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Valentín Castellanos, el mendocino al que rechazó River, nunca jugó en la Argentina, fue campeón de la MLS y le marcó cuatro goles a Real Madrid en su primera temporada en España
Goleador y MVP en New York City en 2021, este martes resultó la gran figura de Girona en el partido que abrió la fecha 31 de LaLiga
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El partido que marcó el inicio de la fecha 31 de la liga de España tuvo como gran protagonista a un mendocino. Valentín Castellanos, que transita su primera temporada en Girona, le anotó cuatro goles a Real Madrid en el triunfo por 4-2 como local. A “Taty”, la estrella deportiva del día, lo descubrió un campeón del mundo, Leopoldo Luque; lo rechazaron River y Lanús cuando peleó por un lugar en los clubes argentinos; tuvo su debut en primera en el fútbol de Chile; brilló en la Major League Soccer (MLS), y se convirtió este martes en el primer argentino en la historia en lograr un póquer frente a la Casa Blanca en el torneo.
Castellanos es el muchacho que había conseguido algo inédito en su paso por Estados Unidos. Nunca New York City Football Club se había consagrado en la liga estadounidense y jamás un argentino había terminado como máximo goleador del certamen, como lo hizo él, con 22 tantos, más ocho asistencias, en 2021. Fue decisivo en los playoffs, con goles en los octavos, los cuartos y la final, que se resolvió por penales contra Portland Timbers. “Conozco mejor Nueva York que Buenos Aires”, rió en una entrevista con LA NACION, sin ningún alarde, a fines de aquella temporada exitosa. Ahora conoce la sensación de poner de rodillas a Real Madrid.
Por lo hecho en la MLS, desde Europa pusieron los ojos en él y en el segundo semestre de 2022 emigró. Debe de extrañar hacer vida de turista por Manhattan, tomar unos mates a bordo de algún barco por el Río Hudson y caminar por Broadway sin que se acerque a molestarlo quien lo reconocía. Allá vivía solo y lo visitaban su madre, Marilú, y algunos de sus hermanos: Martín, Virginia, Marcos y Agustín. No estaba impaciente por llegar al Viejo Continente, aunque el ruido era mucho. “Me gustaría jugar en la liga italiana. Creo que le sentaría cómoda a mi estilo de juego”, soñaba, por entonces. Su realidad es España.
En ese proceso, Josep Guardiola le había dado algo así como una bendición. “Creo que es un chico que dará el paso necesario en Europa; está listo para dar el siguiente paso en su carrera. Ahora, sólo falta ver dónde”, había señalado el actual DT de Manchester City. “Que hable de vos Guardiola... Ufff, imaginate. Uno no lo espera, y de golpe escucha que lo nombra... Sus palabras me obligan a crecer, a mejorar, a tratar de ser el mejor en mi posición. Mi obligación es justificar lo que ha dicho de mí. Sé que miró la final contra Portland. Lo conocí personalmente hace un tiempo, en un partido con Cincinnati en nuestra cancha; ganamos 5 a 2, di dos asistencias. Entró al vestuario, nos saludamos, tuvimos una charla corta y después me pude sacar una foto con él cuando nos acompañó a cenar”, recordaba.
Historia peculiar la de Castellanos. Nunca jugó en Argentina. “Es una espinita que guardo. No será pronto, pero ojalá suceda más adelante, todavía pleno, vigente”, piensa el delantero, hincha de San Lorenzo. “Me hicieron mi tío y mi primo; me ponía la camiseta y nunca me la quitaba... Me acuerdo bien de la Copa Libertadores en 2014... Yo era adolescente, seguía a Angelito Correa, estaban ‘Pipi’ Romagnoli, Piatti... Un equipazo... Ya de más grande se pierde un poco ese hincha y te vas haciendo del club que apuesta por vos y confía en vos”. Desde donde está, de todos modos, sigue el fútbol argentino. Además, lo atrae mirar el brasileño, el europeo y la Champions League, “por el marco y el show que montan en cada partido”. Un anhelo anida en eso: “Me gusta imaginar que un día estaré ahí”.
Desde su lugar en el seleccionado sub 23 que había armado Fernando Batista estuvo cerca de la selección mayor. Fue campeón en el Preolímpico Colombia 2020 compartiendo equipo con Julián Álvarez, por ejemplo. “Yo soy de la generación que nunca había visto campeona a la Argentina”, se presentó.
“El fútbol es una profesión que exige mucha dedicación y roba tiempo para otras cosas. Pero no me quejo, para nada; sería un ingrato si lo hiciera. Hay que dejar muchas cosas de lado para enfocarse siempre en los objetivos. Hay espacio para la diversión, pero cuidando los momentos y no apareciendo por todos lados. Todo está en la cabeza, en la fortaleza emocional: hay jugadores que desarrollan toda su carrera especialmente con base en su cabeza”, afirmó entonces.
En esa línea, su vínculo con las redes sociales que atrapan a las generaciones más jóvenes no parece haberlo invadido. “Les presto atención y les dedico tiempo, pero trato de encontrar un equilibrio. Ni subo demasiado ni desaparezco. Soy respetuoso de la gente que me sigue y no me gusta mucho hablarle constantemente a la cámara. No soy un influencer, soy un jugador de fútbol. Tengo una vida, y hay cuestiones que me gusta mostrar y otras que no, como los elementos de valor, o lo que uno puede tener, porque esa ostentación puede ser sensible para mis seguidores, entre los que seguramente habrá mucha gente sumamente humilde, a la que le cuesta cubrir aspectos esenciales. ¿Y yo qué? ¿Voy a andar mostrando lo que tengo? Eso cae muy mal. Tengo gente que me ayuda, que me enseña cómo manejarme con los textos, con las fotos. Las redes son sumamente importantes y ahí también debés ser profesional. Hoy las redes proponen una dinámica de comunicación que hay cuidar y graduar”, pensaba en su momento.
Pero hace dos semanas dio un volantazo: cerró sus cuentas de Twitter e Instagram después de que fallara un gol ante Barcelona y resultara dolorosamente criticado. Cuando este martes le recordaron que había pasado de villano a héroe, se limitó a responder: “Es la vida; siempre te da revancha. A veces vivimos de la irrealidad de las redes sociales, que quieren dañar a las personas con mensajes que hacen mal. Lo importante es tener los pies sobre la tierra y estar rodeado por gente que me pueda hacer bien, como mi familia, los compañeros y el cuerpo técnico”.
El gol errado frente a Barcelona
Es un extraño caso el suyo. Es un goleador que sin haber debutado en la Argentina, su nación, ya pasó por cuatro países. Lo rechazaron en River y en Lanús, a los 14 años. Nada nuevo: ocurrió decenas de veces en el fútbol. Hasta los cracks cuentan anécdotas parecidas. “En River me dijeron que debía volver después... El club estaba con el tema del descenso, y nunca más me llamaron. Y en Lanús me explicaron que era muy flaquito, que no podía estar ahí... Cerré la boca y entendí que no me querían. Cuando volví a Mendoza le pedí a mi mamá que me pagara un gimnasio. Sacó plata de donde no sobraba y empecé a trabajar mi cuerpo y a ganar un poquito más de fuerza. Más adelante salió lo de Chile... y bueno, empezaron a abrirse las puertas”. La figura del padre, Diego, no estaba: se había mudado a Santiago, la capital de Chile, separación mediante.
La actuación de Castellanos ante Real Madrid
De escalar se trata su carrera. La cordillera de los Andes no iba a ser una barrera; al contrario. Otras pruebas, pero con éxito. Y debutó en la primera de Universidad de Chile, con 18 años, por la Copa Sudamericana 2017, contra Corinthians en San Pablo. Ángel Hoyos fue el director técnico. Pero sin espacio, Castellanos atravesó la Argentina y desembarcó en Uruguay. En Montevideo Torque, que estaba en la B. Pero ingresó a la órbita de City Football Group, propietario de Manchester City y de varias subsidiarias. Como New York City Football Club, fundado en 2013, una franquicia que en un 80% es propiedad de City Football Group y en un 20% de Yankee Global Enterprises. El mendocino ascendió en Torque, dejó de jugar como extremo para ocupar el área, siguió haciendo goles en la primera uruguaya, llamó la atención del español Domenec Torrent –ex mano derecha de Pep Guardiola–, viajó a Manchester e hizo una prueba de 10 días en el segundo equipo del City… Y el City estadounidense se lo llevó a Nueva York. Castellanos ya estaba listo.
Entre los 5 y los 10 años participó en la escuelita de fútbol de Leopoldo Luque. Cuentan que lo descubrió el Pulpo. Como adolescente jugó en el Club Murialdo, de la segunda categoría de la Liga mendocina. Después llegó el cruce de los Andes. Tiene tres referencias en sus puestos. Y no esconde que los mira, los copia, intenta “robarles” gestos y movimientos: Lautaro Martínez, Robert Lewandowski y Erling Haaland.
Una mano en la frente, como haciendo visera, y la otra sobre la boca (al estilo dePaulo Dybala) son un sello de sus festejos. ¿Qué significan? “Lleva una dedicatoria especial para unos amigos en Uruguay. Nacieron cuando estaba en Torque y quedaron... Cada vez que ellos lo ven, saben de qué se trata”, bromeó Taty.
Jugó con el ‘Guaje’ David Villa y contra Zlatan Ibrahimovic. Fanático del mate… y de los tatuajes. Tinta por acá, tinta por allá: un león; el sol de la bandera argentina; la frase ‘juremos con gloria morir’ del himno nacional; el nombre y el significado de Marilú, su madre; una pelota; un “mi familia es todo”; un reloj que marca la hora del debut en primera en U de Chile... ‘Taty’ Castellanos dibuja su cuerpo, mientras escribe su carrera. Hoy, en Girona, que está en mitad de la tabla y todavía anhela alcanzar un puesto de clasificación para las copas internacionales. Sueños viene cumpliendo. Y va por otros.
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