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Con su partida, se fue un pedazo del más auténtico potrero. Se murió el desparpajo, quedó malherida la improvisación. No habrá pelota de fútbol que, a partir de ayer, no extrañe el trato que le daba Enrique Omar Sívori, el Cabezón, que falleció en su San Nicolás natal, a los 69 años, como consecuencia de un cáncer de páncreas.
Su aspecto de jugador despreocupado, con el pelo revuelto y las medias caídas encerraba la estampa de un genio de dos mundos, un artista del balón nacido el 2 de octubre de 1935 y que deslumbró en una época de futbolistas atrevidos y desenfadados en la Argentina y en Italia.
Sívori fue uno de los más extraordinarios cracks que dio la Argentina y tuvo su bautismo de fuego internacional al imponerse en forma magistral en el campeonato Sudamericano de Lima de 1957, con un seleccionado argentino de alto vuelo que se llevó el reconocimiento general.
La memoria colectiva los recuerda, a él y a sus compañeros de aquel equipo, con el mote de "Carasucias". Y si bien Guillermo Stábile, el técnico de aquel conjunto, lo convocó como suplente de José Sanfilippo, el apellido de Sívori se hizo célebre afianzándose como integrante de un trío inolvidable que completaban Humberto Maschio y Antonio Valentín Angelillo.
Con Corbatta y Cruz como punteros de sobrada jerarquía, ese equipo asombró en el torneo continental y disparó la fama de sus jugadores.
Semejante explosión permitió la venta de Sívori (una figura consular en River, club en el que había comenzado su carrera) en diez millones de pesos al fútbol italiano, lo que para ese entonces representó la cifra más alta pagada por un jugador argentino. Para tener una idea de su jerarquía, vale recordar que Maschio y Angelillo también fueron vendidos, pero por la mitad de dinero cada uno.
Sívori debutó en River en 1954 y necesitó muy poco tiempo para convertirse en ídolo de la entidad, avalado por los campeonatos ganados en 1955 y 1956. Ni siquiera lo inmutó haber llegado en plena época de la Maquinita (Vernazza, Prado, Walter Gómez, Labruna y Loustau). Encarador, gambeteador y muy habilidoso, su estilo prendió desde el comienzo en los hinchas riverplatenses.
Se despidió de los Millonarios el 5 de mayo de 1957, en un cotejo ante Central, en Rosario, que finalizó 1-1. Aquella tarde, la delantera visitante alistó a De Burgoing, Sívori, Prado, Labruna y Zárate.
La precoz transferencia al Viejo Mundo conmocionó. River embolsó una fortuna para la época, suficiente para construir la tribuna Colonia (hoy Almirante Brown), la que le faltaba para cerrar el anillo de cemento del estadio Monumental, que dejó de ser la herradura.
Mientras, Juventus, el club de destino del argentino, recibió al jugador con los brazos abiertos y comenzó a disfrutar de su talento, de su valentía para encarar al más rudo de los defensores con sutiles gambetas de potreros rioplatenses y con su sello de desparpajo permanente.
Tales prodigios sólo se conservan en los recuerdos de quienes lo disfrutaron, porque como muchos grandes de su época, Sívori se hizo estrella en una época en la que no había televisión y en la que los medios periodísticos especializados se contaban con los dedos de una mano. Esa es sólo una razón por la que siempre resultará apresurado un juicio comparativo con muchos jugadores actuales que, por ejemplo, y a diferencia del Cabezón, soportan los más certeros golpes provistos de canilleras...
Para comprender su grandeza, quizás alcance con decir que, más allá de los tres títulos de liga y las dos Copa de Italia ganadas con el conjunto albinegro, su sola presencia en cualquier ámbito social italiano era una marca registrada. Las puertas de taxis, hoteles y restaurantes se abrían solas en cualquier lugar del país por el solo orgullo de recibirlo.
Su momento mágico coincidió con el mejor tiempo del astro inglés John Charles y del ídolo italiano Gianpiero Boniperti. Tanto conmovió el atrevido juego de Sívori que, después de ganar el Balón de Oro al mejor jugador europeo, en 1961, tomó parte del Mundial 62, en Chile, con la casaca azzurra, ya que se había nacionalizado.
Y si bien se había ganado afectivamente al poderoso Norte al convertirse en un emblema de Juventus, otro tanto logró con el Sur de la penísnsula, cuando en el final de su carrera se puso la camiseta de Napoli, club en el que logró un subcampeonato de liga y con el que se retiró el 1° de diciembre de 1968 tras lesionarse en una rodilla.
Era obvio que la función de técnico era el próximo paso. En ese rubro, varios planteles argentinos (River, Central, Estudiantes, Racing, Racing de Córdoba y Vélez) y el seleccionado argentino (con el que se clasificó para el Mundial 74) disfrutaron de sus conocimientos
Sin embargo, fiel a la costumbre de muchos clubes europeos, Juventus no se olvidó de su ídolo atemporal. Por eso siempre recurrió a él para descubrir nuevos talentos. Y "Omar", como le decían los italianos, no defraudó. Ineludiblemente con un cigarrillo entre los dedos, se entregó al minucioso estudio de los jóvenes jugadores, especialmente de América del Sur. Después de todo, su ojo clínico no podía fallar a la hora de avizorar nuevos talentos.
Como tampoco fallaba su intuición para encontrar los más improbables resquicios por donde filtrar una pelota. Esa misma que desde ayer, extrañará el exquisito trato que le daba en cualquier cancha y bajo cualquier circunstancia...
Los restos de Enrique Omar Sívori son velados desde anoche en la cochería Lasalle, de Francia 321, en San Nicolás., ciudad en la que serán enterrados hoy a las 15 en el cementerio privado Memorial Celestial. Por exclusivo pedido de su familia, no se aceptarán ofrendas florales y se solicita que ese costo sea entregado, en cambio, a la delegación que LALCEC posee en San Nicolás.
Fecha y lugar de nacimiento: 2 de octubre de 1935, en San Nicolás, provincia de Buenos Aires.
Grupo familiar: casado con María Elena Casas. Hijos: Miriam Susana, Néstor Omar y Humberto Renato (fallecido en 1978).
Debut en primera: 4 de abril de 1954, en River.
Trayectoria: River (1954/57) en los que jugó 63 partidos y convirtió 28 goles; Juventus (1957/65) 215 y 134, y Napoli (1965-69) 63 y 12. En el seleccionado argentino jugó 19 partidos y marcó 9 goles. Con el seleccionado italiano actuó en 9 ocasiones y anotó 8 tantos. Con la azzurra disputó el Mundial de 1962.
Títulos: 9; Campeonatos 55, 56 y 57 con River; Sudamericano 1957 con el Seleccionado Argentino. Ligas italianas: 57/58, 59/60 y 60/61. Copa de Italia 59 y 60; todos con Juventus.
"Adiós, genio", tituló en su portada el tradicional diario deportivo italiano, que agregó: "Ha muerto Sívori, leyenda de Juventus y del mundo. Tenía 69 años y fue uno de los más espectaculares campeones de la historia". Además, por su estilo de juego, el matutino lo calificó como "el rey del túnel".
"Sólo Maradona fue más genial que él. Diego fue un jefe, un líder servicial y generoso, caritativo con los compañeros menos dotados; Omar Sívori era un individualista, narcisísticamente enamorado de su impresionante talento", escribió el periodista del Corriere della Sera, uno de los más prestigiosos de Italia.
El ex arquero y actual DT, que fue dirigido por Sívori en River a comienzos de los 70, afirmó: "Me conmovió la noticia, porque tengo un recuerdo fenomenal, como entrenador y a nivel humano. Fue una estrella en todos los aspectos, una persona íntegra. No puedo dejar de reconocer su trabajo cuando me dirigió".
"Sívori fue el padre futbolístico de Maradona. Primero está el Cabezón y después Diego. No fuimos amigos, pero lo recuerdo como un hombre de bien y como uno de los mejores jugadores del mundo. Es una pérdida irreparable", comentó el ex delantero, compañero de Sívori en el Sudamericano ?57.
El técnico de la reserva de River, que fue conducido por Sívori en ese club y en selecciones nacionales, lo recordó: "Fue una excelente persona. Me duele enormemente su desaparición, porque lo apreciaba mucho. Gracias a él llegué a la selección juvenil. Su presencia me marcó, aprendí mucho de él".
"Ha muerto un gran hombre, un personaje extraordinario. Sívori fue uno de los jugadores más grandes que tuvo Juventus en su historia. En los últimos años estuvo muy cerca de la institución, colaborando con sus aportes y visiones del fútbol sudamericano", comentó el administrador de Juventus.
El titular de la AFA dijo: "Tuve el honor y el orgullo de verlo jugar. Dejó siempre bien parado al fútbol argentino. Lo lamento profundamente, porque era una gran persona y éstas cosas lo dejan a uno muy mal parado".
"Cuando yo era un muchacho, en Monza muchos chicos éramos de Juventus. No había TV y, para nosotros, Omar era un sueño, el fútbol, la pasión pura. Su fotografía salía en muchos periódicos y su juego estimulaba nuestra fantasía", rememoró emocionado el presidente de Milan y titular de la Liga de Fútbol Italiano.
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