Una danza tribal y mucha samba para plantar bandera

RÍO DE JANEIRO.- "¿Nervioso yo? !Naaaa, para nada! Lo único que quiero es empezar a repartir piñas. Ganchos, cross, derechas, lo que venga". Desfachatado siempre, comprometido hasta la médula con la misión nacional también, Yamil Peralta anticipaba su ansiedad poco después de sacudir el cuerpo al ritmo de la samba junto con un grupo de bailarines. El boxeador de la categoría hasta 91 kilos movió sus manazas y fue uno de los tantos atletas argentinos que disfrutó del izamiento de la bandera celeste y blanca en la Villa Olímpica, en donde además hubo un espacio para danzar. Es un tradicional acto que se efectúa en cada Juegos Panamericanos y Olímpicos y que certifica, en un sentido figurado, que tal país ya está presente en el gran acontecimiento.

La delegación argentina compartió la ceremonia con Suecia, Camerún y Malta, una particular mezcla de culturas que favoreció el intercambio de selfies. Morochas criollas, rubias suecas y mujeres africanas con sus túnicas negras,bordadas con vivos naranjas y amarillos, se retrataron para el recuerdo, en un momento que a los atletas les viene bien para descomprimir tensiones antes de competir.

A las 19 en punto de una tarde-noche templada comenzó una danza tribal que recordó los primeros compases de estas tierras. Un indígena con plumas y pómulos pintados comandó una coreografía de movimientos primarios. De a poco, la música de los parlantes fue dictando el paso simbólico del tiempo de una nación que acogió la responsabilidad de organizar este gran acontecimiento. De los rasgos más primitivos de Brasil a la modernidad a los compases del pop local, pasando por varias de las melodías que volvieron turísticamente famoso a este país. Y a medida que avanzó la música, también el indígena y sus bailarines sobre el playón, dando largos pasos en la zona internacional. Los deportistas de los cuatro países, ubicados en el predio en forma de herradura, fueron acompañando el show desde atrás, siempre sacando fotos con cámaras y celulares.

Diego Gusman, jefe de la misión argentina, fue el encargado de escoltar el izamiento de la primera de las cuatro banderas que llegó a lo más alto del mástil. Poco antes, Mario Cilenti, responsable de la Villa Olímpica y que tuvo que lidiar con múltiples dificultades por problemas edilicios, había mencionado en su discurso: "Sabemos del poder del deporte para unir naciones, a la búsqueda de construir un mundo más pacífico. ¡Les damos la bienvenida a Río 2016!".

El izamiento fue una suerte de matineé de la ceremonia inaugural del próximo viernes. Una minimuestra de lo que vendrá cuando se encienda el fuego olímpico. Dieron fe del acto de ayer los muchachos del hockey sobre césped, las chicas del handball -para ellas es todo nuevo-, el grupo de boxeadores, los representantes del tiro, los intérpretes de la gimnasia artística y Belén Pérez Maurice, la esgrimista que no podía disimular la sonrisa al hablar: "En este tipo de actos te das cuenta que los Juegos Olímpicos se hacen realidad, que ya son un hecho después de tantos entrenamientos. Siento que por fin llegué; para todos los deportistas, es una manera de plantar bandera". Y Victoria Crivelli, rostro del handball, deporte que incursiona por primera vez en el espacio olímpico en su rama femenina, contó: "Todas nosotras estamos disfrutando el momento y sorprendiéndonos. Creo que la única forma de salir de este deslumbramiento es seguir entrenándonos para dar lo mejor. Pero estoy segura que llegué a Río como un persona y volveré a Buenos Aires como otra".

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