en una isla durante meses, hicieron una labor especial para potenciar la mente y saber estar en tiempo presente, aprendieron a hablar y a escucharse, perfeccionaron la comunicación, jugaron como niños para desarrollar habilidades y enmarcaron la frustración. Incluso, pusieron piedras de cuarzo en la embarcación para potenciar la energía positiva y prohibieron los cabos verdes, por cábala. Antes de la regata final en los Juegos escucharon la arenga motivacional de Lionel Messi. ¿Cuál? La de la final de la Copa América 2021 en el estadio Maracana. Si le funcionó a Leo... Y ya pueden definir, con el diario del lunes, qué es ser olímpico o cuánto pesa una medalla. Esto es apenas un poco de un universo que por momentos se torna enorme.
-¿Cómo es el día después?
-Mateo Majdalani (M): Mirá, el día después es como que no te baja la adrenalina. Me acuerdo de pensar que al día siguiente me encantaría estar más descansado, con cosas por hacer, había dormido muy poco. Y al mismo tiempo quería tener un minuto para parar y descansar. Creo que lo tuve recién acá en Argentina, que fue la primera noche que dormí bien y dije: ‘Qué lindo ahora sí que puedo pensar con tranquilidad y disfrutar de esto’.
-Eugenia Bosco (E): Yo vengo de una euforia... Como soy de San Pedro fui a ver a mi familia y amigos y todo es una locura todavía. Mi promedio de sueño es muy bajo, serán cinco o seis horas por día, pero estoy feliz y disfrutando de todo esto.
-¿Esperaban un recibimiento así? ¿Fue a la altura de lo que tal vez imaginaban?
-(E) Es muy difícil imaginarlo. La verdad que recibimos mucho cariño por redes sociales, pero es muy difícil imaginar la llegada acá a Argentina. La gente que te está esperando, el recibimiento por ejemplo en San Pedro, en San Isidro, familias y amigos que tal vez no saben de vela pero te lo agradecen... Fue y sigue siendo increíble. Todavía estoy disfrutándolo y procesándolo.
-(M) Cuando estás en estos procesos y tenés el objetivo puesto en la medalla, yo por lo menos, intento no pensar en el después porque todavía la tenemos que ganar. Por eso es como que hice oídos sordos a todo lo que me decían que podía pasar después de la medalla. Y todo es nuevo y sorprendente justamente por eso, porque no había pensado en este momento.
-Con raid de medios incluido, ¿qué tal esa experiencia para ustedes que mayormente son “anónimos”?
-(E): Al principio fue difícil, porque no estamos acostumbrados a esto. La verdad que siempre estamos solos, más allá de que hay alguna nota, pero no tanto como pasó ahora. Pero está buenísimo lo que está pasando y hay que aprovechar porque pocos conocen del deporte y creo que es una oportunidad increíble para que se sepa un poco más. Hay amigos que nos hablan de la regata como si supieran de vela de toda la vida.
-¿Qué les produce eso?
-(E): Mis amigas empezaron a hablar de foils, de la ceñida, de todo y yo dije: ‘Wow, aprendieron más en este tiempo que en toda la vida que estuvimos juntas, desde el colegio. Y me parece buenísimo. Ojalá esto llegue lejos e inspire chicos a hacer deporte, a seguir navegando y a seguir creciendo.
¿Pudieron disfrutar de última regata y ahora en esta vorágine?
-(M) Sí, totalmente. Es un sueño, realmente, y te diría que en el momento es, sobre todo, muchísimo alivio de toda la tensión que venís acumulando, de tanta expectativa que tenés y finalmente terminó y llevo puesta la medalla que no me la saca nadie. Yo estoy disfrutando un montón, sobre todo viendo la alegría de muchas personas que se pusieron contentas por nosotros. Eso la verdad que me emociona, como dice Euge, de gente que no está vinculada al deporte, que no nos conoce y se nos acerca. Eso me pone muy feliz.
-¿Vivieron alguna situación que los sorprendió, por ejemplo en la calle?
-(M) Mirá, el otro día estábamos en los festejos en San Isidro y se me acerca una señora y me dice que el hijo cuando se baña en la bañadera juega con los barcos y se abraza con la madre, porque nos vio a nosotros correr la regata, abrazarnos y festejarlo. Y era una persona que no tiene nada que ver con la vela ni nada y a mí me llegó mucha esa historia porque la vida del chico cambió y ahora tiene una rutina que nada que ver, es muy lindo.
-Como aquel festejo de Lionel Messi levantando la Copa del Mundo que después replicaron cientos de niños y niñas en sus cumpleaños…
-(M): Si totalmente, y es ahí cuando empezás a tomar conciencia y te empiezan a sorprender cosas que jamás pensaste que iban a pasar. Y es lindísimo y lo estoy disfrutando un montón.
-Se instalaron una isla frente a Marsella para estar ambientados al lugar de la competencia de los Juegos Olímpicos, antes de que empiecen. ¿Cómo fue esa experiencia?
-(E): Fue divertido, nosotros habíamos vivido en Marsella y en la isla el año anterior y este año decidimos irnos a vivir específicamente ahí porque está buenísimo y hay unos departamentos, hay un almacén, un restaurante y la base para salir a navegar desde ahí. Fue una gran decisión porque nos pudimos enfocar 100% en el barco, pudimos armar un gimnasio, aunque un poco improvisado y eso nos ahorraba muchísimo tiempo porque no teníamos que ir a hacerlo hasta el continente y volver, se hace muy largo. Teníamos todo concentrado ahí. Por suerte vino mi novio Diego y Pauli, la mujer de Mateo, y la verdad que lo pasamos bien.
-¿Hubo división de tareas durante esa convivencia?
-(M): Justamente para que aguante este sistema, tomamos la decisión de vivir separados. Nuestro entrenador, Javier Conte (no seguirá formando parte del equipo en la campaña rumbo a Los Ángeles 2028), Euge y yo en departamentos separados. En Francia los departamentos son muy chiquitos, son monoambientes, así que cada uno tenía el suyo. Y sí, cuando hacíamos las compras hacíamos por todos, eso resultó muy bien.
-¿Cómo es el nivel de vida ahí en la isla?
-(M): Es un lugar donde la gente va el fin de semana a comer, tiene muchos restaurantes pero no está pensado para que la gente viva ahí. Lo más complicado es que tenés que ir a hacer las compras en bote. Fue una concentración sin distracciones y por eso también creció mucho nuestra confianza en los últimos meses, porque veíamos que ese trabajo estaba dando sus frutos. Todos los días te vas midiendo con rivales (que también se preparan en la sede de competencia) y por más que no sean regatas oficiales vas viendo cómo estás. Y en todo ese proceso cada vez nos sentíamos mejor y mejor y realmente cuando llegaron los Juegos estábamos con muchísima confianza.
-¿Cómo manejaron la presión de saberse candidatos aún en sus primeros Juegos Olímpicos? Entre otras cosas sumaron trabajo de neurociencias.
-(M): El trabajo de Estanislao Bachrach con nosotros fue muy importante, muy influyente (también se desarrollan en este aspecto con Daniela Gargini). El se sumó en la última etapa, habrán sido cinco meses que trabajamos juntos y lo que hace básicamente es trabajar una serie de herramientas para que uno esté en el presente. Es muy común en la mente de un deportista o en la mente de cualquier persona pensar en el futuro o en el pasado y eso te genera muchísimo estrés y no estás atento a lo que estás haciendo en el momento. Nos dio una serie de herramientas a través de meditaciones y respiraciones para que cuando uno detecta que está pensando en cualquier cosa y no en lo que está haciendo ahora, intentar volver. No soy ningún gurú de todo esto ni mucho menos, pero sí que nos ayudó y nos dio un montón de herramientas para la previa y para que en la competencia podamos volver al momento presente.
-¿Cuáles son las distracciones que pueden aparecer?
-(E): Hay varios factores. Uno, por ejemplo, es cuando tenemos que esperar bastante, porque al final dependemos del viento y en una regata se pueden esperar de una a cinco horas, entonces hay que calmar la ansiedad, tratar de estar ahí, no adelantarse. En ese momento empezamos a hacer juegos, meditaciones, tratamos de mantenernos presentes. Hablamos, obviamente de la situación, porque es imposible evitarlo, pero sobre todo en esas cositas que nos ayudan a mantenernos al día.
-Lo pudieron aplicar el día de la Medal Race de París 2024, porque justamente la original se postergó por falta de vientos…
-(E) Sí, también tenemos un equipo enorme atrás y hacemos un montón de ejercicios y juegos con pelota. Todo está ligado y tratamos de hacer una cosa y la otra. Siempre buscando tener la cabeza en calma y lo hicimos durante varios meses, por eso llegamos muy bien a los Juegos.
-También hablaron de trabajar especialmente la comunicación entre ustedes, ¿cómo fue?
-(M): Sí, es muy interesante todo el tema de la comunicación a bordo porque todo importa, no solo las palabras sino cómo las decís, en qué momento y en qué tono. Al final, la comunicación que tenemos con Euge en una regata es limitada, no es que estamos charlando de la vida, y uno tiene que decir la palabra justa en el momento justo. Así que lo trabajamos un montón, seguro que hay para mejorar, pero se trata de eso. Lo que estamos intentando los dos en todo momento es sacar la mejor versión del otro y uno tiene que conocer al compañero y saber qué decir en el momento para que salga de un error o se motive, se active o se calme.
-(E): También discutimos, eh (risas). Parece que nos llevamos bárbaro, pero como en todo equipo hay discusiones, momentos de tensión, porque al final todos queremos ganar. Tenemos el objetivo claro de seguir para adelante y quizás la otra persona se enoja, pero no es con uno, si no porque quiere seguir empujando para navegar bien.
-(M): Y a veces después de las discusiones navegás bien. Es extrañísimo pero pasa.
-Y en el barco hay que ponerse de acuerdo en una milésima de segundo…
-(E): Totalmente. Creo que es diferente, por ejemplo, a un equipo que juega al futbol, porque al final cuando vos tenés la pelota contás con tus compañeros, pero sos vos. En este caso somos dos a bordo de un barco tratando de hacer lo mismo, pero con diferentes herramientas. Entonces, la comunicación es clave. Hay momentos en los que no estamos de acuerdo, aunque decidimos tirar para un lado o para el otro sin importar quién tiene razón o no, la idea es ir lo más rápido posible.
-(M): Vivimos un montón de frustraciones, normalmente nos estamos frustrando, porque un deportista tiene muchísimos más errores que alegrías. En ese momento de mucha frustración tenés a una sola persona que te está escuchando y es el otro y muchas veces se morfa una frustración tuya que la expresás como te sale. Hay que entender que esa persona por ahí está caliente con la situación y no con vos.
-¿Tenían algún deseo para cuando terminase la competencia olímpica? Algo postergado y deseado, como por ejemplo, comerse algo rico o especial.
-(M): La verdad que algo así puntual no, pero vuelvo al alivio que decía y que tenía, porque lo soñábamos mucho y dejamos mucho de lado por esto, más allá de que lo elegimos y lo volveríamos a hacer. Pero uno mira para atrás y es un muy lindo regalo después de todo lo que hicimos recibir una medalla. Te da mucho vértigo pensar que si quedábamos cuartos teníamos que luchar cuatro años más, entonces esto me genera una tranquilidad enorme y me pone muy feliz por Euge, por el equipo y por mí.
-(E): Es totalmente cierto, sobre todo por el camino que fuimos construyendo para estar acá. Hoy tenemos la medalla, pero fueron muchos años y frustraciones y saber que también el objetivo estaba ahí y en algún momento iba a llegar. Ese objetivo parece muy lejano, por eso a veces hay que ponerse objetivos más chicos para ir recorriendo el camino para poder llegar. Pero sí, siempre hay más derrotas que victorias y no hay que ponerse mal por eso, porque le pasa a todos los deportistas.
-Después de todos esos años de esfuerzo y de haber conseguido la medalla, ¿cómo se trabaja a partir de ahora en lo motivacional?
-(M): Como venimos haciendo hasta ahora, tenemos que concentrarnos en el proceso. Hacernos mejores navegantes. Desde el primer día le dije a Euge que no porque hayamos ganado la medalla hicimos todo bien ni mucho menos, entonces hablar de otra medalla ahora faltando tanto (para Los Ángeles 2028, los próximos Juegos)… Tenemos que ver cómo se desarrolla la campaña, pero somos conscientes de un montón de cosas que podemos mejorar y si nos enfocamos en eso el resto va a ser una consecuencia. A mí me motiva un montón ser mejores en esto que hacemos, aún más que una medalla. Pensé que iba a estar relajado después de París, pero ya estamos haciendo balance, viendo dónde entrenar... La parte motivacional no nos va a costar.
-¿Se puede poner en palabras lo que les pasa cuando se suben al podio?
-(E): La sensación mía es también de alivio, coronar tanto trabajo y subirte ahí al podio y que te esté acompañando tu familia. Ellos no suben al barco aunque también son parte de eso. Algunos, antes, nos comentaron cómo era la sensación del podio y nos dijeron que disfrutemos porque es muy cortito.
-(M): A mí me temblaron las piernas y no quería que terminara ese momento de estar ahí arriba. Sabía que duraba poco y lo sufría porque ya llegaba el himno y me hubiese quedado dos horas y media ahí. Cuando ves que son tan pocos los atletas que llegan ahí... Es muy fuerte, lo visualicé, pero nunca me imaginé qué podía sentir al estar ahí.
-¿Es cierto que usaron la arenga de Lionel Messi de la Copa América 2021 para motivarse antes de entrar a disputar la Medal Race de estos Juegos?
-(M): Javier, nuestro entrenador, es muy futbolero. Todas nuestras rutinas estuvieron llenas de cábalas. Y la verdad que como argentinos es único lo que nos hizo sentir Messi en el Mundial. Es único. Para mí representa todos los valores a los que los deportistas deberíamos aspirar porque tiene una humildad y una grandeza que es única y te das cuenta que es un líder puertas para adentro y no necesita mostrarlo para afuera. Por eso, cuando ves esas charlas es muy lindo y a mí me inspira. No tiene nada que ver nuestro deporte con el fútbol, pero me inspira tener un argentino así.
-Pero te une algo, porque Messi también hizo mucho por estar en unos Juegos Olímpicos y en su momento se le “plantó” a Barcelona porque él quería estar en Pekín 2008, donde finalmente se llevó la medalla dorada.
-(M): Por eso, ahora sí creo que lo valoramos los argentinos, la cantidad de esfuerzo que hizo Messi por vestir esta camiseta. Por eso tener esos ejemplos es muy valioso como sociedad. Y cuando ves esas charlas... Nosotros no somos mucho de hacer esto (escuchar una charla motivacional), la verdad es que en otros campeonatos no vemos cosas motivacionales, no hay arengas, pero cierto momento, como éste, fue muy único y a mí me llegó.
-¿Hay más cábalas?
-(E): No sé si de nosotros, te diría que esto es más mío, pero los cabos del barco no pueden ser de color verde. No me preguntes por qué, me lo enseñaron de chica y varios navegantes tienen esa misma cábala. Javi (Conte) también la tenía y él es más cabulero que nosotros. Así que bueno... Eso y que tenemos los cuarzos que nos regaló la esposa de Mateo.
-O sea que también tienen en claro cuestiones más holísticas.
-(M): Sí, me los regaló mi mujer, ella sí que sigue mucho esa línea holística y por las dudas no voy a ir en contra (risas).
-¿Hay otros deportes que observan y utilizan para ser mejores en el suyo?
-MM: Sí, a mi me encanta mirar deporte y desde muy chico miro de todo. Miro mucho tenis, me parece muy interesante la relación entre el jugador y el entrenador, tiene bastante que ver con la náutica, porque durante la competencia no nos pueden hablar. Ahora en el tenis permiten un intercambio cortito entre punto y punto con el entrenador y eso nos pasa a nosotros, que entre regata y regata podemos tener un intercambio corto. Es un deporte que es muy transparente para saber qué le está pasando por la cabeza al jugador. Me atrapa mucho.
-(E): A mí me gusta todo. No tomo la referencia tanto como Mateo, pero cuando estoy con él tengo deporte asegurado, sea tenis, pádel, rugby, fútbol, lo que sea. Me encanta si juega alguien de Argentina y me genera emoción.
-¿Tienen registro de cuándo se empezaron a conectar con el espíritu olímpico?
-(M): Sí, yo soy del mismo club que Santiago Lange (Club Náutico San Isidro) y cada vez que traía una medalla (ganó tres a nivel olímpico, la última, dorada en Río de Janeiro 2016 junto a Cecilia Carranza Saroli y donde el propio Mateo fue el entrenador, también en Nacra 17) y la mostraba... Me acuerdo como si fuera hoy, de despertarme a la madrugada para ver la Medal Race de ellos (bronce de Carlos Espínola y Lange en clase Tornado) en Pekín 2008. No sé si dije en ese momento: ‘Quiero ir a unos Juegos Olímpicos’, pero lo vi y me encanto y empecé a hacer un montón de cosas que me llevaban a eso, así que obviamente algo nació ahí.
-(E): Obviamente que en mi caso Santiago fue una referencia, pero yo soy del interior (de la Argentina, de San Pedro) y cuando empecé a ver a Ceci Carranza que también iba a los Juegos, ver ese esfuerzo, de dónde salió (Rosario) y llegar a competir afuera me generaba algo especial. Y no nos conocíamos, pero me gustaba ver esa referencia. Después ya para la campaña de Tokio 2020 trabajamos un tiempito juntos (a esa cita clasificó justamente el barco de Carranza-Lange y no el de Majdalani-Bosco, ya que se permite uno solo por país) y ahí nació una amistad.
-Ustedes viven en España, ¿Cómo se hace para mantener la argentinidad y activarla en los momentos que llega la competencia?
-(M): Un poco pasa eso de que te vas a afuera y te volvés más argentino de lo que sos acá. Y la verdad es que ayuda mucho que también siempre hay muchos viviendo afuera, como en Valencia, que es donde yo estoy y eso se da naturalmente, no siento que estoy perdiendo el contacto. A mí me gustaría vivir acá, no es que elegimos irnos del país ni mucho menos. Entendemos que es lo que tenemos que hacer para llegar al nivel que estamos hoy. Es muy difícil hacerlo en Argentina, porque todos los campeonatos son en Europa, pero la verdad que no siento que haya perdido nada y esto me conecta más.
-(E): A mí me pasa lo mismo. Tengo muchas amistades argentinas allá, en Barcelona, que es donde estoy y mi novio me molesta porque él es español y me dice que soy más fan de Argentina cuando estoy allá con él que acá. Me gusta cuando vuelvo, ver cualquier cosa en el supermercado, el producto que viste toda tu vida. Es algo relindo, como conectar con toda la gente. Por allá pasa que te cruzás argentinos, ves gente, te gusta, pero no es la misma esencia.
-Hace muy poco que acaba de terminar París 2024, los primeros Juegos de ambos como navegantes, ¿ya pueden definir qué significa ser olímpico?
-(M): Lo que yo defino y siento que está en todas las disciplinas olímpicas es que todas esas personas dejaron muchas cosas de lado durante muchos años de su vida y tomaron una serie de decisiones pensando en los Juegos Olímpicos, sin ninguna certeza, ni siquiera la de clasificar. Nosotros hicimos el mismo esfuerzo para ir a Tokio 2020 y no clasificamos. Entonces, creo que ser olímpico es una situación en la que tenés que dar todo porque sino no vas a tener ninguna chance. Aún así no hay garantías. Y para mí eso es algo muy fuerte, sobre todo en deportes que no tienen rédito económico. No es que uno lo esté haciendo por ganar plata, realmente es por amor al deporte y por amor de ir a esos Juegos Olímpicos representando a tu país.
-(E): Nosotros armamos nuestra vida y nuestro calendario en base a los Juegos Olímpicos y nos dedicamos 100% a eso. Obviamente, ahora fuimos a los Juegos y ganamos una medalla, pero al final todo ese proceso y ese camino fueron largos. Hoy, después de haber vivido lo que vivimos, siento que me marcó mucho algo que nos dijeron en la Embajada Argentina en Francia y es que pasamos a ser parte de la historia. Me parece algo muy fuerte estar en ese lugar con otros atletas olímpicos que también ganaron medallas.
-¿Cuánto pesa, desde un valor simbólico, tener hoy colgada esa medalla de plata?
-(E): La verdad es que pesa muchísimo. Son muchísimos años de dejar cosas de lado, de un sueño y de meternos en algo de lleno. Ahora ya hace ocho años que estamos en esto, pero en ese momento nos estábamos conociendo y apostando por lo mismo, sabíamos que era un camino largo. Y al final, y quizás esto es repetitivo, coronar el esfuerzo de toda una vida con esta medalla es algo único. Y sobre todo es alivio, saber que lo hiciste bien, que todo sirvió, incluidas todas esas comidas familiares en las que no estuviste valieron la pena.
-(M): Pienso lo mismo. Y creo que lo que tienen los Juegos Olímpicos es que iguala el premio en todos, una medalla es una medalla, sea cual sea el deporte y el color, por eso tiene tanto valor. Me pone piel de gallina ver que estamos en un grupo de deportistas que son la élite de cada disciplina.
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