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Un día de gloria y muerte para el pugilismo
Galíndez le ganó en el último round por KO a Kates, casi sin ver, y Bonavena fue asesinado a tiros en un burdel de los Estados Unidos
Hace 30 años, el sábado 22 de mayo de 1976, el boxeo argentino vivió un día de gloria y de muerte.
La gloria llegó en el ring del Rand Stadium de Johannesburgo, en Sudáfrica. En aquella ocasión,Víctor Emilio Galíndez defendía por sexta vez, ante el norteamericano Richie Kates, el título mundial de los semipesados de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Galíndez peleó casi a ciegas desde el tercer round, cuando un cabezazo de Kates en la ceja derecha le provocó una herida que le hacía casi imposible ver. La astucia de Tito Lectoure desde el rincón le permitió al campeón seguir el combate -lo normal hubiera sido que el referí parara la pelea y pidiera las tarjetas- y en el último round, el 15º, con un gancho de izquierda al mentón, noqueó a Kates. Resulta imborrable la imagen de Galíndez, con el rostro deformado por la herida y marcando con su puño derecho el conteo del árbitro Stanley Christodoulu, con su camisa ensangrentada, otro símbolo de aquella epopeya. Ese día, Galíndez, guapo como pocos, obtuvo una de las victorias más gloriosas del boxeo argentino.
La muerte ocurrió en Reno, en los Estados Unidos; la provocó Williard Ross Brymer, el encargado de seguridad del burdel Mustang Ranch, de Joe Conforte, que disparó la escopeta que le puso fin a la vida de otro guapo del boxeo nacional: Oscar Natalio Bonavena. Ringo , un grandote con voz de chiquilín que llamaba la atención por su particular físico, con pies planos y piernas flacas, pero con un coraje a toda prueba. En aquel entonces había tomado forma que la muerte de Ringo fue por una probable venganza de Conforte, celoso por la amistad de su esposa Sally, con el pugilista argentino.
Galíndez fue campeón mundial de los mediopesados de 1974 a 1978 y luego en 1979, pese a los grandes problemas para dar en la categoría, que obligaban a su equipo a ponerle vigilancia nocturna en su habitación para evitar que ingiriera líquidos y se excediera en el peso.
Además, fue el primer boxeador de la historia en reconquistar el título de los mediopesados, al ganarle en 1979 por nocaut técnico en el décimo round al norteamericano Mike Rossman, con un escándalo en el ring con el padre y el hermano del perdedor, que pretendieron agredir al boxeador nacido en Vedia.
Bonavena nunca llegó a ser campeón mundial, pero igualmente se lució en los Estados Unidos; incluso, por poco le gana por KO, el 7 de diciembre de 1970, nada menos que a Muhammad Alí en el mismísimo Madison Square Garden; sin embargo, el extraordinario Alí dio vuelta la historia y noqueó al hincha de Huracán en el último (15º) round. Zora Folley, Jimmy Ellis y Joe Frazier fueron otros de sus encumbrados rivales. En 1965, Ringo se convirtió en campeón del pueblo argentino: 25.236 espectadores, el récord de concurrencia para el Luna Park, vieron cómo le ganó a otro ídolo tan popular como él, aunque menos carismático: Gregorio Goyo Peralta.
Con la guapeza como principal punto en común, Galíndez y Bonavena fueron muy amigos. Los que acompañaron a Galíndez a Sudáfrica, conocedores de la muerte de Ringo , prefirieron ocultarle la información hasta después de la pelea. Tras ganarle a Kates, a Galíndez le aplicaron varios puntos de sutura en la ceja, que aguantó sin chistar, pese a que no le pusieron anestesia. Al rato, le comunicaron que había fallecido Ringo y explotó en llanto como un niño: se había muerto su amigo.
Luego de la epopeya en Johannesburgo, una multitud esperó a Galíndez en su vuelta al país. Tras casi tres horas de caravana desde Ezeiza, Galíndez llegó al Luna Park e, inmediatamente, pidió un minuto de silencio por Bonavena: "Lamentablemente hemos perdido a un gran amigo y esto que pido es en su memoria", dijo Galíndez, emocionado ante la multitud.
En octubre de 1980, otra tragedia marcó la muerte de Galíndez, a los 31 años. El boxeador, ya retirado, participaba del TC, como acompañante de Antonio Lizeviche, en 25 de Mayo. Galíndez y Lizeviche abandonaron y caminaban al lado del circuito cuando los atropelló el auto de Marcial Feijoó y ambos fallecieron instantáneamente. Se había cerrado la historia de otro de los grandes guapos que tuvo el boxeo argentino.
- El día en que Galíndez lloró por Ringo Bonavena
El equipo de Galíndez, integrado por Lectoure, el técnico Cuello, el PF Russo y el doctor Paladino, sabía que lo habían asesinado a Ringo, pero se lo ocultaron a Galíndez porque eran grandes amigos. Luego de la pelea con Kates, el campeón pudo aguantar los siete puntos de sutura sin anestesia, pero se quebró cuando se enteró de la muerte de su gran amigo.
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