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Qué los hizo llorar a Falero y Ricardinho, y cuándo corre por última vez Pablo en Palermo
En modo Los Chalchaleros, pero a caballo. Así, como aquel grupo folclórico que dio shows por el país durante más de un año entre 2001 y 2002 para despedirse a los 53 años, luego de 39 de trayectoria, Pablo Falero, que tiene uno menos de edad, está cerrando su exitosa etapa como jockey. El sábado pasado, el Gran Premio Carlos Pellegrini fue su último acto en San Isidro, y le quedan por delante dos más: este sábado correrá en Palermo, en una jornada que girará en torno a él, y el 6 de enero, en Maroñas, allí donde creció ganando estadísticas y siempre volvió, aunque esté radicado en la Argentina desde 1991.
Su estrella hizo que, como cuando se retiró Jorge Valdivieso en 2007, la carrera más importante de América del Sur tuviera un eclipse. Fue la fiesta de Falero, aunque su caballo en ese cotejo, Fromm, se haya ido de manos en la largada y así perdiera casi toda posibilidad de ser competitivo. "Todo se hizo cuesta arriba enseguida. Se complicó porque el desarrollo fue lento y la idea era opuesta a correr de atrás", se lamenta el coloniense. A veces, la suerte se ensaña en el momento menos querido. Muchos, ni llegaron a ver la incidencia porque ya tenían los ojos vidriosos desde antes de la partida de los caballos. Pablo ya había hecho llorar a la mayoría junto con el brasileño Jorge Ricardo, mientras estaban todos los jinetes formados antes de montar.
El uruguayo había llegado caminando y en sus manos portaba la copa que más tarde se llevaría Carlos Lavor por su éxito con el paulista Não Da Mais. Detrás, simulaban ser sus custodios dos personajes de la saga Star Wars. Apenas dejó el trofeo delante del escenario y subió al mismo, Pablo se saludó con cada uno de los 22 colegas que iban a ser sus rivales. El penúltimo en la formación era Ricardinho. Se miraron y se largaron a llorar. El abrazo fue el más prolongado. Siquiera habían tenido una conversación en algún momento relacionada al retiro. Y en medio de la ovación, de inmediato Gustavo Calvente se sacó el casco y le hizo la reverencia. Fue el momento de la tarde fuera de la pista. Y provocó un temblor sentimental que tendrá dos réplicas a corto plazo. Aquella imagen sigue contagiando los llantos en las redes sociales.
"Ya en el camino, llevando la copa, el que me conoce se daba cuenta que venía medio angustiado, aunque estaba muy convencido de la decisión que tomé. Y cuando subí al podio y me abrazaba con todos era un momento muy especial. Y de pronto, cuando llegué hasta él, una emoción contagió a la otra, y era un poco raro para mí porque el que lloraba por mí es el jockey que más carreras ganó en el mundo", recuerda Falero, que desde el lunes ya se hizo cargo de un stud de 18 caballos de Vacación en la villa hípica de San Isidro. El jinete le dará paso al entrenador.
El último triunfo en San Isidro
"Me emocioné enseguida cuando lo vi ahí despidiéndose de lo que tanto ama y sabiendo que le dio mucho al turf, y principalmente tantas alegrías al argentino. Me quedé impactado porque tengo un aprecio, un respeto, una gran admiración y sé que nos va a hacer falta diariamente", dijo Ricardinho, el jockey que va camino a los 13.000 festejos. A los 58 años, en octubre volvió a correr tras casi cinco meses, luego de sufrir siete fisuras en las vértebras en una caída. Falero, el cuarto en la tabla de todos los tiempos, es el segundo en actividad con más victorias. Entre ambos superan los 22.000 primeros puestos. Toda una paradoja: son muchas más las veces que ellos perdieron. Pero la calidad, la perseverancia y el empeño los hicieron galácticos, los llevó al pedestal de ídolos.
"Respeto a los grandes profesionales, a los grandes jockeys, y él tiene todas las cualidades, y es una gran persona. Nos conocemos hace mucho, desde antes de que yo viniera a la Argentina", fundamenta Ricardo, radicado aquí desde 2006. "No es fácil tomar la decisión; tenemos que prepararnos para el retiro", agrega el carioca, que no le pone fecha al suyo aún.
Las primeras sensaciones de Falero van en otra dirección. "Habíamos quedado en juntarnos con (Pablo) Zavaleta el lunes posterior al Pellegrini y buscar la proyección y enfocarnos en el equipo. Encontré todo muy ordenado. A casi todos los caballos los corrí o los monté, por lo que tengo una ventaja para comenzar a entrenar. De hecho, hasta que corra en Maroñas voy a seguir montando para mantenerme en estado. Después, creo que no. Pensaba que sí, que iba a subirme a alguno, pero ya van dos mañanas trabajando en el stud desde las 6.15 hasta el mediodía y la exigencia es otra, te desgasta más que venir, subirse, correr e irse", describe. Y ya intuye que su debut como preparador puede ser antes de la cita uruguaya del día de Reyes. "Vamos a ver, pero creo que hay una yegua que va a estar lista para el lunes 30", confía a LA NACION, y en la silla estará José Da Silva, el brasileño que toma la posta como monta oficial de la cabaña con la que Pablo marcó una era.
"Yo cambié el chip enseguida. Tal vez porque ya venía madurando la decisión, pero estuve en Palermo y la gente me saludaba, me pedía fotos y me daba la sensación de que todavía no le cayó la ficha de que ya me voy", analiza. De hecho, como hicieron en Boca al darle un arco a Martín Palermo, San Isidro le regaló a Falero el disco. Este sábado, a las 19.05, en Palermo, le esperan nuevas sorpresas cuando monte al último caballo (Roman Oak) con el que competirá en la Argentina. "Ojalá puedan estar en la misma carrera Jorge (Ruiz Díaz), Adrián (Giannetti) y algunos otros colegas", sueña. El primero está en pareja con una de sus hijas, compite en los Estados Unidos y llegó para pasar las fiestas. Pablo conoció a su nieta menor en Ezeiza, la semana pasada.
"Fue muy lindo lo de San Isidro, todo, de principio a fin. Y es un gran gesto lo de Palermo, en preparar también una despedida. Seguramente será otro día emocionante, porque la gente me transmitió mucho cariño siempre", intuye. "Creo que es el momento justo para retirarme. Es un cambio de vida muy importante para mí porque me dedico a esto desde los 14 años, tengo 53 y es una profesión muy exigente. Las decisiones tomadas en el momento justo están bien tomadas", completa quien obtuvo más de 100 grandes clásicos en Sudamérica, una docena de premios Olimpia de Plata y una lista de récords como jinete, que incluye nueve primeros en un mismo día. Hizo de lo extraordinario lo habitual. Y tiene llorando a todos.
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