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Valentina Raposo: la pichona de Rognoni por la que apostó Chapa Retegui en las Leonas
“Estoy viviendo una locura”, dice la salteña de 18 años; sorprende con su tranquilidad en su puesto de central y ya palpita la final frente a los Países Bajos
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TOKIO.- “Juro que no entiendo nada, estoy viviendo una locura. Pensar que ya tenemos una medalla olímpica es increíble. No caigo de la felicidad”. Valentina Raposo es la gran apuesta de las Leonas versión Tokio 2020. En estos Juegos Olímpicos, las fichas se depositaron en esta salteña de 18 años que se formó en el Popeye Beisbol Club de esa provincia. Ya cuando jugaba en el junior, en el cuerpo técnico la observaban como una pichona de Cecilia Rognoni, la campeona del mundo de 2002 que comandaba el juego desde el centro de la defensa.
Raposo no tuvo un crecimiento gradual en el equipo: directamente, le levantaron la reja de hierro y la mandaron a las arenas del Coliseo de unos Juegos Olímpicos. Y a luchar contra la fiereza de las rivales. Pero ella jamás perdió la calma, como experimenta en el día a día. “Me dicen ‘Rapi’ porque soy muy lenta. O sea: hago todo a mi ritmo y me quedó ese apodo por Raposo-rapi-rápido, una mezcla. Así me dicen todas, veo que las chicas hacen todo muy veloz, se cambian enseguida y yo sigo igual de tranquila. Todos me gastan porque voy a mi ‘ritmo salteño”, sonríe.
-¿Y cómo adquiriste esa serenidad para jugar como central?
-El puesto me lo dejó Piti D’Elía, pero trato de no ponerme mucha presión al jugar en esa posición. Tengo un equipo que me banca mucho, como pasó luego de mi error contra Australia. El apoyo se demostró en la cancha y por eso trato de jugar lo más tranquila posible.
-¿De qué manera manejaste esa equivocación ante las australianas y te repusiste?
-Ese día tenía mucha bronca, después miré el video para ver lo que había hecho mal. Quise hacer un pase largo por mi derecha y de repente vi que me lo taparon; intenté agarrar de nuevo la pelota, me quedó muy lejos y la interceptó la delantera. Pero bueno, como te dice todo el mundo: “de los errores se aprende” y hay que seguir metiéndole. Sé que soy chica, aunque acá una equivocación se paga caro y tenés que aprender a jugar bajo presión.
-¿Creés que se puede ante los Países Bajos en la final?
-¡Obvio que se les puede ganar! Lógicamente es difícil, pero estamos bien y tenemos equipo. Podemos llegar hasta lo más alto, estamos preparadas para todo.
-¿Qué tan fanática de las Leonas fuiste de chica?
-Toda la vida fui fan del equipo. El torneo que más recuerdo es el Mundial de Rosario 2010, pero siempre seguía a las chicas por las redes sociales. Hasta el momento en que fui al Cenard para entrenarme en diciembre con ellas las tenía a todas allá arriba, nunca pensé que compartiría torneos con estas jugadoras. Estoy viviendo toda una locura desde enero. Me siento feliz, supercontenta y aprovechándolo mucho.
-¿Cómo ha sido siempre tu vida en el Popeye Beisbol Club?
-Por suerte mi club tiene cancha de agua; eso fue para mí una ventaja para los entrenamientos desde chiquita. Siempre le metía otro turno, porque jugaba en quinta división y después en primera. Y por ahí, si podía, le metía gimnasio porque se venía una concentración y tenía que estar a mi 100 %. Pero desde chica siempre hice vida de club. Lo que sí, no hay mucha competencia en Salta, son dos o tres equipos los que tienen roce, es lo que suele suceder en los equipos del interior.
-¿Cómo ingresaste en el sistema de los seleccionados?
-Fue a partir de un seleccionado Sub 14 en Buenos Aires; ahí me vieron y me empezaron a llamar para las concentraciones del junior, de las Leoncitas, con Santiago Capurro y Fernando Ferrara como entrenadores. Y en la última concentración de diciembre, cuando se armaron amistosos contra la India, el Chapa Retegui vio el partido del junior y me llamó junto con dos chicas de Buenos Aires para que nos sumáramos a los entrenamientos con las Leonas. Así arrancó todo.
-¿Cuándo empezaste a imaginarte la posibilidad de Tokio 2020?
-Al principio, cuando viajé con el plantel a Mar del Plata y después a Estados Unidos, veía muy lejanos a los Juegos Olímpicos, ni lo pensaba. Solo me dedicaba a disfrutar el día a día porque estaba viviendo algo increíble. Y en las últimas concentraciones, ya en Cariló y Córdoba, empecé a pensar que podía tener un lugar en Tokio. Pero nunca me desesperé por eso y disfruté de todo el proceso, que fue hermoso. Me acuerdo que después de mi segundo entrenamiento en Mar del Plata me dolía todo porque la intensidad era muy grande, pero mi cuerpo se fue adaptando.
-¿Y qué vivencias tuviste en la Villa Olímpica?
-Es increíble, es como una miniciudad en donde te cruzás con todos los deportistas. Me encontré con cracks como Luis Scola, Diego Schwartzman y Paula Pareto y a todos les pedí foto. Y también con Andy Murray. Andaba medio escondido, aunque lo descubrimos y nos sacamos. Pero ahora sueño con jugar esta final, es increíble. Siempre vi Argentina-Holanda desde la tele, y poder estar ahora en la cancha será una locura.
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