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Un equipo, una idea
Defensa y Justicia es hoy nuestro pequeño Ajax . Un Ajax de Florencio Varela que abre la cancha, presiona, corre y que, a diferencia de otros últimos campeones también humildes del fútbol argentino, mira siempre el arco rival. En cualquier cancha y hasta el último minuto. Por supuesto que no es el Ajax renacido de la Champions. Pero, igual que el equipo holandés, aunque sin su historia, el Defensa de Sebastián Beccacece tiene una idea. "Los que conducen y arrastran el mundo –dijo Víctor Hugo– no son las máquinas, sino las ideas". La cita del gran escritor francés abre el capítulo 1 de "La Metamorfosis", un libro sobre Pep Guardiola . "El fútbol son ideas", dice allí el educador británico Ken Robinson. Es un debate sobre estilos e identidades, temas que han dominado históricamente al fútbol argentino. Habla también Slaven Bilic, exDT del West Ham. El croata dice que "la próxima revolución táctica será la muerte del esquema" y que "no importan los sistemas, importan las ideas".
El mundo habitualmente conservador de la pelota suele aferrarse a sus latiguillos. Por ejemplo, uno de los más escuchados en la debacle actual de Real Madrid, que echó a dos técnicos en cinco meses, es que el equipo pierde porque "no define un estilo, nadie sabe a qué juega". En rigor, sea o no cierto, suele decirse lo mismo de cualquier equipo en mala racha. Acostumbrado al atajo de la billetera, el presidente Florentino Pérez dijo en 2010 que el estilo de Real Madrid era "ganar". Echó entonces al chileno Manuel Pellegrini y contrató a José Mourinho , garantía supuesta de triunfos. Los triunfos, sin embargo, llegaron más tarde con un ex crack pero DT inexperto como Zinedine Zidane , hoy buscado otra vez para recuperar el estilo. Es decir, para ganar. A veces, cuando el estilo se pretende más definido, ganar no es todo. Le pasó a Barcelona tras su reciente histórica doble victoria del Bernabéu. El DT Ernesto Valverde usó esquemas de 4-4-2 y hasta 4-5-1. "Gana, pero traiciona el estilo de Barcelona", lo cuestionaron muchos. Es el estilo que floreció en 2008 cuando arribó Guardiola. El estilo que permite exhibiciones como las de ayer con Manchester City : 7-0 a Schalke y a cuartos de la Champions. Lo curioso es que, si no llegaba Pep, la alternativa de Barcelona en 2008 era Mourinho.
"Menottismo vs Bilardismo" fue siempre nuestro debate eterno. Atractivo y también paralizante. "En el periodismo –me dijo días atrás el filósofo Darío Szltajnszrajber (Darío Z)– se potencia en el lugar más estigmatizante a quien piensa diferente". Apuntar al otro en su punto más débil. El debate radial con Darío Z cuestionaba el pasado más utilitario, y a veces oscuro, de su amado Estudiantes de La Plata y de su admirado Carlos Bilardo . Vender hasta el alma a cambio de la victoria. En rigor, el filósofo se declaró esa noche más afín a la evolución que significó Alejandro Sabella . Pero confesó riéndose que, cuanto más lo atacan por "bilardista", es capaz de volverse hasta "bidonista". Jamás para justificar al nefasto bidón contaminado de Italia 90 contra Brasil. Sí para desnudar posibles "hipocresías" ajenas, especialmente en el discurso que busca oponer belleza a resultado. "Así como John William Cooke definió al peronismo como el hecho maldito del país burgués, el bilardismo –dice Darío Z– es el hecho maldito del gusto burgués del fútbol".
La identidad pincharrata históricamente asociada al resultadismo asume ahora un nuevo desafío fichando otra vez a Gabriel Milito , DT que arriesga control de pelota y presión alta, y que, con ese sistema, sumó más puntos que todos los que lo sucedieron tras su primer paso por Estudiantes. "La identidad –apoyó el colega Walter Vargas la vuelta de Milito– no es la residencia de una roca. Es la referencia de la materia viva, un edificio en permanente construcción. Querer a Estudiantes –escribió Vargas– no es querer a un museo". La identidad, es cierto, puede dar sentido de pertenencia y lucha colectiva. "Lo que importa en los All Blacks –escribe James Kerr en Legado– es la identidad del equipo, no tanto por lo que hacen, sino quiénes son, qué representan y por qué existen". Pero, hecha dogma, esa misma identidad puede convertirse en cadena. "El Atlético del Cholo Simeone –decía un titular de febrero pasado– gana con más identidad que fútbol". A veces, como sucedió ayer en Turín, no alcanza. El fútbol argentino formó su ideal identitario en oposición a Inglaterra, padre fundador. Simplificando: pelota al piso y gambeta en lugar de pelotazo y mecanización. César Menotti, que reivindicó "esencia y genética" al asumir como nuevo director de selecciones nacionales, reavivó en 1978 el estilo criollo de "la nuestra". Él ganó su Mundial. Bilardo el del ‘86. Y en algún momento dejamos de ganar. Y, más grave, también dejamos de jugar. Los pibes de diez años en la escuela de Ajax controlan orientados, se perfilan para pasar y juegan en equipo. "Yo en Argentina a esa edad –contó Nicolás Tagliafico a El País— corría detrás de la pelota". La Superliga define entre Racing y Defensa y Justicia. Uno más poderoso y experimentado, el otro más humilde y hambriento, ambos con vocación de tenencia y de ataque. Haciendo "Teambuilding", como llamó Rinus Michels a su libro base: "Construyendo equipo".
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