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Tras un accidente de tránsito, utilizó el padel como terapia para el dolor y hoy sueña con ser de los mejores del mundo
En un accidente de tránsito ocurrido a principios de 2016 en Monte Grande, Martín Di Nenno perdió a dos amigos y sufrió fracturas en sus piernas; hoy, no pierde las esperanzas de brillar en este deporte
“Todavía sueño con ser el número uno del mundo. Voy a dar todo por ser el mejor”. El semblante de Martín Di Nenno luce calmo, sonriente. Antes de cada respuesta se toma un segundo más y piensa, medita. Para él, es tiempo de alejar fantasmas y curar cicatrices. Hace poco más de un año, el padelista vivió la peor de sus pesadillas: en un accidente de tránsito, en Monte Grande, perdió a dos amigos. Uno de ellos, Elías Estrella, de 20 años, era el número 1 del padel argentino en ese momento; junto al rosarino también falleció Hernán Rodríguez, de 18. Di Nenno, en tanto, fue operado en diversas ocasiones luego de sufrir fracturas en sus piernas tras el choque en un auto. “Los primeros meses se hicieron eternos, tenía muchos dolores y la cabeza en cualquier lado. Hoy, después de un año, puedo decir que estoy feliz. Tengo bajones, como cualquiera que hubiese transitado por algo similar, pero recuperé la ilusión”, cuenta a LA NACION.
En enero de 2016, con sólo 19 años y en apenas un puñado de semanas, el mundo de Di Nenno cambió por completo: cinco días antes del accidente falleció su abuelo y posteriormente su abuela tuvo una fractura de cadera. “Parece una frase hecha, pero cuando viene una mala, atrás aparecen todas. Pasamos mucho dolor, en todo aspecto”.
Enfocado en su salud, durante cinco meses el padel desapareció por completo de la vida de Di Nenno, uno de los jugadores más talentosos del país. “No quería hablar ni salir a la calle, estuve mucho tiempo encerrado. Con el correr de los meses le pregunté a mi papá cómo estaba yo, si cabía la chance de no volver a pisar una cancha nunca más. Una de las posibilidades fue la amputación de una pierna…”, explica.
Di Nenno valora constantemente la compañía de sus padres Marcelo y Roxana, con quienes viaja a cada uno de los torneos desde pequeño. “Fue terrible. En nuestras vidas pasó de ser todo hermoso a transitar por algo tan pero tan feo. Se hizo muy complejo porque nunca nos había sucedido algo similar”. La unión familiar resultó clave. Fueron perseverantes en situaciones difíciles y adversas. “Supimos soportar todo el dolor y el sufrimiento. Ver a mi familia unida me hace feliz”.
Su recuperación, paso a paso
En la actualidad, Di Nenno fue retomando de a poco y forma pareja con el brasileño Lucas Campagnolo. El ex número uno del ranking argentino valora la ayuda que le brindó la psicología para dar un paso adelante. “Tuve varias sesiones. Me hizo bien porque llega un momento en el que ya no sabés en qué pensar”.
La segunda jugada le permitió a Di Nenno tener otra perspectiva de un deporte que para él, hasta la mañana del accidente, era simplemente un trabajo. El dolor, en este caso, fue absorbido como impulso. Tiene un objetivo claro, una meta que justifica el esfuerzo. Aparece un motor visible. “Hoy, el padel significa mucho. Se transformó en algo más importante para mí. Ahora entro a la cancha y hago feliz a muchas personas que querían verme jugar. Esa es mi principal motivación”, explica.
Marcado como uno de los grandes talentos de este deporte en la Argentina, su rutina consiste en practicar en La Plata bajo la tutela de su entrenador Sebastián Mocoroa, el preparador físico Javier Blanco y el kinesiólogo Gustavo Otegui, a quienes remarca como puntales en su recuperación. “No soy de ir a los clubes de padel para estar todo el día ahí. De hecho, mi papá tiene uno en Ezeiza desde que tengo tres años. Se llama El Solar, vivimos a cinco cuadras y la gente no me ve porque no voy nunca”, asegura. Amante de la Play, prefiere compartir tiempo con amigos o pasar una tarde en su hogar. “Pero la cabeza cambió. Después del accidente sé que hago feliz a mucha gente con el simple hecho de jugar un partido de padel. Eso es realmente loco y shockeante a la vez”, relata. Además, se reconoce un amante del tenis y del fútbol, con una simpatía por Boca de esas que rozan los límites. “Soy un enfermo, demasiado fanático”, cuenta con una sonrisa.
Se lo puede observar en Youtube: en su recuperación, Di Nenno realizó todo tipo de tareas. En su cama y en la silla de ruedas se lo ve haciendo pesas y diferentes ejercicios. Pasó por la bicicleta y las muletas. Para volver a caminar, inclusive, precisó el apoyo de un andador. Si hay algo de lo que Di Nenno no carece es de constancia. Nunca abandonó y centró sus esfuerzos. La perseverancia, claro, forma parte del desarrollo de una persona. “Mi sueño es ser alguna vez el número uno del mundo, todavía soy joven y lo puedo lograr. Pero lo importante es dar todo: si lo mejor que hago es ser el cuarto del planeta, también estará bien”.
Admirador de Mariano Lasaigues (“en algún momento de mi carrera intenté copiarlo por completo”), Di Nenno se enorgullece al contar que, a pesar de su corta edad, lleva varios años sin pedirle dinero a sus padres. En un deporte rentable en escasos países (la mayoría de los jugadores se radica y enfoca sus objetivos en España), utilizó la reconocida Pastor Cup de Buenos Aires como banco de pruebas: allí trepó a semifinales con Campagnolo, con quien se presentará el 8 de mayo en el Open de A Coruña correspondiente al World Pádel Tour. “Mis papás ya no me dan un centavo y me pone contento porque les saco un mochila de encima. Soy independiente, en 2015 estuve seis meses en España, era muy chico pero me arreglé solo”. En aquellos días, compartía la cancha con el chaqueño Franco Stupaczuk y en el mundo del pádel se los conocía como los 'Súper Pibes’. Juntos, marcaron un hito: en Bilbao, se proclamaron como los campeones mundiales más jóvenes de la historia.
Arrancamos la semana con una entrada en calor bien rápida ??????? pic.twitter.com/x2nN719Q8Y&— Martin Di Nenno (@MDiNenno) 27 de marzo de 2017
En estas semanas, España aparece nuevamente en su horizonte para seguir desarrollando su carrera, que claramente tuvo un antes y un después. “Yo volví a nacer, siento que mis piernas son nuevas… todavía tengo los clavos con las placas. Todos los recuerdos, los títulos, las convocatorias para representar a la Argentina quedaron atrás del accidente. Todo lo que fui ya quedó atrás. Ahora mi tarea es rehacerme nuevamente”. Esos clavos de los que habla no significan un detalle menor. Entre kinesiólogos y traumatólogos todavía no llegaron a una conclusión, barajan dos opciones: quitarlos en un par de años o dejarlos hasta el día que Di Nenno decida abandonar la actividad profesional y recién ahí sacarlos. “Por suerte ya no me duelen, vamos a ir viendo con el tiempo cómo se comportan y la manera en que reacciona mi pierna”, explica.
Existen recuerdos contra los que resulta inútil pelear, recuerdos que regresan siempre. Di Nenno toma la paleta de padel y una pelotita, comienza el intercambio por encima de la red y la pesadilla se desvanece. El joven deja un mensaje nítido: nunca es tarde para volver a empezar.
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